martes, abril 17, 2012

La maldición de Chaital.

 
Amanece en el lago Chaital y Pablo, el pescador de misterios, sentado sobre la concavidad de una roca, acecha caña en mano la llegada del pez que nadie pudo pescar.

Hay mil amaneceres distintos, sólo uno es suficiente para reconocer su destino.
Salpicando la extensión aún ocre del lago, de vez en cuando, exotéricas burbujas rezuman en superficie y le revelan su llegada, mientras en torno a un cebo asentado a media profundidad, describe círculos concéntricos.

Lleva más de ocho meses fraguando que el trance de un momento incierto se torne favorable; tan sólo le resta una semana. Debe hacerlo antes que su primer hijo varón vea la luz. Mientras, siente como si desde algún rincón inescrutable de la tierra las puertas del vacío se abrieran llenándose de sentido. De súbito, la nostalgia de lo inalcanzable lo abruma, igual que la vez que su padre lo encomendó bajar con la red y lo vio. Desde su perfil milenario el pez lo miró y de sus ojos brotaron lágrimas de aliento. Tras habitar una eternidad deseaba más vida: Existir es una droga que atrapa. Así lo sintió Pablo cuando vio ondularse el volumen de un ser que por primera vez descubría lo que implica encontrarse desprotegido, respirando el oxígeno impuro de una superficie contaminada. Estuvieron muy cerca. Si quisiera, el monstruo podría habérselo tragado como la ballena hizo con Jonás. No sucedió. Desapareció como si nunca hubiera existido…

Pablo se arropa, permanece pensativo. Desde hace generaciones el pez es una herencia maldita de la familia Pedrosa Huasca. Nadie más conoce su entidad. Incluso, transcurridas posteridades, dudan sobre su existencia.

Mientras se recrea en sus manos agrietadas asidas a la caña, le envuelve la nostalgia y piensa en Iorana, su novia de labios suaves de pulpa y mirada de cielo, con la que compartió bolsas de pistachos y dulces besos impregnados de ternura y timidez. Y el día en que fueron al lago en verano y ella anheló bañarse. Él sintió desasosiego y se lo confesó. Le habló del ser que habitaba esas aguas y su maldición; ella lo escuchó con regocijo y sin creerlo se bañó.
Dos meses más tarde comenzó a sentirse mal y quedó ciega.
Una mañana, para disipar el maleficio, la acompañó hasta el lago y la volvió a bañar. A los dos días Iorana, falleció.

Su mente va aún más lejos. Cuando era un chico de diez años y su familia, incluidos su abuelo Andrés Pedrosa López, y su abuela Chital Huasca, transportada en camilla, viajaron al lugar e imploraron a los dioses por la suerte de todas las familias malditas.

Abre los ojos y la oscuridad abisal de las aguas le devuelve a la realidad. Ahora tiene cuarenta y pico años – ya no es un niño – conoce el amor y sabe lo que es cortejar. Recuerda cuando desnudó a su ahora mujer Liliana, para amarla: Juró; en tanto el perfume de ella colmaba sus sentidos y la acariciaba, juró; mientras, primero con suavidad y luego con diligencia, la penetraba, juró acabar con el monstruo...

De detrás de las montañas surge un sol alborotado; llameante. Como un eterno suplicio comienza a proyectar su aureola de calor sobre la superficie del lago. Algo bulle en el fondo. El pez, sin demostrar el menor indicio de necesidad ha estado observando el cebo más de veinticuatro horas; de súbito, sacudido por una urgencia de siglos, lo toma y parte veloz.

La caña de bambú salta y se tensa. Pablo sale de su trance y agitado comienza a soltar sedal. Cuando ha cedido cien metros, de pronto tensa y recibe el primer tirón; inesperado y brutal. Cae de la roca y se introduce hasta la cintura en las aguas, mientras, de forma angustiada, suelta de nuevo sedal a su vital oponente.
Poco a poco logra retroceder hasta alcanzar la orilla y desde allí plantea su contraataque.
Tensa de nuevo y resiste a duras penas el empaque del segundo tirón. La maniobra se repite tres cuatro diez, veinte, cuarenta veces…

El atardecer cae sobre el lago y a cincuenta metros, el perfil de una forma descomunal, emerge por primera vez y coletea cansado. Transcurren dos horas más y Pablo tiene a sus pies un pez de cerca de seis metros que lo mira con… ¿dulzura, comprensión? ¿Mendiga acaso piedad? Imposible…
Toma el arpón y de un desenvuelto y brusco movimiento se lo clava.

Todo ha acabado…

De pronto se gira. ¡No sabe dónde está! Pero se siente de nuevo ágil, poderoso; y sobre todo, ¡libre! Una oscuridad envolvente y fresca lo atrapa hasta hacerlo suyo. Se desliza entre aguas frías aunque acogedoras y se instala en su nuevo hogar: El fondo del lago.

José Fernández del Vallado. Josef.


