Hacía tiempo que deseaba
producir mi propio corto.
En la universidad había
un dinero resultante de unos fondos de nebulosa procedencia y una cámara de cine
profesional marca Arri de 35mm, y se me presentó la oportunidad.
Constituimos un grupo de
nueve amigos dispuestos a organizar el montaje; yo, como actor, director y
guionista y ella, protagonista y actriz. Sólo faltaba el guión.
Eso estaba hecho, pensé
el primer día; el segundo ya no pensaba igual, el tercero me fui de copas con
los amigos. El primer mes me dediqué a buscar trabajo para ganar un dinero, me
moría de hambre.
Los fondos eran, por
supuesto, sagrados.
A los dos meses, de
forma casual, se me presentó una ocasión. Hubo
una explosión en el
metro y yo estaba allí, con ella, pero sin cámara.
Descubrí a los
terroristas; fueron no solo hábiles, sino rápidos; no pude hacer nada por
detenerlos y menos, para entrevistarlos.
Salimos evitando
cadáveres y me alejé vencido por la frustración.
Transcurridos cuatro
meses, tuvo lugar el primer bombardeo. Ordenaron toque de queda. Nos encerramos
en sótanos. No dispuse de un segundo para reunir a tiempo el equipo.
Algo más tarde, cuando
empezamos a rodar entre cascotes, tuve cierta aprensión; la polvareda podía
afectar el instrumental; así pues suspendimos el rodaje.
A los seis meses
continuaba pensando, pero el rumor de las bombas me impedía concretar las
ideas. El grupo aguardaba mi decisión preparado.
Cierto día detuvieron a
Snoball, Larsson y Cadwell. Los declararon conspiradores; fueron fusilados.
Traté de rodar sus últimas emociones, me resultó imposible; no me lo
permitieron. Supe que de lograrlo, habría sido un vídeo notable.
Ella trató de animarme.
Los seis que quedábamos,
proseguimos con la tarea. Finalmente nos decidimos
y salimos a la calle. Esperábamos entrar en contacto directo con los
acontecimientos e impregnarnos de ellos, fue más tedioso de lo que pensábamos.
Filmamos fusilamientos de rebeldes y violaciones “legales.” Atestiguaban que
así era. ¿Y lo eran? Ella aseguraba que sí.
Entrevistamos a los
condenados preguntándoles por los orígenes de la guerra y descubrimos algo
importante. No lo sabían. Nadie sabía el porqué de la guerra. Luchaban sin hacerse
preguntas. Además, cuestionar las decisiones de los mandos, resultaba si no
indiscreto, peligroso, y hablar todavía más. Por lo cual, lo mejor era callar,
apretar el gatillo y matar las ideas.
La ocurrencia de cruzar
las barricadas y entrevistar personalmente a los integrantes del bando
contrario, partió de mí. Debo reconocerlo, no hice un cálculo acertado. Pese a
enarbolar una apañada bandera blanca, Bailey, Lindstrom y Holden, fueron
abatidos limpiamente. Hidell y Clo fueron hechos prisioneros; blasfemaron contra
mí, les proporcionaron armas, y decidieron quedarse a luchar en el bando ¿enemigo
o amigo?
Al año continuaba
dormitando en mi ruinoso espacio en un sótano, y en el camastro de al lado,
estaba ella. Durante el día salía y escribía guiones, se los presentaba y
siempre los rechazaba.
Un día el suelo comenzó
a trepidar. ¿Era un terremoto? Aterrado la
tomé de la mano y salimos.
Al final de la larga Avenida, avistamos los blindados del ejército invasor
entrar victoriosos.
Entonces tuve la idea. Cogí el vídeo y le expliqué que se resguardara tras las
ruinas que se hallaban a unos metros de nosotros. Cuando yo le indicara, debía
salir y caminar con los brazos extendidos hacia mí.
No opuso objeción y
ocupó su lugar. Procedí a dar la cuenta atrás y comencé a rodar. Salió y se
detuvo. Con cierta cautela miró a los blindados al fondo, luego giró la cabeza,
se pasó una mano por la frente, se retiró unos mechones de cabello, me observó,
sonrió, extendió los brazos y comenzó a caminar diligente hacia mí.
Me alcanzó, me rodeó con
sus brazos y sin que yo pronunciara una frase me besó en la boca de forma
apasionada. Continuamos besándonos; mientras tanto, sin dejar de mantener el
brazo alzado sobre nuestras cabezas, no cesé de filmar.
Solo entonces me di
cuenta; ¡lo había logrado! Había completado el sueño de mi vida: Rodar la
película. Se llamaría: “Escena en la que una hermosa mujer te besa durante la
guerra.”
Al instante siguiente
todo dejó de existir, excepto ella. Le pregunté su nombre. Me miró fríamente y
me dijo: “¿No lo sabes aún? Me llamo Muerte…”
Un blindado se detuvo
junto a mí, un grupo de militares miró con asombro mi cuerpo tendido y la
cámara. Uno de ellos dijo algo, no lo entendí. Otro hizo lo mismo, proseguí sin
entender. Hasta que un tercero, forcejeando en su idioma, encendió el
proyector.
