Después
de la lluvia, salí a caminar...Era
un camino antiguo y en apariencia vacío y, sin embargo, las almas que a lo
largo de los tiempos lo recorrieron y llenaron de vida, estaban allí.
De
entrada, cerca de mí, comencé a percibir aquellas que a principios del siglo pasado,
habitaron un rincón por entonces poblado de fauna. Descubriendo olores ignorados;
y aromas que, de tan viejos, nunca dejarán de ser nuevos. Fragancias a tierra empapada
y a arbustos que tras un largo estiaje y encontrándose a punto de languidecer,
se ven compensados con la descarga de una humedad todavía dulce y templada.
Entonces
mi memoria funcionaba y mis instintos más primigenios estaban desarrollados y
activos, y pude recordar cada brizna, cada planta, cada esencia, con sublime
claridad…
Siempre
creí que el camino tendría un final. Por lo general, sucede así. En cambio,
según progresaba –sin darme cuenta o siendo muy consciente– me adentraba en un
mundo oscuro, y atravesé eriales cubiertos de desolación donde fantasmas
heridos por una violencia desmedida, desmenuzaban mis oídos con sus lamentos. Eran
fragmentos de historia; la genealogía convulsa y degradante de una humanidad
que no cesa de buscar el placer y la fortuna inspirándose en la violencia; y
ahora, me encontraba a las puertas del vacío. Recorriendo un sendero que una
vez fue un paraíso perdido, hasta que algunos establecieron los dogmas y se
pobló de seres incapaces de ver más allá, ni encontrar el alma que afirman
tener y jamás intuyeron.
Era
un camino sensible y muy delicado. Parecía sencillo y así era si aprendías a recorrerlo
como es debido.
Empecé
a avanzar más rápido; sin volver la vista atrás ni reconocer los destrozos o la
miseria que dejaba a mis espaldas.
No
recuerdo el momento en que miré a derecha e izquierda y los vi: «había otros
como yo.» Tampoco pensé en el futuro porque yo era presente y además, ¿por qué
preocuparse de quienes vendrán, si nadie lo hacía? Dejé de pensar y aprendí a
copiar a los otros y los demás hicieron lo mismo, hasta que nadie supo quién
tomaba las iniciativas y siquiera si alguien lo hacía por todos nosotros. Y no
recuerdo –también lo olvidé– cuándo el barro del camino me empezó a molestar,
ni quién lo asfaltó y si fui yo. Ni el momento en que los bares florecieron o
formaron parte de mi negocio. He olvidado mis borracheras y si dejé de pensar y
alguna vez estando narcotizado, violé y asesiné. No, yo no pequé. Dios no
existe y de ser así –¡seguro!– me habrá perdonado. Sólo soy un caminante más que
avanza por un sendero asfaltado, cercado de vallas y cámaras que me observan, una
senda irreconocible porque perdí la memoria y, hace tiempo –tal vez desde el
primer instante de mi nacimiento– las decisiones dejaron de ser mías y ahora,
tan sólo soy uno más entre Seis Mil Novecientos Millones de seres humanos
manipulados…
Me
detuve o algo me detuvo. La voz dijo: «Ahora, puedes entrar. Ya no hay peligro.»
Entré
de nuevo y me senté frente al ordenador…
Y
aquí sigo…
José
Fernández del Vallado. Josef. Octubre 2012.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
12 libros abiertos :
Y es así... somos muchos los que nos encontramos en el mismo camino, siguiendo la misma senda, sólo que son pocos los que saben describirlo como lo haces vos. Te dejo mi aplauso, muy buen texto.
mariarosa
Sí, cierto: somos uno más de esos casi 7000 millones de seres que deambulamos por este mundo. Pero no hay demasiados que se cuestionen este caminar, este sendero lleno de incógnitas y vacuidades.
Tus escritos, Josef, pueden parecer extraños pero dejan un poso que te hace reflexionar y se quedan en uno.
Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
PD: Siempre me gustó la música de tu blog. Excelente, Josef.
nunca caminamos solos, seguimos huellas que otros ya hicieron en otro tiempo , tan solo el polvo las cubre
hermoso Josef
siempre es un premio leerte
abrazo y feliz semana
Un relato inquietante, ese camino no me inspiraba confianza, aunque al final solo es un camino ya muy andado.
Perdona por no venir a decirte que tus libros me encantaron, el de los relatos muchos ya los había leído y el escriba de Tebas sencillamente me enamoró.
Besitos.
el texto está lleno de imágenes claras pero todo es confuso... es una maraña de sensaciones que nos lleva a pensar en ese discurrir de las almas errantes.
biquiños,
Un relato magnífico cercano a la distopía condensada.
Un beso
Los senderos siempre son inciertos .. cosas buenas.. cosas malas.. un poco de todo .. pero no dejamos de seguir caminando...
Un sonoro beso
Un relato distinto, pero tan cierto... La vida no deja de ser sino un camino por el que todos discurrimos, quizás sean distintas dimensiones, épocas e historias, pero siempre un camino y nuestros pasos...
Un abrazo
Ahora mismo ando desorientada en ese sendero.... me gusto mucho volver a leerte.
un abrazo!!
Interesante relato, el camino que todos andamos en este mundo de formas cuando no vislumbramos aquella otra....
Es una senda que no se recorre físicamente, no es cuestión ni de lugar ni de espacio, es un camino que se encuentra en el interior de nosotros mismos
Como la vida misma, quizás los caminos entre más sensibles y delicados son los más duros de transitar, los que nos acercan al precipicio de la soberbia y nos muestran los espejos, esos que tratamos de mantener a distancia...
¿Te he dicho alguna vez que me encantan tus libros, pero tus relatos más? Un abrazo Moderato.
...espero que por muchos años más...
excelente tu relato...como siempre....
que puedo decirte ya?
Un abrazo...¡¡¡
Déjame que te cuente
www.dejamequetecuente.net
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