Imagen tomada de Internet.
Verla entrar en la sala le impresionó. Les
habían informado que vendría un “editor” y escuchar aquella palabra, para Jaime,
era sinónimo de hombre alrededor de los cuarenta, hastiado de los
escritores, juzgándose el mejor en su singularidad, y en realidad sabría
bastante, aunque debido a su soberbia y quizá también a la sobrecarga de
manuscritos que debería atender, dejaría escapar documentos interesantes.