lunes, mayo 17, 2010

La Revolución Perdida.

El deteriorado portón de madera de la chiquera chirría al ceder.
Laura Kozinski surge en el umbral y articula un seco y ceñudo saludo. El rostro rojo y sofocado, manchado de sangre tras la reciente escaramuza, los ojos grises y brillantes, el pelo negro arrollado en una larga trenza y la piel bronceada.
Sin dirigirse a nadie en particular, con gravedad, declama.
— A los Mandos Revolucionarios. Paso a informar:
El control del “Para” en el llano ha dejado de existir. ¡Acaba de ser erradicado!
Bajas del enemigo: ¡Siete puercos! Bajas personales del destacamento: Tres. Se lamenta la pérdida del comandante en funciones Herrera Prado. Se lamenta la baja del Sargento Juan Pardo Quiñones y de la compañera Susana Matías.

Seguidamente alza el oscuro fusil kalashnikov, casi tan grande como ella, y con semblante crispado, exclama.
— ¡Viva la revolución! ¡Muerte al capitalismo!
Ocho chiquillos (niños y niñas) famélicos, de apenas trece y catorce años, la acompañan. Alzando, no sin esfuerzo, fusiles mayores que sus ajados cuerpecillos, aúllan.
— ¡Viva, viva! ¡Muerte! ¡Muerte a los capitalistas!
Y, sin despeinarse, añade.
— Puesto que mi rango es el de cabo de primera, dadas las bajas habidas, soy la siguiente en graduación, y desde este momento paso a comandar el destacamento revolucionario Tihualaxa y decreto: Que visto el incumplimiento y la traición habida por parte del Gobierno tirano y capitalista de nuestra doblegada nación, a la mañana que sale, el rehén, es decir, el sirviente del capitalismo, que por desgracia impera en el mundo, será ejecutado de tiro en la nuca.

Los demás se cuadran y remachan.
— ¡A la orden de su mando!
Caminado, sin hacer ruido entra en el chamizo, se desliza con soltura hasta la mesa mugrienta, rebosante de colillas y latas de raciones sin terminar que se encuentra en el centro. Toma una de las botellas de tequila medio vacías, da un trago y lo pasa. Luego hace un aspaviento con la mano. Los chiquillos salen en fila de a uno. Antes de que el último cierre la puerta, sujetándolo de un brazo, lo detiene.
— ¡Soldado Teragua!
— ¿Si, señorita…?
— ¿Cómo ha dicho?
— Digo… Mis disculpas. Comandante Kocinski.
— Disculpado.
— Humm.
— ¿Sí?
— Camarada, le ordeno traiga a mi presencia de inmediato al rehén. Es mi deber informarle de su suerte.
— ¡A la orden de mi comandante!

En diez minutos, un hombre alto, de metro ochenta y tantos, sucio, delgado hasta los huesos, con barba y la ropa deshecha de caminar por la selva, moviéndose merced a los empellones que le propina el muchacho, surge inclinándose para no golpearse contra el marco de la entrada.
— Pase, pase... Lo recibe Laura acomodada en un balancín, fumándose un puro.
— Siéntese aquí, a mi lao.
Él la mira en silencio, con desconfianza. Sin esperar nada grato. Acostumbrado a las burlas y bofetadas de los maleados críos que lo custodian.
Se reclina sobre el suelo, deslizándose de espaldas al muro. Una cucaracha rojiza y brillante que ronda la pared de bambú se le sube al hombro y hace oscilar sus apéndices, como si esperara alguna atención de su nuevo cliente. El rehén se la quita de encima de una sobria sacudida. Laura se limita a sacarse el puro de la boca y sonreír.
— Bien soldado déjenos solos, y siga usté con sus deberes.
— ¡A la orden de mi comandante!
— Ah y cierre bien la puerta. No vaya a colarse una “chají.”
— ¿Qué es una “chají?” Pregunta el rehén por primera vez demostrando curiosidad.
Ella, con el pantalón de miliciana subido hasta el muslo, se observa una herida supurante en la rodilla. Alza la vista, lo escruta con atención, y le pregunta.
— ¿Cómo? ¿No las ha visto? Son serpientes, unas viboritas verdes y venenosas. Si te muerden no la palmas, pero estás listo una semanita.

