
Valentín Villa, ex atleta, ex estibador, ex ganador de diversos títulos y en definitiva, ex hombre músculo. Ricardo Sadá, ex empresario, ex respetable, ex vox populis, y en definitiva, ex hombre acreditado. Los dos rondan ahora la decisiva cincuentena y sin recursos para bregar en sus diversos caminos y avatares han llegado a ser quienes son: Dos perdedores. Pero sobre todo hoy son ya algo más; dos hombres arruinados por una misma y singular particularidad: El alcoholismo.
Ahora, ambos se escudan y reconocen tras un mismo poder de supervivencia, un elemento que los mantiene sumidos en constante enajenación: La ley del alcohol a bajo precio. Al fin y al cabo, una ley tolerada por la sociedad.
Sin apenas ser conscientes, oprimidos bajo un proceso engañoso y avasallador, con lentitud, de forma infame y gradual, han ido abandonando sus intereses establecidos y han empeñado sus cada vez más escasos recursos en la bebida.
¿Cómo empezó todo? De forma simple en apariencia. En principio vivieron una época de borracheras iniciales con los amigos. Por aquel entonces todo les resultaba no sólo natural y sencillo, sino feliz y... exaltado. Ambos ha

Quizá siendo conscientes, o tal vez sin serlo, pero en el fondo y aunque negándola descubriendo su imperiosa necesidad, a medida que perdieron su capacidad de razonar ambos malograban aquel círculo de amigos no tan “incondicionales” como habían supuesto; y con ello, disminuía su previsible constancia para trabajar y también la facultad para ser razonables consigo mismos y con los demás. Enseguida su situación de estabilidad real dejó de existir y pasó a transformarse en una extravagante parodia onírica, de la cual les resultaba cada día más y más difícil... ausentarse.
Y así, ambos discurrieron por caminos paralelos, hasta encontrarse en aquella tesitura ese terrible amanecer. Sin hogar, sin pareja, sin dinero, sin familia y sin un solo amigo que los respaldara. En definitiva, abandonados a su suerte en el mundo.
Sí, hacía un frío excepcional esa madrugada, y Valentín Villa, ex atleta, ex estibador, ex ganador de diversos premios y en definitiva, ex hombre músculo, aparte de es

Y el frío, siempre el frío, compañero de males, enemigo de amistades y de aliviar mediante una conversación amigable los problemas... Pero el problema de ambos era ya una dañina enfermedad, si no irremediable, violenta. Pronto pudo descifrarse con claridad la terrible ansiedad y molestia devastando el rostro de Valentín, y más cuando Ricardo le negó el trago con rotundidad. Tampoco intercambiaron una frase al comenzar el forcejeo; una total ausencia de vocablos o exabruptos acompañó la disputa desde el principio, y cuando los brazos aún poderosos de Valentín rodearon y atenazaron el cuello de Ricardo con potencia hasta asfixiarlo, sólo hubo un gemido, un hondo suspiro, una leve convulsión; eso fue todo...
De momento Valentín Villa había ganado la partida. Con manos temblorosas destapó la botella y bebió. Estaba muerto de frío. Pero sobre todo la ansiedad el malestar y el frío glacial... dejó de existir y se convirtió en placentera y cálida riada deslizante que se precipitaba ard

Ese mismo am

Al día siguiente, apenas hubo un breve recordatorio sobre sus vidas en los diarios. Dado que en una nación muchos son los problemas que se deben de afrontar; y además, a diario, hay cantidad de fallecidos, y encima más ilustres a los que hacer referencia que a un par de miserables... ¿enviciados?
José Fernández del Vallado jun 2006 josef. Arreglos dic 2008.