Un haz de luz iluminó el
muro de enfrente. Se separaron, se detuvieron y uno tras otro cayeron
fulminados…
José Fernández del
Vallado. Josef. Ene. 2009. Arreglos mayo 2012.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
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no parece tan letal... y es tentador viniendo de sus labios... el amor es un boom pero tambien en medio del plató uno sacrifica todo incluso por un solo beso
ame la musica
... aunque nunca nadie supo el porque de las guerras.
Maravilloso!
Gracias por la música.
Saludos.
Hola José, genial este relato...Las guerras siempre han estado presentes, hasta en el mismo hogar, de una familia, y por supuesto fuera, siempre ha sido así, y a estas alturas...Que podemos hacer??, estaría encantada de poder hacer algo...De momento, pondré mi granito de arena día tras día, como vaya pudiendo...Me ha encantado leerte..Un beso
felicitaciones Josef , siempre es un agrado leerte , logras que el ojo lector se adentre por el vertigo narratico
besicos y fleiz fin de semana
Estos militares siempre son insensibles e inoportunos.
Nunca se dan cuenta cuando interrumpen un romance.
Sólo cumplen òrdenes... ;-)
besos
Ainsss, tengo que reñirte. Mira que no rodar algo romántico... La muerte no es buen tema, siempre acaba mal.
Buen relato, Josef
El otro día me hablaste por Yahoo, pero no me dejaba contestarte. Algo hago mal :((
Un abrazo
Siempre compensa algo la emoción de un romance en medio de la tragedia.
Besos
Desde luego la guerra es un buen tema para tener a la muerte como actriz protagonista y un buen motivo para postponer cualquier plan vital.
Una vez soñé que la muerte era una hermosa mujer que me besaba. Pude sentir su frialdad y la dureza de sus mejillas bajo mis labios volviéndose calavera pelada. Sin embargo, yo la besé sin repugnancia. Tu relato me ha recordado este sueño macabro.
Un gusto tus relatos.
Un saludo.
Un relato construído con una fuerza tremenda.
Besos
Todas las escenas de cualquier guerra son prácticamente iguales, siempre viene la Muerte a besarte... si te atrapa le pertenecerás.
Besitos.
Me atemorizas amigo, me atemorizas toda entera... Bss
La fuerza está en ese vuelco del nombre, al principio pensé que eran sólo penurias cinematográficas, aunque viniendo de ti debí suponerlo Josef. ;)
Excelente, como siempre.
Un beso.
Apretar el gatillo, matar las ideas...
Si, muchos van a la guerra sin saber el por qué, mientras tanto la muerte sigue besando labios amantes.
Tu relato moderato no es una simple toma en un guión cinemátográfico, es tan intenso, que mi intelecto no llega para decir con palabras lo que siento.
Abrazos y un lindo domingo.
Gran, poderoso relato.
Un abrazo,
escombros, muerte, cuerpos mutilados... historias que debieran ser pasado pero que son presente.
biquiños,
ayer en un curso de guiones para cortos hablamos algo parecido
y vimos "Salvador" un gran corto
La muerte ha ganado siempre todas las batallas.
No conoce la derrota.
Me gustó el final.
Bien acabado.
Saludos.
una guerra nunca tiene sentido eso está claro
muy buen relato
saludos
Al final lo consiguió, aunque lo viera ya desde el otro mundo:)
Saludos y paz
Por que la muerte? por que las guerras?
A pesar de todo, que bien escrito..
Cuando la muerte está dispuesta a besarte, no hay rechazo posible.
Muy buen relato.
Un abrazo
Gran relato, Josef, como siempre un placer leerte, con esa fuerza en tus descripciones... Me encanta.
Un beso.
Para mí, este relato extraño tiene varias concepciones, la obvia la muerte es una compañera perenne como la vida, solo espera su momento de lucir y allí muestra todo su esplendor. Pero por otro, este caballero tan indeciso y hasta indiferente a todo cuanto lo rodea, es como el estereotipo de este siglo, donde pareciera que lo único que supera la indiferencia del uno por el otro es la moda y la fama. Supongo que me he puesto un poco filosófico, pero a mi, se me ha presentado como una excelente e inteligente crítica. Un saludo
Muy bueno, José, o mejor dicho, me ha gustado, como narras las diferentes situaciones y oportunidades perdidas, y como haces una agria crítica al sin sentido. Me gusta ese final en el cual la cultura mata a la barbarie.
José, tus relatos nos dejan el impacto de la conciencia, de la condición humana, de la violencia como forma brutal de imponer ideas, dominios y las metáforas sabiamente distribuidas por el relato que evidencian esa crítica a una sociedad indiferente a veces, lúcida otras, manipulable pero con un haz de luz de esperanza cuando la muerte parece escenificar su triunfo.
Un placer literario adentrarse en tus historias y sys tramas y en la manera de narrarlas.
Abrazos
Terroristas que no saben por qué pelean jaja! me gusta.
El intento de filmar y el final de tu relato me ha recordado la película "Arrebato".
Besos mentales.
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