miércoles, diciembre 04, 2013

Luces de Fulgores Apagados.



 La oscuridad de la noche —una noche más— se convierte en descolorida, o es mi vista la que apenas da más de sí. Las notas de una vieja canción se difuminan en mi mente... 
Llegué a esta ciudad sin nombre siendo muy joven. ¿Por qué tuvo el tiempo que marginarme? 


Recuerdo que una vez dije algo. Ocurrió en una época lejana. No temía los presagios de la vida y amaba, pero ¿llegué a entender lo que realmente significa el amor? Dirigiéndome a ella, le dije: 

“Si pudiera amarte siempre, jamás moriría.” 

La calle huele diferente. Un grupo de muchachas jóvenes pasan a mi lado. Ni siquiera se fijan en mí. ¿Me habrán visto? Claro, no existo para ellas. Soy viejo. Muy viejo... 

Por aquel entonces, por un lado, creía en ciertos argumentos inverosímiles, como la existencia de ciudades devoradas por la selva; tesoros ocultos en lugares insólitos; mamuts perdurando vivos bajo la capa helada de permafrost de Siberia; volcanes que conducían a mundos interiores bajo la corteza terrestre; islas perdidas, colonizadas por una fauna exótica y desconocida. 
Y a la vez no creía en nada, y menos en la existencia de un camino que condujera a una ciudad extraviada en el desierto. En la selva ocultarse de la vista de cualquier desaprensivo resulta sencillo, pero y en el desierto ¿cómo hacer pasar desapercibida una ciudad de un millón de habitantes sin que la humanidad lo descubra? 

Cuando llegué todavía era joven. Vine siguiéndola como un perro en celo. Era una indígena de rasgos mestizos, figura voluptuosa, y un poder de seducción que anulaba mis convicciones y en conclusión, mi sentido del razonamiento y del riesgo. 
Entré respirando el polvo irrespirable de esta ciudad y la amé durante años. 
Un día, tuvo que decirlo. 
Estaba tumbado en una hamaca, disfrutaba del duermevela de un sofocante atardecer. Se dio la vuelta y habló así: 
—No existes. Ya eres polvo del desierto... 
La miré con incredulidad e ironía. Supuse que se trataba de otra de sus bromas. Contemplé sus ojos y no encontré en ellos el menor atisbo de humanidad. Ansioso, me levanté para abrazarla y cuando lo hice se desmenuzó entre mis brazos, quedaron en el aire unas palabras. 
—En cuanto a mí. Nos soy más que un espejismo de tu mente. 

Me suponía joven y no creía en nada que no tuviera sentido. Como, por ejemplo, aquella ciudad incoherente en la que me hallaba atrapado. Y si por entonces alguien me lo hubiera dicho, tampoco hubiera apostado porque a través del amor la vida podría eternizarse sobreponiéndose incluso al glacial olvido de la muerte... 

José Fernández del Vallado. Josef. Diciembre 2013.
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Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

20 libros abiertos :

Analogías dijo...

Hola José! He visto que me has dejado este enlace en Subconsciencias. Es una sugerencia para lo del concurso?

Un abrazo.

josef dijo...

Hola Ana.
Sinceramente, no sé lo qué debo haber hecho parra que te haya llegado ese enlace. Ahora, si hay un concurso y mi relato encaja, me gustaría saber si reúne los requisitos para participar. Ya que hace muchísimo tiempo que no me presento a ninguno.
Perdoname si te ha resultado molesto. Reitero que no entiendo cómo te habrá llegado ese enlace, puesto que hasta ahora mismo no acabo de entrar en tu blog.

Un abrazo.
Un abrazo.

Analogías dijo...

bueno, te paso los datos por aquí y decide tú si te presentas. No me ha molestado. Pensé que sería una sugerencia.

Mira : http://www.ayquegusto.com/ayuda.jsp?id=6

Ilesin dijo...

Mi querido Jose en el paso de la vida a veces sin darnos cuenta aquello que nos avivo la llama se va extinguiendo sin que nosotros nos demos cuenta, hasta que un día nos damos de bruces contra la realidad.
Besos

Cristina dijo...

Con esos términos tan cortantes un oasis en el desierto vendría bien para calmar la desilusión.
Una cruda realidad... muy común en nuestras vida, muchas con otros términos.
Ha sido un placer pasar a leerte, te dejo un besos.
Bella noche!

Dyhego dijo...

Ay, ese tiempo que todo lo destruye.
Salu2.

Misterio dijo...

Precioso... profundo... sentido...

Me ha encantado.

Un beso.

virgi dijo...

Amores soñados: ¿espejismos creados para evadirnos?
Un beso

josef dijo...

Muchas gracias Ana.

josef dijo...

Y la realidad ¡qué tan dura puede ser! ¿verdad?

Besos!

josef dijo...

Un oasis en el desierto es solo un espejismo en el camino hacia una muerte casi segura...muchas veces...

Gracias por la visita Cris!

josef dijo...

E incluso a veces, lo restituye.

Un abrazo!

josef dijo...

Gracias Misterio. Es lo que intento hacer cadq vez que cojo la pluma y el tintero ;)

Besos!

josef dijo...

No. Espejismos creados para soñar aquello que no vemos; aquello que somos incapaces de alcanzar. Y vivimos soñándolo hasta que un día el escenario se desmorona, y entonces nos damos cuenta de que hemos perdido una vida soñando espejismos en el desierto...

Un abrazo.

María Eva Ruiz dijo...

Profundo.
Me quedo con tu frase: "Si pudiera amarte siempre, jamás moriría"
Encierra mucho significado en tan pocas palabras. A veces el amor, lo ideamos o imaginamos como nuestra propia vida y pensamos que sin él no podémos sobrevivir.

Un abrazo grande, y gracias por tu visita.

María Eva.

Julia Hernández dijo...

De todo lo leído el final es contundente y esperanzador, el personaje se reiventa y sobrepone y se levanta, nuevo, eternizado no solo en el amor también en la palabra, que es una hermosa forma de perpetuarse....Besos!

Katmarce dijo...

Hola Josef: solo puedo decir "¡ouch!"... ¡Cómo duele caer en cuenta que el amor no es para siempre!...

Un abrazo y gracias por tus visitas a mi blog.

Katmarce--
submarinopimienta.blogspot.com

josef dijo...

Hola Katmarce.
Es un placer pasar por tu interesante blog. Sé que siempre voy a encontrar temas interesantes que leer.
Gracias a ti por estar aquí, de nuevo.
Un abrazo.

Unknown dijo...

Un relato estupendo con cuya lectura he disfrutado. En ocasiones obviamos la realidad y entonces nos destruyen los sueños no cumplidos en un momento de la vida.
Saludos, felicidades por tan buen blog, y un abrazo..

josef dijo...

Gracias Carlos.

Un fuerte abrazo desde Madrid.

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