martes, mayo 11, 2010

En marzo, comencé a ir al gimnasio.

El primer día todo resultó aburrido y cansado. La cinta; estuve a punto de caerme un par de veces; la bicicleta estática, las diferentes máquinas de musculación, etc.
Pasados unos días la descubrí; era un milagro de la naturaleza, no pude dejar de observarla. Era morena, llevaba el cabello siempre brillante y lacio, recogido en un moño precioso. Tenía unas manos largas y delicadas, un rostro de muñeca, un cuello estilizado, pero su verdadero tesoro residía en sus piernas. Creo que habré visto unas piernas parecidas a aquellas sólo un par de veces en mi vida. Las llevaba cubiertas por un mono ajustado de lycra. Utilizaba una máquina que nunca recuerdo como se llama, pero subirse a ella resulta igual a cuando te propulsas sobre los pedales de una bicicleta, solo que estando de pie.
Desde entonces comencé a acudir al gimnasio puntualmente todos los días, con un deseo; volver a encontrármela. Cosa que sucedía rara vez. Normal, con el espléndido cuerpo del que estaba dotada, no necesitaba ejercitarse demasiado.
Me devanaba los sesos pensando en cómo hacer para entablar conversación, y también tratando de llamar su atención.

Un día la encontré trabajando en la cinta. La cinta de al lado estaba libre, rápidamente ocupé su lugar. Primero la puse a 5,5; ni me miró; luego a 6,6, tampoco. Exasperado me puse a 9,5 y empecé a correr de forma frenética al límite de mis fuerzas; y todo, sin dejar de mirarla de reojo, dado que me sentía incapaz de dejar de hacerlo. Pensaba en la delicia de tenerla a mi lado o frente a mí y disfrutar de su aroma, besar sus manos, pero sobre todo, acariciar aquellas piernas de oro. Salí de mi ensueño y me encontré en el borde de la cinta dando traspiés. De forma ridícula y desesperada alcancé las abrazaderas de la máquina, soltando un grito nervioso levanté las piernas y me quedé colgando sobre la cinta. No sé como lo hice pero lentamente las bajé, las puse sobre la cinta y recuperé el equilibrio. De repente me acorde, ella estaba a mi lado. Me volví y me encontré con su complaciente sonrisa, y por primera vez la oí hablar. Me dijo. “No hay que distraerse.” Y yo, sonrojado, sonreí vagamente y contesté: “Ya... claro. Tienes razón.” Lo que dije a continuación estuvo dentro de mí de forma espontánea y un tanto tosca, pero no llegó a salir al exterior: “Pero con semejante belleza a mi lado...”
Sonrió y siguió a lo suyo.

No volví a verla hasta pasados dos meses. No la encontré en el gimnasio, sino a la salida. Ella no me vio, en cambio yo sí a ella. Estaba al lado de un coche – que digo – un cochazo de esos que utilizan los políticos y toda clase de gentuza. Era negro y con las ventanillas ahumadas. Me di cuenta en seguida. Discutía con alguien que estaba en su interior. La puerta se abrió de golpe y un hombre la agarró de malas maneras y comenzó a tirar de ella con intención de introducirla. Ella, negándose a hacerlo, se puso a chillar.
Sucedió de una forma tan rápida, que todavía no me lo creo. En breves segundos me hallaba tirando de ella, y dado que el brazo que la sujetaba se negaba a soltarla, me empleé a fondo y con una agresividad inusual en mí, de un violento golpe de karate (no sé karate), la liberé de su ¿agresor?
De repente ella estaba en mis brazos, y me miraba estupefacta. Resollando sofocado, ordené. “¡Rápido! ¡Acompáñame al coche!” Sin soltarnos lo alcanzamos, estaba a unos metros por detrás del sedán del fulano.
Una vez dentro, arranqué en dirección opuesta a la limusina, y aunque el cochazo trató de girar, obstruido por el tráfico, quedó atravesado en medio de la calzada.
Cuando estuvimos a salvo le pregunté. “Y ése ¿quién era?” Y ella, mirándome extrañada y ofendida, a su vez me preguntó. “¿Y tú quién eres?” La miré con sorpresa y le dije. “¿Yo?” Tu compañero de gimnasio. ¿O no me reconoces?”
Permaneció mirándome en silencio y entonces dijo. “Ya... Tú eres... ¿el mirón?”
“Yo... no.” “Ya, el que resbaló en la cinta.” Permanecí mirándola perplejo o embobado. Llevaba una falda y sus piernas quedaban al descubierto. Balbuceé. “Te he ayudado a librarte de él... ¿no?”
De forma instintiva puso las manos sobre la guantera, dejó escapar una sonrisa y dijo. “No. Pero me ha gustado. Le has dado una lección al engreído de mi novio.”
“¡Cómo! Ese cabrón era ¿tu novio?” Pensé. Pero no dije nada. Ella siguió. “Hoy estaba terco y muy pesado. Quería llevarme de compras y yo no soy una señorita cursi.”
La miré, volví a mirar a la carretera. Sin querer di un bandazo al volante y el coche se balanceó. Ella dijo. “¡Ey! Ten cuidado.” Dejó escapar una sonrisa preciosa y me preguntó. “¿Estás bien?” Asentí. Luego, señaló unos metros más adelante, y me dijo. “¿Me dejas allí?” Y añadió. “Vivo cerca.”
“¿Cómo de cerca? Mejor te llevo a mi casa tomamos un té te olvidas de tu novio y te relajas unos instantes, pajarito.” Pensé. Pero no dije nada. En cambio balbuceé.
“Donde quieres que te deje. ¿Ahí...?” “Si, aquí está bien.”
El coche se detuvo y ¡lo juro! yo no lo detuve. No deseaba hacerlo.
Ella – Lorena dijo llamarse – me dio un beso y salió.