El rehén traga saliva, siente sed, no dice nada. Aún no se decide. Aunque de golpe, desbordado por la abrumadora impotencia, deja escapar.
— Ya…Y entonces ¿qué de aquel chamaquito que murió ayer después de siete días? Qué me dice ¿Eh?
— Habla usté de ¿Pascual…? Responde ella inquiriendo. Mientras se estudia la herida, lo mira de pasada y añade.
— ¿No se ha fijado aún? Son niños. ¡No hombres! Los mandan sus papás. Pobres, pero orgullosos de enviarlos aquí para que venguen las masacres que los paras y los militares causan en las familias de los pueblos. Y mueren igual que ¡lagartijitas peladas al sol!
Levanta la vista un segundo. Un destello de desesperación envuelve su semblante.
— ¿Quiere que la ayude con eso?
— Cómo… Usté sabe.
— No. No soy doctor si se refiere a eso. Pero ejercí de Auxiliar una temporada.
— Ya… ¿Dónde?
— En una O.N.G. en África. Y continúa.
— Si me libera a lo mejor...
Ella lo mira en silencio. Él añade.
— Sé lo que piensa. ¿Cree que nací para ser héroe?
Laura se acerca hasta él y le dice.
— A ver. Dese vuelta. Pero no traté de...
— ¡No! No lo haré. No estoy loco.
Saca la llave y abre la cerradura.
El rehén profiere un estruendoso bufido y se frota las muñecas con ganas.
— ¡Vaya! Las tenía tan dormidas como dulces angelitos.
Ella lo mira con desconfianza. Le apunta con el revolver.
— No se vaya a mover o…
El rehén vuelve las palmas de las manos y sonríe nervioso.
— ¡Calma mujer…! No pienso mover un dedo.
— Mejor me llama Comandante ¿eh? Puntualiza ella, molesta.
— Bien… Comandante. ¿Quiere que le ayude?
— ¿Puede?

El rehén, poco a poco, se incorpora. Su cabeza roza el techo de la choza. Se frota las palmas.
— Vamos a ver, dice.
Ella, con temor, le ofrece la rodilla a la vista.
— Oh, oh, está infectada. Podridita de gusanos…
— Eso ya lo sé. Dice ella.
— ¡Calma! Las he visto peores. No será preciso cortar, je…
— ¿De qué se ríe? Pregunta ella irritada.
— ¿Yo? De nada. Pero sabe. Es la primera vez que en lugar de llorar me río en un mes.

Ella sonríe y su rostro deja translucir una belleza secreta, casi olvidada. El rehén se detiene un instante y la contempla con admiración.

— ¿Qué mira? ¿Acaso tengo pelos en la lengua? ¿Soy tan fea?
— No. Usted es… Hermosa.
— ¿Ah sí? No me diga. Y qué me va a pedir ahora ¿Un salvoconducto?
— Exacto. ¿Cómo lo sabe?
— Todos lo hacen. Todos se declaran inocentes.
— ¿De verdad?
— Sí. Y trabajan para los capitalistas. ¿Usted también lo hace?
— ¿El qué? Trabajar para…
— Los capitalistas, sí.
— Venga…
— ¡Comandante!
— Comandante no me salga con esas ahora. Sabe tan bien como yo que su causa está perdida de antemano.
— ¿Lo ve? ¡Usted también apoya al capitalismo!
— No. Yo soy ciudadano del mundo.
— ¿Qué…? ¿¡Que tonterías son esas!? ¿Ahora dicen eso?
— Si, debería usted estar conectada al mundo, mi comandante.
— Se refiere a todas esas porquerías. A Internet, la televisión, y esos trastitos que maneja el capitalismo para tenerlos a todos seducidos como a ovejas. ¿No?
— Bueno, yo opino que no son malos… ni buenos. Pero están ahí, sí. Y los utilizo.
— Pues yo no, ni pienso. ¡Se entera! Yo amo a Fidel y al Che.
— ¿Fidel? Si... ha hecho cosas buenas pero también las hizo malas. En cuanto al Che era un idealista y lo mataron sin conmiseración. ¿Quiere morir usted igual?
— ¡Y por qué no! Él era un luchador. Será un honor para mí morir defendiendo la causa. Además, yo no soy como usted.
— ¿Y cómo soy yo?
— ¡Bocazas! Te crees muy listo, chavón.
— Y lo soy ja… Mire su herida. Ya está limpia y curada.

Laura abre los ojos como ascuas. No puede dar crédito. Con apenas cuatro cosas el prisionero ha hecho una obra de arte en su herida.

