jueves, octubre 30, 2008

La isla.


Se amaban. Ella lo amó desde un primer instante y él a su vez la fue amando cada día un poco más, aprendiendo a considerar su sensible carisma de mujer. Se desearon con placer, disfrutando de cada instante repartidos por los rincones de la isla. Sus brazos recorrieron las fracciones de sus cuerpos agostados, gélidos, calientes, poderosos, humanos... Dos seres con capacidad para pensar de forma tranquila y natural en un mundo aplastado por las devastadoras fuerzas de la iniquidad y la idiotez. 

Ni siquiera hubo días plomizos de invierno, ni bochornos de verano achicharrado, con sol plomizo o lluvia fría y pegajosa que pudieran detener la solvencia de aquella pasión.
Se entendieron. Ella lo supo desde un primer instante, y él la fue comprendiendo cada día un poco más, juzgándose mutuamente, sin alterarse, sin divinidades ni proverbios, sin despegar las piernas del suelo de la isla. Donde siempre se hallaban: unidos, abiertos, sonrientes, casi enraizados, materializados en promesa de fértil vivencia... 
Sin embargo algo sucedió. El tiempo, decisiones externas, incongruencias que jamás habían existido, hicieron su aparición y comenzaron a marcar el impás. 
De súbito, los días transcurrían sin conseguir enlazar con el Ferry que los librara del islote de soledad en el cual se plegaron. Estaban aislados; arrinconados en un lugar solitario, enviciado y asfixiante. Sin darse cuenta se convirtieron en adictos apasionados de su fe en ellos mismos. Luchaban por mantener dogmas enfermizos y desgastados... Mientras, seguían tecleando textos de redención, amistad y promesa, a la espera de que el nuevo día amaneciera y aliviara penas presentes, pasadas y venideras. Recompensa a un mérito que decidiría si habían superado el listón para levar anclas y escapar del aislamiento traicionero de un lugar sin limitaciones y limitado en su conciencia.

Él tendía la mano y ella se deslizaba girando, discurriendo una y otra vez por las estrechas veredas de un islote sin márgenes aparentes. Él volvía a tender la mano, y ella pensaba y actuó por su cuenta. Era independiente, siempre lo fue. Le agobiaba ser de una forma distinta, aunque quizá todo consistiera en descifrar una clave...

¿Continuaban atrapados? No, ella podía salir. Sabía cómo hacerlo, y moverse a través del estrecho círculo del islote a su gusto; y decidió ponerlo en práctica. 
Se marchó un día ni de verano ni de invierno, ni frío ni cálido. Se fue buscando ese sol anhelado que no parecía vislumbrar en el islote, su islote... ¿Querido o ya aborrecido?

Él permaneció en cuclillas, con ambos brazos extendidos; mientras trataba de conservar el aroma de ella que jamás atrapó en el exterior de su piel. La boca en un gesto torcido, desvaído... La mirada perdida, lúgubre y remisa a creer en la búsqueda que ella emprendía... ¿Para qué? Si partía a contemplar el océano desde una perspectiva a la cual él no podía acceder. Y si no contaba con él en el lugar que más anhelaba, si no deseaba estar a su lado para descifrarle aquellas claves necesarias para salir, entonces ¿prefería mantenerlo allí encerrado para siempre?

Amaneció un nuevo día. El hierbazal junto al acantilado seguía siendo de un verde intenso, húmedo fresco y oloroso. En cambio, oscuros nubarrones se cernían en un horizonte más denso y lejano que nunca.

Caminó hasta el borde y se sentó. Desde aquella posición por primera vez se sintió dueño del islote. Permaneció pensativo, sin moverse, con las manos sobre las rodillas y la expresión hirsuta. Habían transcurrido dos días. Para algunos quizá pueda parecer un lapso corto de tiempo pero para él significaba una eternidad. ¿Y ella...? Continuaba sin regresar...

José Fernández del Vallado. Josef. Julio 2007.



24 libros abiertos :

saudade dijo...

El amor rezuma por cada letra, punto y coma...

Juan Duque Oliva dijo...

Tremenda realidad de la isla en la que nos podemos quedar bebiendo uno de otro y al final ¿para qué?

¿Siempre hay uno quien quiere algo más o no?

¿Hasta cuando durará?

¿De que huimos para escondernos en esta isla?

TORO SALVAJE dijo...

Creo que todos podemos quedarnos solos en esa isla cualquier día.

Todos, incluso los que ni por asomo se lo imaginan.

Saludos.

©Claudia Isabel dijo...

Creo que a pesar de que el mundo gira, y que hay un universo sobre nosotros, muy dentro también existe algo así, pequeños mundos que habitamos y hacemos propio...el amor muere, también sucede, o se va transformando...lo realmente triste es quedarse enganchado solitario, a la espera de lo que no vendrá...
Un relato excelente José...
Te abrazo

© José A. Socorro-Noray dijo...

