Imagen tomada de Internet.
Descendí del avión y una humedad soportada veinte años antes, trató de encharcar mi voluntad. Esquivé la barrera de chicos maleteros, efectué la reserva en el Rent a Car y arranqué dirigiéndome al este. Una noche diferente resplandecía o era el poder de una luna sobredimensionada.
No había oscuridad. Azules plomizos y metálicos abrillantaban los acantilados dotándolos de espíritu, mientras una brisa somnífera embadurnaba mi piel de recuerdos. Estaba en el Caribe, donde la noche forma parte del día y deambulando entre ensueños es posible existir sin la obligación de detenerse, el tiempo transcurre al revés y los caminos transitan hacia el interior de bocetos revestidos en pátinas de matices imposibles. Nada funciona según los cánones y los hombres sucumben a su bella locura o agonizan envueltos en sueños oníricos...
La pulcritud de una recién construida autovía,
me permitía avanzar a buen ritmo. Demasiado fácil. La ilusión desapareció
veinte kilómetros más adelante, cuando me interné en una carretera de oscuridad
amenazante. De todas formas, estaba seguro, mi dirección era la deseada. Puse una
cinta en el casete y canturreando proseguí hasta llegar al puente del río
Chavón. Todavía seguía ahí. Se trataba de un paso elevado de forma arqueada construido
a principios de siglo. Primero ascendías un primer tramo y luego bajabas. Comenzaba
a descender cuando, procedentes del otro lado, gritos exaltados me dieron el
alto, los haces de varias linternas me deslumbraron y vi el arsenal de kalashnikov,
M16 y revólveres, apuntándome.
Me detuve sin siquiera encontrarme asustado,
en realidad no tuve tiempo de asimilar la situación, sólo empecé a hacerlo
cuando el cañón de un revolver que empuñaba una mujer con el rostro cubierto
por un pasamontañas, se detuvo junto a mi sien. Entonces pensé: “Guerrilleros.”
Me sacaron a empellones del auto, secaron pronto mis ideas, convirtiéndolas en
un remolino de pánico. No cesé de repetir como un vinilo rayado: Español,
español, y su algazara iba en aumento. Se hicieron con mis papeles, me
esposaron las muñecas por delante y sin atender a razones, tras un paseo de un
par de horas, me metieron en una choza y allí me dejaron.
Pasé la primera parte de la noche envuelto en
elucubraciones sobre lo que podría ocurrirme. Tal vez pidieran un rescate, o
quizá yo no les resultara de utilidad. A lo mejor hasta pensaban ajusticiarme
al día siguiente, o me retendrían prisionero en la selva durante años. Darle
vueltas a la cabeza a veces resulta agotador y un sopor enfermizo se impuso a
mi exigencia de permanecer alerta...
Alguien me agitó. Mis ojos se abrieron. La
mujer permanecía acuclillada a mi lado, sin dejar de mirarme con curiosidad. Me
preguntó.
— ¿De verdad es usted
tan malvado como dicen los jefes?
La miré de soslayo, acababa de descubrir la
belleza de su rostro y no quería que se diera cuenta de mi debilidad por las
mujeres hermosas.
— ¿Yo? Desde luego que no.
Se rascó la mejilla, se arregló los cabellos,
y mirándome con naturalidad, dijo.
— Mi comandante suele decir
que un hombre cuando se pudre en su interior, nunca cambia. ¿Usted... está
podrido?
Apoyado de lado me sentía incómodo. Hice un
esfuerzo y me di la vuelta hasta detenerme con las piernas cruzadas. Alcé la
mirada y me encontré con unos ojos negros, llenos de energía y sinceridad. Dejé
escapar una sonrisa y negué.
— No.
— Entonces ¿por qué está aquí?
— Usted sabrá. Yo solo
he venido de vacaciones.
Se revolvió intranquila, me tomó de los
brazos y casi gritó.
— ¡El comandante dice que es uno de ellos...!
— ¿De quienes?
— Los hombres al servicio de Balaguer.
Dejé escapar una sonrisa y añadí.
— Pues están equivocados. Ya se darán cuenta.
Se acarició el cabello castaño, se puso de
rodillas, se acercó y en un susurro, dijo.
— Sabe... Usted es diferente.
Dudó unos instantes y señaló.
— Yo le creo.