— Bien. Dese vuelta y ponga las manos a la espalda.
— Por cierto me llamo…
— ¡Sssshh! No. No quiero oír su nombre ni en pintura. ¿Entendido?
— Pero…
— Vas a ver chavón.
— ¿Que es esto? ¡Qué hace! No puede…

Lo empuja hasta el camastro. Lo arroja boca arriba y lo desnuda de mitad para abajo. Con apuros ella se quita las botas se baja el pantalón y se despoja del jersey. A continuación se pone a horcajadas sobre él mientras exhala, se deja caer y lo besa con ardor, al tiempo, percibe el calor en su interior y gime demostrando placer y ansiedad. Se inclina de nuevo sobre él cubriéndolo con sus cabellos y lo besa. Comienza, primero despacio, saboreando el sabor de su paladar, luego cada vez más rápido hasta que ambos se buscan con desesperación, como si desearan succionarse. Repiten la operación varias veces, con descansos de diez minutos o más, hasta caer exhaustos.

Al amanecer Laura despierta. El rehén yace a su lado despierto y la contempla, le dice.

— Sabe Laura... o como quiera que se llame. ¡La amo!

Ella lo mira asustada. Se incorpora y camina en la penumbra. Tropieza con sus botas de miliciana, tropieza con el balancín. Está nerviosa y descentrada. ¡Ya no sabe donde ha puesto las cosas! Un gemido interno, doloroso, empieza a fraguarse desde el interior, en sus entrañas, hacia un remoto exterior, se siente sin fuerzas, percibe su frío tacto en la oscuridad y lo toma.
Después va casi de un salto hasta donde está el rehén le da la vuelta bruscamente, le apunta a la cabeza y dispara.

Afuera, se oye la voz del camarada Teragua inquirir con tranquilidad.

— Comandante… ¿Cumplida sentencia?
— Sí… soldado. En una hora quiero el informe, responde ella.

Y a continuación, con lágrimas brotándole como fuentes sin sentido, sin dejar de contemplar al rehén que la mira aterrado, le libera las esposas. Lo empuja hasta la puerta de atrás, abre, y mostrándole la selva, le susurra.
— Debe correr hacia el valle. Abajo encontrará a los militares. Acérquese con prudencia, no sea que se les escape una bala…
Agradecido, él comienza a decir algo. Laura lo interrumpe.
— Una sola palabra y es hombre muerto. ¡Váyase! Corra, vuele, desaparezca…
Luego cierra la puerta, se apoya sobre su marco y con ojos llorosos, murmura.
— Hasta pronto, muy pronto, Pedro, Luis, Jaime, Rodrigo, Carlos, Silvio… o como quiera que se llame usté…


José Fernández del Vallado. Josef. 2005. Arreglos, mayo 2010.
Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

44 libros abiertos :

Liliana G. dijo...

¡Ooooooh, qué romántico! Me encantó, José, una fantasía excitante, y un mensaje dulce: el amor (¿o el sexo?) todo lo puede, incluso, burlar a la muerte.

¡¡Buenísimo!!

Besos, abrazos y cariños :)

María Gladys Estévez dijo...

Los escritores siempre nos hacen volar al mismo lugar de la escena... y tu eres uno de ellos.
perfecto y apasionado encuentro.. ya me hubiera gustado a mi ya.. pero no.
besos enormes

Carmen dijo...

¡joder qué sufrimiento!

pensé que lo había matado :O

una historia con sabor agridulce pero me alegro que le hayas dado el mejor final posible

besos

César Sempere dijo...

José, ¿a qué cojones de editores llevas tus novelas?. Lo sé, todos los editores son unos capullos.

Perdona, pero me indigna que cosas tan buenas que sólo unos pocos disfrutamos en tu blog no salgan a la luz. Eres realmente bueno.

Maravillosa historia perfectamente narrada.

Un fuerte abrazo,

Pdta: Disculpa mi tono. Me he emocionado.

María dijo...

Estoy de acuerdo con lo que dice César Sempere, y es una pena que tus escritos los conozcan tan poca gente, cuando deberían de conocerlos muchísima gente más, porque eres un extraordinario escritor, siempre nos haces volar con tus escritos, de verdad, amigo, te felicito por escribir tan bien como lo haces.

¡Por cierto! has quedado el blog precioso, me encanta el nuevo aire que le has dado.

Un beso.

Belkis dijo...

Estupendo y real relato Josef. Es una pena que tantos niños y niñas estén inmersos en estos movimientos de los que no entienden nada, pero así es. También el tema de que la comandante no por el rango deja de ser mujer y como dicen por ahí "el corazón tiene razones que la razón no entiende..." aunque en este caso no sé si fue el corazón o la pasión, lo que sea... que somos emocionales ante todo.
Muy buen relato, como todos los que escribes. Cautivas
Un abrazo muy grande

Amapola Azzul dijo...

Bonito contraste, amor y guerra, pasión y desolación.