En cierto modo, cada uno de nosotros vive en una isla que sólo se hace continente cuando deseamos. Incluso, a veces, aunque no lo queramos nos aislamos y quedamos anclados en la ciénaga profunda de la soledad.

Un abrazo.

Amnesia dijo...

Me ha gustado tu relato, pienso como noray, tal vez todos tengamos una isla, he sentido en el comienzo de tus palabras algo conocido, tan bien me ha echo reflexionar en situaciones pasadas, podria analizar tu texto y llevarlo a mi terreno personal, y eso me gusta por que escribes de una manera que haces que cada uno sienta que forma parte de el.
Un besazo, estuvimos en fuerteventura, y tambien visitamos Lanzarote, todo precioso, aunque he de decirte que cuando uno se acostumbra a los bosques densos del norte es dificil no ver lo desertico pobre, aunque tiene su encanto, pero no lo cambio por lo que tengo. Un besazo

Anónimo dijo...

See estoy de acuerdo en que cada uno vivimos en una isla, de vez en cuando aceptamos compartir una, pero no sé porque siempre volvemos una y otra vez a ese rincón donde estamos con la mejor compañía que podmos encontrar, nosotros mismos.
un abrazo

hpereyraf dijo...

Amor? ella lo dejo no? se aburrido, se harto! ... volo a buscar nuevas emociones, nuevas sensaciones

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Me gustó el post. Bellamente escrito.

Tambien me parece correcto el comentario de Noary. Muchas veces nos aislamos en esa isla, y no queremos, o no podemos, o no sabemos salir. Interioricemos un poco y llevemonos bien con nosotros mismos. Si asi es...tambien coincidiremos con los demas.

Un abrazo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

No puede haber final para este estupendo relato tuyo...

Joana dijo...

A veces es agradable y necesario estar por momentos en una isla, es un reecuentro maravilloso que nos alimenta y nos da fuerzas!
Gracias por visitarme y dejar tu huella, te seguiré leyendo!
Un Abrazo!

INMA dijo...

Dueño del islote, pero solo, permanecerá a la espera...

un grandisimo saludo

panterablanca dijo...

Cada uno tiene su propia realidad, y a veces coincide con la de otros y a veces no, y cuando hace mucho que no coincide es difícil seguir los dos en la misma realidad. Es duro, pero es así.
Besos felinos.

Capochoblog dijo...

Es una historia que se repite, siempre ya que todos somos dueños de nuestras propias islas, aunque no lo sepamos.

Besos.

maria varu dijo...

Mientras existe misterio, desconocimiento, camino por recorrer, no aparece deseo de más; pero cuando en algun punto del alma nace el deseo de ampliar horizontes y hace su presencia cierta apatía por lo cercano, salen las alas para volar en busca de de ese horizonte desconocido... Es casi innato en el ser humano, las ansias de ese algo más.

Amigo Josef, relato para pensar detenidamente.

Saludos amigo.

Raquel Graciela Fernández dijo...

Infinitamente bello. Me sentí muy identificada con tu relato hoy.
Un abrazo.

toñi dijo...

la belleza de esa puesta de sol unida a tus palabras me han echo soñar con esa isla. Un beso

Eria.. dijo...

Quizá ellos sehntían cosas diferentes. Ella pasión, desde el primer momento y él amor al irla conociendo. Sentimientos distintos, islas diferentes. como siempre, me ha encantado tu post. Besitos varios.

Claudia Sánchez dijo...

Por eso amigo, no hay que aferrarse tan simbióticamente y sobretodo, no hay que descuidar la isla propia.
Excelente relato!
Besos,

Mixha Zizek dijo...

La isla como presencia metafórica del texto, me gutó mucho. Esos seres perdidos que se encuentran y desencuentran ante las adversidad y finalmente la espera, un signo de esperanza frente a la imposibilidad.

Vi tu blg en varios blogs amigos, y me animé a entrar a leerte y me encantó tu relato sugerente lleno de imágenes, un abrazo

Esther dijo...

Un relato increible, esa isla podría representar el encerrarse en uno mismo y en este caso con su pareja, pero el mundo es algo más y ella decidió volar...Espero que el tambien encuentre la salida de esa isla..

besitos

Diego dijo...

Comparto la lectura metafórica. ¿Acaso nuestra vida no es más que un conjunto de islas? Ahora mismo me estoy acordando de la ínsula de Cervantes.
Una pregunta, porque le estoy dando vueltas y no puedo dar con la imagen: ¿cómo describirías una "expresión hirsuta"? Un abrazo.

Diego dijo...

Comparto la lectura metafórica. ¿Acaso nuestra vida no es más que un conjunto de islas? Ahora mismo me estoy acordando de la ínsula de Cervantes.
Una pregunta, porque le estoy dando vueltas y no puedo dar con la imagen: ¿cómo describirías una "expresión hirsuta"? Un abrazo.

josef dijo...

comouna expresión dura, o espinosa, acerada.....

Gracias por comentar.

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