Permanecí en silencio. Observé su belleza
mestiza y mi cabeza se llenó de viejos recuerdos, aromas e incertidumbres
pertenecientes a otra época, veinte años antes. Es curioso, había deseado a
otras mujeres tantas veces intentando llamar su atención, sin resultado. No
hice nada. Apenas me moví y me encontré libre y con las esposas entre mis manos.
Hice un movimiento rápido y sorprendí a la chiquilla; instantes después se
debatía esposada. No había música, tampoco estábamos en un lugar romántico,
pero el amor es capaz de florecer incluso entre la podredumbre más espantosa.
La amordacé, la situé boca abajo y le bajé los pantalones...
A la mañana siguiente la puerta cedió de
forma violenta y unos hombres pertenecientes al comando militar
contrarrevolucionario me liberaron y apresaron a la miliciana. Me condujeron
ante su puesto de mando en la selva. Un militar de alta graduación me recibió
sonriente y me dijo.
— Los tenemos. Su idea ha resultado un éxito,
Jiménez. Difundir que volvía y luego dejarse coger llevando el dispositivo de
seguimiento. ¡De lo mejorcito! ¡Bravo por la colaboración entre su Generalísimo
y nuestro Gran Balaguer! Y además, no ha pasado tan mala noche..., ¿verdad?
No respondí. Con seriedad eché un vistazo a
los prisioneros. Ante el puesto de mando, con el foso a sus espaldas, habría unos quince
hombres. Eché de menos a la mitad. Elevé una mano. Las ametralladoras
traquetearon medio minuto, fue suficiente. Quedaban tres cabecillas, desenfundé
mi revolver y tras recibir un balazo en la nuca, uno tras otro, se desplomaron.
Volviéndome hacia el capitán, le pregunté.
— Y los demás. ¿Qué hicieron con ellos?
El militar se rascó la cabeza, frunció el
ceño y mirándome flemático, me inquirió.
— ¿Eran más?
— Sí...
— Bah, no se preocupe.
Habrán huido. Los cazaremos.
Brindamos, tras lo cual le tendí la mano con formalidad.
En un extremo habían retenido a la mujer. Di
orden de que la trajeran y la obligué a arrodillarse. La infeliz sollozaba, no
estuvo mal la noche pero era una rebelde y... ¡Vaya, era valiente! No, no gemía
de miedo, sino de rabia.
Temblando, farfulló.
— Podrido, estás
podrido. Los gusanos te comerán las entrañas. Jamás serás feliz ¡Cab...!
Unas detonaciones interrumpieron su cháchara.
Disparé sobre ella y me vi obligado a echarme a tierra. Transcurridos treinta
minutos de refriega, me di cuenta, los rebeldes eran más numerosos de lo que en
principio supuse.
Al cabo de quince minutos más, yo y otros
siete hombres, depusimos las armas.
Los guerrilleros eran más blandos de lo que
me figuraba, en lugar de ejecutar a los militares, los interrogaron y tras
asegurarse que no suponían una amenaza, les permitieron marcharse. En cambio a
mí me llamaron traidor, pensé que me destrozarían, pero en lugar de golpearme,
me pusieron contra el muro de una vieja casa, leyeron mis cargos y declarándome
“Enemigo de la Patria,” se dispusieron a fusilarme.
Estaba preparado para todo menos para morir.
Me di cuenta cuando me oriné en los pantalones, mi organismo reaccionaba por su
cuenta, y además era joven y todavía me quedaban cosas por hacer, desesperado
comencé a llorar y a implorar...
Una algarabía interrumpió el espectáculo. Alguien
llegaba gritando. Se trataba de una mujer. La dejaron pasar. Se arrojó sobre la
figura tendida de la guerrillera, revolviéndose en el terreno constituido por
una pasta de barro y hojarasca, mientras lloraba angustiada, abrazó y besó a la
joven, limpió su rostro y ¿logró incorporarla? Me llevé una sorpresa, no estaba
muerta. Al proceder con diligencia apenas le había rozado el hombro.
La mujer se dio la vuelta y unos ojos
conocidos me contemplaron con odio. La miré y la sorpresa me hizo permanecer aturdido;
era el semblante de Minerva ¡mi amada!, y a quien no veía desde hacía veinte
años. Con voz desgarrada por la furia, profirió.
— Lo sé todo... Me engañaste siempre. Acabas
de forzar a nuestra hija y encima... ¡ibas a asesinarla!
Permanecí mirándola lívido. Nunca imaginé que
tuviera una hija y ahora, ahí estaba, sin atreverse a mirarme, odiándome eternamente
y no me equivoqué, era más valiente que yo. Arrimándose a un guerrillero, por
sorpresa, con una frialdad fuera de dudas, la muchacha desenfundó su revólver y
lo puso sobre mí sien. No sufrí más.
