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Invitado por la Società Geográfica Italiana, me desplacé a Roma para exponer mis teorías sobre la “Tectónica de Placas.” Me llamo Raúl y soy catedrático en geografía. Durante los primeros días todo se desarrolló con equilibrio. Roma es un lugar apasionante y una gran exposición de monumentos.
Mientras por un lado dedicaba mi tiempo a las conferencias, emprendí las salidas a la ciudad con cierto desorden. Más bien por casualidad que por acierto, dediqué primero mi tiempo a ver las obras de Roma renacentista, después me enfrascaría en la clásica.
Invitado por la Società Geográfica Italiana, me desplacé a Roma para exponer mis teorías sobre la “Tectónica de Placas.” Me llamo Raúl y soy catedrático en geografía. Durante los primeros días todo se desarrolló con equilibrio. Roma es un lugar apasionante y una gran exposición de monumentos.
Mientras por un lado dedicaba mi tiempo a las conferencias, emprendí las salidas a la ciudad con cierto desorden. Más bien por casualidad que por acierto, dediqué primero mi tiempo a ver las obras de Roma renacentista, después me enfrascaría en la clásica.
Empecé por sus calles y plazas más características:
La Piazza di Spagna, la Fontana di Trevi... Para terminar en San Pedro del Vaticano.
Hasta ahí todo fue bien.
El desasosiego se produjo cuando visité la primera
construcción romana: El Castillo de Sant´Angelo.
Encuadrado en un grupo de diez personas, me
condujeron a la cámara de las cenizas.
Sin detenerse, el guía encadenaba anécdotas y sucesos, como la epidemia de
peste que asoló la ciudad en el año quinientos noventa. Entonces, clavada en mi
nuca, sentí la mirada. Un acusado mareo me llevó a perder el equilibrio. Encorvándome,
me apoyé a los pies de una escultura. La sensación duró unos instantes, luego cesó.
Con angustia y cierta precaución, me aventuré a mirar a mis espaldas, y la vi. Se
trataba de una mujer alta, de complexión muy delgada. Una túnica con un
capuchón y unas gafas de lentes oscuras, ocultaban sus ojos y parcialmente el semblante.
¿Estaba allí desde mi entrada en la sala? No había advertido su presencia. Tal
vez formara parte del personal que velaba el monumento. Así debía ser. Se dio
la vuelta y caminando con ligereza, se introdujo en el vano de una estatua. Impresionado,
me disponía a dirigirme hacia el lugar, cuando el guía me instó a seguirlo.
Transcurrieron unos días. Comencé a impartir conferencias presididas por duras polémicas. Proseguí con mis salidas programadas. Visité El Coliseo, las Termas de Caracalla, El Foro Romano y el Palatino.
El temblor se produjo cuando admiraba la
cúpula del Panteón. Una grieta comenzó a nacer y atravesarla. Pensé que todo
había terminado. Me encogí, me protegí la cabeza, y aguardé a que la violencia del
desplome me enterrara. No sucedió así. En cambio, una viejita risueña, me
preguntó si me encontraba bien. Retiré las manos y respondí de forma afirmativa.
Sonrió y me explicó que hablaba mi idioma desde la guerra civil, donde luchó
con las fuerzas de la República.
Anochecía, decidí tomar algo en el Caffe Della Pace, es un lugar agradable y multitudinario, cercano a la Piazza Navona. Conclusión
tras el extraño suceso: Tal vez padeciera
fobia a los espacios cerrados.
Comenzaba a encontrarme relajado, cuando integrada
entre la afluencia, vi pasar a la misma mujer. Resuelto, bebí de un trago la
infusión y salí tras ella. El camarero, un muchacho con la constitución de un
boxeador, me detuvo y me exigió pagar la consumición. Naturalmente la perdí.
Impartía mi última conferencia en la "Università de La Sapienza." Todo iba bien, mejor aún, de maravilla. El auditorio
se encontraba a reventar. Exponía algunos matices que había añadido a la teoría de la “Deriva Continental” y sentí un ligero mareo. Alcé la cabeza y acomodada en una de las
butacas centrales, la descubrí. A partir de ese instante mi discurso remitió en
una serie de balbuceos. ¿Escuché aplausos? No, abucheos. De la primera fila a
la última, los asistentes comenzaron a levantarse y desalojaron la sala. Al
final sólo quedábamos ambos. Dejé de pronunciar incoherencias y me dediqué a escudriñarla,
un creciente interés nació dentro de mí. Descendí del estrado de un salto,
corrí hacia ella, la abracé y ardiendo en deseo, la besé. No era un espíritu.