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23 libros abiertos :

Gara dijo...

Hacía tiempo que no disfrutaba de tus extraordinarias novelas. Tienen ese toque tan tuyo entre la realidad y la ficción.

Pablo quiso acabar con el pez y éste lo arratró con él.

Un abrazo

Ama dijo...

Vaya... alucinante! con su toque de ficción, me encanta que tus entradas tengan siempre un toque de ficción...
Besos mentales.

Juan Ojeda dijo...

Me gustó la narración, lleva un ritmo muy atrayente que le permite al lector irse metiendo tanto los personajes como en las maravillosas descripciones (algunas de muy interesante contenido poético),,,

Felicitaciones... todos los monstruos de nuestra vida nos hablan un poco del hogar del espíritu.

Un fuerte abrazo.

mariarosa dijo...

Felicitaciones Josef. Que buena opbra, digna de un concurso literario.

El personaje de Pablo nos va llevando a través de su historia y la del pez,muy interesante, lo que sorprende y merece un aplauso es el final. no lo imaginé.

mariarosa

Juji Mogar dijo...

Bellísma historia, bellísima de verdad. Te atrapa, hasta el último aliento.
Una brazo.

noah dijo...

Un buen relato, donde das paso a algo más que la buena literatura.

Te felicito sinceramente.

Scarlet2807 dijo...

Extrañaba tus excelentes narraciones, esta en particular, la encontré buenísima, tiene todos los ingredientes para ser una genial historia, con un final inesperado, como broche de oro...
Besitos en el alma
Scarlet2807

mientrasleo dijo...

No salen mis comentarios?

Tatiana Aguilera dijo...

La delicia de un relato, un final inesperado...Esperó, batalló, venció a su monstruo personal; pero lo ignoraba era que detrás de toda nube negra, de todo reto personal, parte de nuestra vida se va adhiriendo con los años y nos lleva con ellos.
Un abrazo.

Maite dijo...

Te veo en forma :)

Primavera dijo...

Alaaaaaa que final mas sorprendente, vivir el resto de la eternidad como un pez, espero que a tu protagonista no lo pesque otro y acabe con el que el le clavo el arpon..
Como siempre un deleite para mis ojos leer tus historias que son realmente apasionadas.
Besitos

Mercedes Pajarón dijo...

Ha sido un placer leer tu estupendísimo relato. Menudo dominio de arte y técnica dentro de una historia muy original. Coincido con Mariarosa, es de concurso literario. Y ganador, por supuesto.
Un abrazo.
PD.-Gracias por los buenos deseos del comentario que dejaste en mi blog. Que sepas que lo he valorado muchísimo.

MORGANA dijo...

Tocayo,echaba de menos tus buenísimos relatos.Tus novelas me atrapan de principio a fina.El final buenísimo.
Un besazo

Luisa dijo...

Hola, Josef.

Buen relato.

Magnífico el final. Hay algo en él de historia cíclica, de traspaso de poderes, al igual que el que recoge los remos a Caronte. Profecía o maldición. Me ha gustado mucho.

Un abrazo.

TORO SALVAJE dijo...

El pescador pescado...

Saludos.

Salamandrágora dijo...

¡Magnífico relato! Por momentos recordé "El viejo y el mar", aderezado con una pizca de lo que se dio en llamar "realismo mágico". Me gustó mucho, mucho.

Un saludo.

mientrasleo dijo...

Un relato estupendo, muy cuidado y reposado. Un final perfecto, hoy leía que es muy difícil poner punto final a un relato.. enhorabuena.
Besos

LA ZARZAMORA dijo...

Nada puede librarnos de nuestros monstruos, con ellos nos ahogamos hasta lo más profundo de nuestros anhelos.
Eres un talento para las descripciones.

Besos.

MTeresa dijo...

Tu relato impacta
y admira,
posee el valor literario de las
grandes narraciones,
me he paseado un rato por tu blog,
hacía tiempo...
un besazo

campoazul dijo...

Me quede muda..., me esperaba el final del monstruo maldito, me dio un poco de lastima pensar que Pablo había dedicado su vida a ese pez... literalmente, su vida.

Besitos.

Seo dijo...

hola pasaba a dejar un saludo. espero que todo haya ido bien en el tiempo que me desconecté de este mundillo.

tu entrada es muy buena y el final sorprende mucho. dedicar una vida a algo que se convierte en una obsesión, a veces, es condenarse

saludos

Magia da Inês dijo...

♫♫°º
Olá, amigo!
Adoro sua ficção, o suspense e o elemento surpresa sempre presente.
A sua narrativa sempre prende a minha atenção.
Bom domingo!
Bom início de semana!
Beijinhos.
Brasil.
°º✿
º° ✿¸.•°❤

Vivian dijo...

Qué bueno eres con las imágenes Josef.
Creo que el fondo del mar debe ser un buen lugar para huir de este mundo cruel. ;)
Besos

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