Sigo yendo al gimnasio con la esperanza de verla de nuevo, han transcurrido seis meses y no ha vuelto a aparecer, creo que a su novio no le gustó lo que le hice. Me extraña que no haya venido por aquí para romperme la cara, seguro que Lorena le ha contenido a condición de dejar el gimnasio. ¿O tal vez era un mafioso y la hizo desaparecer para siempre? No acabo de encajar como los más infames conquistan a esas bellezas. ¿Y si el infame soy yo? Aunque ya... es por lo de siempre: el dinero y la fama. Es la escala de valores de nuestra podrida sociedad. Así funciona nos guste o no. Me consuela pensar que tal vez se puso celoso. Aunque a lo mejor ni tan siquiera fue así. Lo más probable es que ahora estén esnifando unas rayas de coca en cualquier antro para yuppies de la ciudad.

José Fernández del Vallado. Josef, mayo 2010.
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Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

35 libros abiertos :

TORO SALVAJE dijo...

Yo creo que tuvo suerte.
Se libró de un tormento.
Se dará cuenta con el tiempo.

Saludos.

María Gladys Estévez dijo...

La historia del chico que mira a chica y chica no quiere a chico... relato bueno me gusta como todos los tuyos.
besos

campoazul dijo...

Pues..., ¿que quieres que te diga? A mi la chica no me gustaba mucho (amén de unas piernas preciosas y un bello pelo), pero no la veía muy profunda...
Pero tu no dejes el gimnasio que así haces ejercicio y lo mismo aparece otra tía despampanante que te encandila...

Arwen dijo...

Ainsss lo de siempre...todo se rige por el dinero y la belleza, porque nadie mira en el interior, en mi próxima vida me pido ser monica Belluci jajjajja
me encanto el relato cielo, besossss

Vivianne dijo...

Yaaaaaaaaaa yyyyyyyyyyy????? continuará el jovencito siendo tan galán expuesto a que le vuelen los dientes?? ummmhhh exercises!!! bien estamos en las mismas los años no pasan en vano jejejjje, un texto reeeeeeeelivianito de un dos por tres se digiere será porque estás perdiendo peso...digo en las trotadoras!!!
Abrazo sureño con réplica!!

Amnesia dijo...

Es dificil encontrar una mujer de esas magnitudes, y que no desee poder, la belleza hoy en dia, da mas autestima, y a veces hace que el ser humano se le suba demasiado a la cabeza. Pero pienso que es mejor que no volviera, por que el la vio como alguien hermosa y ella lo vio a el como un miron, vamos que ni se fijo en si el tenia buenas piernas o una mirada preciosa. Un beso. Buen relato

Asun dijo...

Si es que los gimnasios es lo que tienen... Que no hay que acelerarse en las máquinas, que ya no estamos para esos trotes... Luego por hacerse ver más de la cuenta uno queda como mirón.

Besos

Rebecca Rosenbaum dijo...

Tu fantasía voló como un verdadero quinceanero...
Te has enamorado solo, y ese es el error. Lo que cuentas suele ocurrir muy a menudo.


un abrazo cordialºº

matrioska_verde dijo...

creo que estoy con Toro, esas mujeres que parece que están por encima del bien y del mal no merecen la pena, son unas engreídas, orgullosas que ni parecen de carne y hueso.

quita, quita,

biquiños,

César Sempere dijo...

Magnífico relato como siempre Josef: bien escrito, con ritmo, ¿qué te voy a contar?.

La moraleja es la de toda la vida.

Un abrazo,

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Excelente.
Por eso mismo yo no voy a los gimnasios.

Lara dijo...

Belleza y dinero pero la belleza no dura eternamente y el dinero lo mismo que viene se va ;)

Anónimo dijo...

Me intriga el tipo de compras que quería hacer el novio para que la belleza morena no quisiera acompañarlo... Uhmmm, raro raro...
Seguiré con la lectura. Gracias por su visita.
Lisa.

Unknown dijo...

ains... qué divertido me ha resultado!! y ahora qué?

Un beso!!!siempre es un placer leerte

Julia Hernández dijo...

Excelente relato, fresco y relajado, no por eso con menos profundidad. De ésas y de las que se convierten en serpientes... es mejor huir.
Jajajaja, lo disfruté miles. Un abrazo enorme mi querido amigo.

Zayi Hernández dijo...