Estaba allí, entre mis brazos, como si desde siempre hubiera sido así, y de
repente, no estaba...
Me descubrí tendido en la camilla de un
hospital. El dictamen de los doctores: “Desvanecimiento debido a la intensa
presión sufrida durante la conferencia.”
Esa
noche dormí agitado por pesadillas en las que la imagen de una mujer de mil
novecientos años, invocando a los dioses de Roma, fluctuaba ante mí manteniendo
siempre una distancia insalvable...
Días después me disponía a viajar y recibí la
visita de Giacomo, un colega italiano. Apenado por mi fracaso se empeñó en
llevarme al único lugar que no deseaba ver: Las Catacumbas. Ante su reiterada
insistencia, no encontré fuerzas para negarme.
Nos adentramos en pasillos claustrofóbicos,
cercados por celdillas donde los cristianos de antaño, enclaustraban a sus muertos.
En todo momento me muevo con cautela, sin
separarme del grupo. Tras recorrer el tramo final nos disponemos a salir y
entonces, surgiendo del interior de la galería, me llama una voz de mujer. Giro,
avanzo unos pasos. “Por favor...” No
puedo ver con claridad. Dudo y concluyo: “Está
en tu mente. Jamás ha existido.” Vuelvo a centrarme en el espacio que me
resta para salir; apenas diez metros. La voz, de delicadeza innegable, repite. “Por favor...” Me doy la vuelta y
permanezco inmóvil, en realidad incapaz de dar un paso. Siento un vaho helado,
un silencio infinito, un aroma a algalia y agua de rosas me envuelve y cautiva.
Braceando como si me ahogara, inquiero. “Está
bien. ¿Dónde estás? Necesito verte.”
Repercutiendo entre las paredes de la necrópolis, el murmullo de una cascada, se transforma en la algazara
de una muchacha. La voz pronuncia. “El
amor es ciego.” Y me pregunta. “¿Me
amas... todavía?” Entregado, confieso: “Sí.”
Seguidamente, de mi interior surge una revelación asombrosa. “Hace mil novecientos años. ¿Recuerdas,
Claudia?” Una caricia. Su mano al estrechar la mía. Unos labios al acoplarse
a los míos... La voz completa. “Puedes irte.
Te estaré esperando...”
Tres horas más tarde el avión sobrevuela el
Mediterráneo.
Mientras me alejo, a través de la ventanilla,
contemplo en silencio el perfil de bota de Italia. No es para siempre
comprendo, y me olvido del miedo. Al otro lado del velo oscuro de la muerte, un
viejo amor y una vida eterna, aguardan mi retorno definitivo.
José Fernández del Vallado. Josef. Diciembre
2011.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
46 libros abiertos :
Un relato exquisito, Tanatos y Eros de dan la mano, ayer hoy y siempre.
Saludos
Excelente Jose, me ha encantado el final " al otro lado del velo oscuro de la muerte, un viejo amor,y una vida eterna aguardan mi retorno definitivo.." Es bueno como inquietante esperanzado y entregado así es el amor.
Feliz fin de semana
Un beso
Me ha gustado este relato. Quizás porque haya transitado por los lugares citados, quizás por esa figura femenina traída de los albores de la historia clásica. Y porque la muerte ejerce una atracción poderosa, tan poderosa como la del amor. Ambos son temibles.
Una vez más de forma genial y con una narrativa clara, fluida, enlazas de principio a fin tu relato, con elementos preciosos que se van integrando conforme avanzo en él. Todo en si brillante!!! Abrazos!
Magnífico este relato, me ha encantado!
Enhorabuena
Besos
¡Qué bonito relato! Dan ganas de morirse, pero lo voy a dejar para después.
Seriamente, me maravilla tu creatividad, no me canso de repetirlo. El final es sublime, el amor y la muerte en equilibrio, aunque en el fondo es una amalgama.
No retornes por ahora, queremos seguir leyéndote.
Besos Josef
Sin dudas es un relato extraño, maravilloso en su dulce contradicción (la misma que muestra muy seguido la existencia); a pesar del misterio, el sopor, los desmayos y la sensación continua de expectación el final nos espera con una puerta entreabierta, para decirnos que no es un final sino un hasta luego que quizás por amor supera a la mismísima muerte...
Me gustó mucho, un abrazo y además de todo gracias por el viaje.
Preciosos lugares y vivencias y precioso relato.
Un abrazo.
