
Es
domingo; despierto de una siesta letárgica. Me dormí con el libro en mi regazo.
Me encuentro aburrido, o quizá más aún: pesado; todavía hace mucho calor…
Salgo
a la calle. La urbanización donde vivo está muerta. Ni siquiera los loros son
capaces ya de de alborotar. Los
plátanos, acacias y moreras, se dejan ver con su nuevo vestido de hojas todavía
recientes.