Muy contundente.

isis de la noche dijo...

Vaya...

Cuando uno piensa en las historias selva adentro, nada le parece imposible.

En ese presente interminable, en ese mundo que es totalmente otro mundo...

¿Por qué pelear ahora??


¿Tal vez por la posibilidad de rediseñar el mundo, de encontrarse en otras circunstancias, de dejar atrás la desoladora historia??

Ay amigo..

Tus letras me han llevado a ese mundo. Y de ahí a otros más..

besos

MAYTE dijo...

Estupendo relato lo he vivido hasta el final.

Besos.

Paquita Pedros dijo...

Hola coraozn muy bello relato mucha intriga hasta el final precioso
un beso

Jose dijo...

Es una narración maravillosa don de nos demuestras que el amor no tiene barrearas, ni entiende de ideales es el deseo de amar lo que prevalece en el mortal.

Coincido con la apreciación de mi estimada María,estas narraciones debían verse en todos los espejos

Un saludo

Pame Recetas dijo...

Maravillosamente escrito, me has tenido en vilo, es que creí que lo había matado!! buenísimo, aunque aquí, entre nos, el tema de la guerra me duele demasiado.

Bueno, con respecto a Caleta Tortel: cuando vengas otra vez al sur espero que encuentres amigos más generosos que no esconden sus lugares. Te mando un beso

Lara dijo...

Ainsss..... que romanticón Josef ;) Excelente ;)
MUuuuuuuuuuuuuuuuuuuacks!

Anónimo dijo...

Hola José!! Muy bueno!! Un texto con todos los condimentos, romanticismo, sexo, final con suspenso...Me encantó
Besosss

TORO SALVAJE dijo...

Ellá se ha condenado.
Sin cadáver lo va a pasar muy mal.

Saludos.

Carolina dijo...

Una historia que me trasladó por un momento a la selva venezolana, y también a los que defienden unos ideales que aun no entiendo...
Ojalá todos los rehenes tuvieran esa suerte de ser liberados...

Me encantó tu relato mi querido Josef.

Besitos

LUCIA-M dijo...

Vaya.. me atrapaste hasta el final, bello y romántico con dulce sensualidad…
Besos.

Arwen dijo...

Me he calado mucho con esta historia Josef...tanta injusticia en nombre de la justicia.

Besos.
Arwen

VeroniKa dijo...

ufff...será verdad eso que el amor todo lo puede?
o es que las pasiones nos hace transgredir cualquier ideología?

somos animales, con o sin rifle.

abrazos

Vicky dijo...

Excelente querido Jose , tienes la magia del escritor capaz de enganchar hasta llegar al final del desenlance.Sinceramente me has impresionado a cada rumbo que tomaba el texto , reitero nuevamente,excelente!
¿Así es la vida idealismos, pero susceptibles de subyacer ante el amor o deseo , o en este caso podriamos llamarlo misericordia?

Besos , Vicky.

Ginebra dijo...

Ummmm, una historia de amor y "revolución", me gustó el fragmento en el que hacían el amor, especialmente y también el final de esta historia triste en el sentido del compromiso político antes que el afectivo.(yo me hubiese fugado con el rehén).
Besos

josef dijo...

Creo que no estoy siendo ni justo ni sincero con vosotros. Nunca, o muy pocas veces, os agradezco vuestras visitas y esas críticas, tan o demasiado generosas, que hacéis de mis relatos.
Sólo quiero deciros una cosa. Este relato para mí siempre ha tenido un significado especial, porque alaba el amor aún en las peores circunstancias y critica esa terrible injusticia que es la utilización de los niños en la guerra. Y todavía los adultos nos llamamos ¿seres racionales? Actuemos como tal.

Un abrazo sincero a todos y muchísimas gracias por vuestro apoyo.

josef.

Manu Espada dijo...

Muy bien narrado, aparte de un relato es uan especie de denuncia social, dos en uno.

campoazul dijo...

Que romántico, está comprobado que el amor surge donde menos se le espera, incluso cuando se está rodeado de dolor.
Preciosa historia, me emocionó...

Besitos.

lanochedemedianoche dijo...

Esta lectura romántica, sensual me ah encantado, como narras josef, nadie como tú, realmente los diálogos son intensos, bellos, la historia es casi una realidad, no sé si lo dejaran salirse así, pero que buena mañana pace leyéndote tamaña historia.

Besos

soy beatriz dijo...

Pensé lo mismo que Toro!!! y le hará falta un cuerpo!!! seguramente, alguno ha de conseguir en medio de una guerra.
Bello relato, donde la infamia de la guerra y el institnto de la pasión se mezclan, como la vida misma.