José Fernández del Vallado.
Josef. Noviembre 2011.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
37 libros abiertos :
Atrapa desde la primera línea.
Saludos.
Cautivada por tus letras, a tus pies querido amigo
Un beso
A mi también me han atrapado tus letras..
Ser conscientes de nuestros actos es algo importante.
un abrazo
Si lo leo no me deja opinar, es la quinta vez que lo intento y me echan del blog.
Saludos
Desde la primera oración uno no puede despegar los ojos de la lectura, un cuento atrapante y sorpresivo; el lector se siente agazapado, preparado para tomar el camino que tome el relato.
A veces, la absoluta conciencia de nuestros actos y las consecuencias respectivas es insoportable.
Pd: Me encantó el primer párrafo, como describe el Caribe y sus efluvios.
Abrazo.
Joder, que final más duro...
De las dictaduras solo puede esperarse el mal.
Saludos.
es super realista!!!
cuantas historias así se entrelazan enla selva , cuantos niños más han de morir para que los gobiernos reacciones, cuanta más carne se necesita para que los pueblos entiendan que las balas no son el camino
cuantos más hemos de esperar ...
besos Josef, el año pasado hice un poema sobre este flajelo y sí hay que gritarlo y hacerlo más conciencia, así como las cárceles de los niños palestinos en gaza, de los albinos asesinados en Kenia, de las mujeres que siguen siendo muertas por ser víctimas de un supuesto derecho que el hombre ejerce sobre la vida de su compañera
hay tanta mierda entre nosotros, tanta , que nos faltan días y palabras para denunciar
besitos y buena semana
Crudo, crudo, y lo peor es que es más real de lo que parece... ¡qué fuerte descubrir que ha abusado de su propia hija...! Yo no le hubiera matado "tan pronto".
Buenísimo relato.
Besitos.
Hola, Josef.
Muy buen relato. Te mueves estupendamente en las tramas de acción y en los viajes. Son tu fuerte. A mí también me gustan mucho.
El impacto final es la guinda.
Un beso.
De tal palo...
Bueno, creo que recibió su merecido, aunque tal odio no tiene fin.
Abrazos
Y no merecía morir así tan fácil.
Un hombre con el alma oscura, sin dudas.
Saludos muchos.
Ua buena entrada, ya te dije que me encantaba la foto de la negrita.? Pues eso. Buena narrativa.
Crudeza, realidad que muerde los ojos. Tanta maldad y pequeñez humana repartida en la vida...Buen relato me has dejado pensando.
Un abrazo.
Demoledor, desde luego.
El relato engancha desde el principio, buena narración y sumamente realista.
Felicitaciones! =)
Gracias por dejarte caer por el blog!!
Besotess
Un relato apasionante, que devoré de principio a fín. Me encantó Josef, no dudes que volveré a tu espacio,te sigo desde ya..,y gracias por tu visita a mi rincón de sueños.
Un saludo
Maribel
Muy conseguido, amigo. Me encantaron las descripciones del comienzo.
Un buen relato.
Abrazos
El onirismo está en las conexiones imperceptibles que sabes tramar bien Josef: La utopía de una nueva y perfecta autopista, las expectativas que se crean y las realidades que nos van desmintiendo al paso.
Tristes realidades son el antidoto para seguir soñando, desafortunadamente...Yo opino que nunca debe dejarse de soñar.
Saludos.
Halcón peregrino: Muchas gracias por quedarte atrapada. espero volverlo a conseguir nuevamente.
UN abrazo.
40añera: Un 40añero te dice. Muchas gracias, pero no es necesario que caigas a mis pies. Levanta compañera bloggera de fatigas.
Un abrazo.
Bonheur: Mientras oa atrapen para bien... lo malo sería que os enredarais. Te agradezco mucho la visita estimada.
UN abrazo.
JOsé: Lamento mucho lo que te ocurre con mi blog. Te aseguro que he limpiado bien mi ordenador y en este momento, no tiene un solo virus.
UN abrazo.
Juan Ojeda: si, en ese párrafo de entrada quería dar una idea de lo que sentí cuando estuve en el Caribe.
UN abrazo.
Toro Salvaje: En efecto. Por lo general, nada bueno surge de una dictadura.
Un abrazo.