Dicen que los mejores sueños son los que se roncan...los que no se cumplen...
Qué habrá pasado con ella?...me gusta la intriga quehas dejado.
Un besito.

Belkis dijo...

Ay Josef, es que "love is in the air" y donde menos lo pensamos allá que nos encontramos la ilusión, porque eso no es amor, pero ante tanta belleza no hay quien se resista, aunque quizás al tratarle nos demos cuenta que era "mucha espuma y poco chocolate". De momento nos quedamos con la intriga.
Un abrazo amigo

iliamehoy dijo...

Yo creo que debe estar en una clínica de estética integral, de ess que te esculpen el cuerpo a la vez que reducen la actividad cerebral. Lo digo porque unas piernas como esas, no son normales.
Una sonrisa

Eritia dijo...

Pero, no habíamos quedado en que la belleza está en el interior?, errores así, no se pueden cometer hombre, que va a ser de las que somos normales?... Bueno consuelate, te libraste de un buen marrón. Muy divertido.

Besos. Eritia

casss dijo...

Me divirtió mucho la escena de la cinta ...jajaj Un relato muy entretenido, un gusto pasar por aquí.
Te dejo un abrazo.

Jose dijo...

Creo que tuvo mucha suerte y no enredarse en historias peores ,
pues el amor a veces es un poco traidor.

Un saludo

Anónimo dijo...

Hola josé!! Buenísimo amigo, bueno eso te lo digo siempre jaja. Creo que fue mejor que no la volviera a ver, lamentablemente la plata y el poder para muchos (no para todos por suerte) es irresistible.
besosssss

Libertad dijo...

Hola Jose; consigues en cada texto enganchar al lector. Nos trasladas al lugar, sentimos lo que siente el personaje, haces que parezca real. Por eso eres un buen escritor. Y...si fuese real, casi podría asegurar: Mejor así, le espera algo mejor que esa mujer de infinitas piernas.
Un abrazo compañero de letras, más que compañero maestro.
P.D Ví tu toquecito en mi blog. MIl gracias.

MORGANA dijo...

Siempre me atrapan tus relatos,tienes magia en tus letras.
Besos tocayo

Dejame que te cuente dijo...

Que cosas te pasan..¡¡
yo llevo como 5 años en gimnasios...
dia tras dia sin parar ni en verano.... y nunca me pasan cosas como esta....

ni me enamoro de unas piernas....ni mucho menos nadie se enamora de las mias...
cuando voy...simplemente me dedico a sudar lo que no esta escrito...
has probado el spinning?
te lo recomiendo...
te aseguro que no miraras a nadie...jejjee...
se pierde hasta la vista....
;-P

un abrazo moderato

Paquita Pedros dijo...

Hola cielo otro interesante realto nos dejaste peor para ella no sabe lo que se perdio
un beso
ah bonito cambio al blog

Arwen dijo...

Fantástico relato y muy bonito el nuevo diseño del blog. Enhorabuena.

Arwen

Carolina dijo...

Buen relato mi querido Josef, mmmm ¿Por qué no dejaste que Lorena se quedara con el chico del Gimnasio?

"Dinero mata galan", que triste ¿verdad?.

El caerse de la caminadora me robo la primera sonrisa de esta mañana.

Un besito. Yo también quiero que seas Feliz.
Te quiero cielo.

El Ángel... dijo...

Bueno según nos cuentas en el final quizá es lo mejor que le pudo pasar al personaje de tu relato, perderla. Porque finalmente con un par de piernas bellas no hacemos nada si el resto de su vida no acompaña. Así está la sociedad, dinero fama, yuppies.

Un abrazo.

Cele dijo...

Señorita poco recomendable, un poco chula, ja,ja, pero al menos le sirvio de motivacion para ir al gimnasio.
Un besito

Dama dijo...

Real o no es así. Mujeres y hombres se (nos) suelen enamorar de las personas menos acertadas, seres inalcanzables que están fuera de nuestra realidad. Yo por eso no voy a gimnasios por si acaso miro donde no debo jajajaja.

Un beso querido Josef

Miguel Baquero dijo...

Qué fuerte que después de librarla te reconozca como "ah, sí, el mirón". También la chica, qué poca delicadeza y qué falta de educación. Así que anda y que le den morcilla

Vicky dijo...

Fascinante tu relato , es bueno hacer deporte , aunque a veces te pueden ocurrir situaciones sorprendentes .Tal vez esa chica no se merecia a alguien tan especial y galán.

Por cierto,decirte , que yo ya era seguidora tuya hace tiempo.

Un Beso , Vicky.

Alís dijo...

Genial el relato, Josef

Es curioso, y casi divertido, las películas que nos montamos cuando alguien nos atrae y somos invisibles. Nos invade una fe invencible y creemos que todo es posible. Pero seguimos siendo invisibles.

Besos

Carmen dijo...

hay formas y formas de decir las cosas

...ése ah tú eres el mirón

para mí merece el olvido absoluto, ya tenga las piernas de oro o de platino

como siempre, das giros insospechados a tus relatos, me gustan

Besos

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