Un abrazote!!!!

Yurena Guillén dijo...

Me gusta como has meclado la crudeza de la guerra con ese halo fantástico.

Buen relato.

Un abrazo grande.

Amig@mi@ dijo...

Qué mezcla tan conseguida de sentimientos, pasiones, situaciones...
Y con sólo dos personajes.
Este es de premio, José ;)
Besos

Verdial dijo...

Eres un verdadero maestro que nos llevas a través de tus letras a tu antojo.

Un relato duro pero a la vez dulce. Me hizo suspirar de alivio al final, cuando segundos antes me había sobrecogido el alma creyendo en un certero disparo.

Me ha encantado.

Un abrazo

Alís dijo...

Hasta el último momento creí que lo mataría. Me temo que su decisión no le será muy favorable a ella. Pero da cierta esperanza.
Y sí, es lamentable e indignante el uso de niños en la guerra.
Es soberbio tu relato, Josef. Creo que el que más me ha gustado de los que te he leído. Y eso que el listón está muy alto.
Besos

Mar Cano Montil dijo...

¡Glub, Jósef! Lo he leído de un tirón, no podía parar...

Fuerte, contundente, crítico, áspero; y en todas estas coordenadas el amor, hasta en las peores circunstancias.

Muy bueno, dejas entrever el tema de los niños en las guerras ¡qué es tremendo! y sacas al amor a pasear ¡hasta en las condiciones más despiadadas!

¿Sabes? pensé que le pegaba el tiro y me ha entrado un cabreo... hasta que he leído el final...:)

Un besote.

MORGANA dijo...

cuídate y te dejo un regalo en mi laberinto.
besos.

MORGANA dijo...

Josef ,el regalo esta en el otro blog EL LABERINTO DE MI ALMA.

Marina dijo...

Un relato apasionante de principio a fin, sabés mantener interesado al lector, muy bueno. Y las guerras, qué se puede decir de ellas sino que son la antítesis del amor... Un abrazo.

Trini Reina dijo...

Pensé que lo mataba a sangre fría, pero veo que triunfó el amor, o el sexo, o la ternura de la feminidad, o la de la soledad...

Abrazos

Anónimo dijo...

Muy bonito!!!!!!!! hasta en los peores momentos, en las situaciones más complicadas, con tus palabras consigues que se instale un rayo de amor.

Gracias por dejar que disfrutara de tu relato alargando su estancia en el blog, eres un cielo.

Un besazo muy grande, muakaa

essaldir dijo...

Interesante relato.., bien logrado y con un buen ritmo... bien por mostrar a esos niños de guerra... y por dejar una luz de incertidumbre...
Un Abrazo

Miguel Baquero dijo...

Chapó, amigo. Qué bien contado esta, mejor descrito, todavía mejor resuelto. Un pedazo de texto y un final formidable

Cele dijo...

Me gusta este romanticismo, dramatico, pero hermoso.
Aunque requiere tiempo y el tiempo es oro, leerte es todo un privelegio. ¡Lo que se pierden los editores!
Besos

Maribel Romero dijo...

Oye, tú eres muy bueno. Me ha encantado el relato, está perfectamente narrado, sobre todo muy bien reflejadas las absurdas razones que mueven a mucha gente esclava de su ignorancia a las atrocidades más terribles. Felicidades.
Saludos.

MTeresa dijo...

Un hermoso relato
lleno de crudeza
con el adobo de la misericordia.
Incluso en los lugares más horrible
existe la bondad innata
del ser humano.
Un saludo

Pedro Ojeda Escudero dijo...

escenario para todas las historias de amor y crueldad, sin duda

Julia Hernández dijo...

Ya te han dicho todo y de todo.
Un excelente relato, crudo y desgraciadamente real. Me abruma,
me duele el alma pensar en estos niños agobiados, madurados con dolor y sangre, es triste, pero en algún lugar se revierte el dolor y se edifican mejores presentes, mejores horizontes para ellos, todavía hay seres humanos buenos que construyen.
No hay que perder la esperanza. Tu imagen lo dice todo...excelente elección. Es un placer leerte siempre. Un fuerte gran abrazo.

RR dijo...

Ay que alegría y mi querido y entrañable amigo Mode.....como te habrás dado cuenta, estoy un poco alejada.....LA VIDA.....LA VIDA....te quiero aunque no te lo demuestre demasiado, no tengo demasiadas fuerzas....besitos con gran cariño y sincero

Post más visto

Otra lista de blogs