Elisa...lichazul... Pues si, hay muchas historias oscuras en las selvas. Véase, por ejemplo, la de la Betancurt...
UN abrazo.
Campoazul:Es malo dejarse llevar por el odio. pero en casos como este resulta difícil contenerse.
Un abrazo.
Luisa: Si tú lo dices te creeré. Así que tramas de acción y viajes. OK!
UN abrazo.
Trini reina: De tal palo jajaja. yo no diría tanto. el padre era un tanto brutal, aunque después la hija culminó lo que ya estaba en marcha.
UN abrazo.
Luna: Así que una sesión de torturitas antes le hubieran venido muy bien, verdad?
Un abrazo.
Bellarte: si la negrita es bella. pero como se las gasta no?
Un abrazo.
Taty Cascada: Pero es que cuando nos ponemos... los humanos somos brutales. yo no lo entiendo, pero lo veo a diario.
UN abrazo.
Shorby: Muchas gracias por estar aquí. me alegra que te haya enganchado.
UN abrazo.
Maribel Cano: Pues noes seguimos entonces. UN abrazo.
Amig@mi@: Gracias siempre MOntse. No me cansaré de repetirlo.
Un abrazo.
Beatriz: Sí, son tristes esas realidades que - ya es hora - deberíamos ir suprimiendo. Pero el hombre, ser racional, es así de irracional.
Un abrazo.
Muchos detalles recordados, para tratarse de un sueño. Pero el relato capta la atención, te lleva magníficamente a un ambiente de guerrilla y de selva. En la última parte me pierdo un poco, en mi opinión se enreda demasiado.
Un gran abrazo.
Muy bueno. Tus historias son siempre interesantes. Te conozco de el tiempo en que públicabas en la página de los cuentos.
Ha sido un gusto reencontrarte. Te dejo mi aplauso.
mariarosa
Terriblemente crudo... como la realidad, hay que decirlo. El ser humano es el más vil de los sujetos sobre este mundo y es bien sabido que esa realidad supera ampliamente nuestra imaginación.
Genial, Josef, da para continuarlo en una novela.
Besos.
Muy rotundo el relato, aunque algo triste como las guerras entre los homnres.
Saludos.
Una entrada que lo deja a uno pensando... tiene mucha dureza, pero es realista.
Te dejo un gran abrazo.
HD
Interesante relato,...un sueño que al parecer se convierte en pesadilla, vivida desde la primera linea hasta la ultima, plagada de imagenes y mucho realismo....
Que el vivir sólo es soñar... ;)
Un beso Josef y disculpa si no paso con la asiduidad de siempre, que nada me gustaría más, pero las cosas se me han complicado y me faltan horas para poder leeros. Aún así pasaré cada vez que las saetas me concedan una libertad condicional :)
Muy buen fin de semana.
Tan prolífico como acostumbras, nos llevas de la selva al sueño, del sueño al deseo, del deseo al despertar.
Besos
Hola Josef: Qué buenos tus relatos!! Dramáticos con un tinte de realidad inesperada. Saludos,
Katmarce--
Tremendo el relato, amigo Josep.
Un beso.
Uma narrativa de grande expressão!
Parabéns!
Um beijo carinhoso.
Uffff..un relato demasiado duro para mi alma sensible,tocayo,pero me encantó.
Sabes que no te olvido,soy yo la que ando algo perdida.
Besos de cielo.
Te sigo.
Tu relato en primera persona parece ser muy "verídico" hasta que aparece el tema sexual. Algo empieza a sonar aun poco increíble. Y al final se ve que efectivamente, el protagonista nos está mintiendo. Es un buen relato, pero quizás los continuos giros te deberían hacer pensar si este relato no debería se más extenso. Bueno, no me hagas caso. Poco a poco espero ir tomándote el pulso. Gracias por comentar mi entrada.
Excelente relato Josef.
Realmente me ha atrapado.
Besitos y gracias por tu cercanía.
Estupendo!!! Abrazos.
Un relato que atrapa desde la primera línea a la última, donde nos deja con el corazón encogido...
Te doy la bienvenida a mi espacio y las gracias por darme a conocer el tuyo, al que me apunto como inquilina desde éste mismo instante.
Saludos.
Un final estremecedor ...te felicito besitos Josef
Muy fuerte, me quedo sin palabras, lo escribes y uno lo vive como si estuviera en la esena...
Un abrazo
Uffff... se queda corto, el cuerpo pide más.
Desarrollo ágil y directo, un gusto leerte Moderato.
Saludos almendrados ;)
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