Arwen
Bien escrito, transitando lugares y sentires.
felicidades
Que maravilloso paseo he dado por todos los rincones que tú has dispuesto. Preciosos.
Me encantó el relato, tiene el misterio y el encanto que todos un dia quisiéramos vivir...Mmmm
Besitos.
♥✿⊱╮
º°♥❤ Olá, amigo!
❤
Gostei da história, como sempre com uma pitadinha de suspense...
Boa semana!
Beijinhos.
Brasil ♥✿⊱╮
º°♥❤ ❤
amor más allá de la muerte por qué no?
hay amores que son eternos y traspasan las eras y llegan hasta nosotros como mitos sin caducación
Besitos y luz
Mil felicidades para ti y los tuyos en estas fiestas
amor, armonía y salud son mis deseos para estas fechas
Bello relato,lo has transmitido tan bien, que creía estar allí...Felicidades porque es un placer leerte...Besos
Es tan fácil leerte, tienes una narrativa amena y ágil y sobre todo porque en cada relato nos sorprende tu creatividad.
El amor y el más allá perfectamente conjugado en esa Roma Imperial.
Besos a pares.
Misterioso y bello relato. Me parecía estar en el lugar de los hechos... ¡Qué viaje tan hermoso!.
Un abrazo enorme.
Un relato que mantiene la tensión hasta el final. Bien podría tratarse del inicio de una nueva novela.
Un abrazo
Interesante asunto, bien contado y de apariencia real(prueba de ello es que comento tu relato como si lo fuera)... Si yo fuera el protagonista no me inquietaría: finalmente todos moriremos, es lo único sobre lo que la vida nos ofrece una certeza; él es un privilegiado, puede esperar ese momento sabiendo que una hermosa mujer, a la que en el laberinto espacio-tiempo amó, a la que inconsciente mente reconoció amar, le estará esperando.
Glups...
Acojona bastante eh?
Que ganas de volver a Roma me han entrado.
Saludos.
Somos de una dimensión temporal inapreciable en comparación con el mundo.
Increible, una narracion preciosa que nos traslada a los suburbios de la imaginacion,...una creacion bellisima mezcla de amor y sopores de paranoya, amigo me sorprendes, verdaderamente
Para el amor no existe el tiempo ni la distancia. Cuando es verdadero perdura. Muy buena mezcla de ficción y realidad Josef. La magia de tus letras siempre nos subyuga.
Un fuerte abrazo amigo
Amigo José: Un relato de secreta complejidad porque a tu capacidad literaria le sobran recursos. Te seguiré leyendo con mucho gusto e interés.
Que tengas un buen día.
Storia eccellente e molto originale. Non tutto ciò che è sogni sono sogni, ma sarà che quei sogni sono foriero di destino?...
baci
un amor q trasciende el tiempo y una mujer con el encanto peligroso de las sirenas. muy bueno, saludos moderato
Un relato muy original que ofrece una explicación, quizás la más mágica y esperanzadora, de algunas sensaciones que no comprendemos al visitar ciertos lugares o al conocer (¿O debería decir "reconocer"?) a algunas personas.
Un abrazo.
Un saludo, Moderato.
Un relato increible y como describes esa Roma enigmàtica. La historia impregnada de suspense. El relato va transcurriendo con hilos de verdadero escritor y poeta.Enhorabuena.
un fuerte abrazo
fus
pd.muchas gracias por tu visita.
Me ha gustado volver a leerte!! un abrazo enorme!
No lo he leído del todo pues parece ser que me puede dejar opinar,tengo problemas con el blog de Sor Cecilia y el tuyo.
Un relato de la gran Roma la describes como un gran maestro ,con una tambien enigmática mujer.
Saludos
Realmente precioso, me ha gustado mucho el relato. El amor más allá de la muerte. Te felicito.
Saludos :)
Un amor que ha perdurado a través de los siglos y que aun permanece y espera en el futuro.
Me ha encantado el relato, le has dado un aire de intriga y misterio que resulta.
Un abrazo
No se si has estado en los lugares que relatas pero los describes tan bien que es fácil imaginarse dentro de la historia.
Es un gusto sentirse atrapada por el cuento hasta llegar a un final un tanto inesperado.
Un beso.
Al final y al principio, en cualquier viaje, en nuestro viaje de cada día, es eso, un hombre y una mujer, la necesidad de verse en el otro...
Me ha gustado mucho y me ha recordado algún viaje a esa maravillosa ciudad ( qué me negué a ver las catacumbas ), pero disfruté a Moisés, desde todos los ángulos.
Un beso
Precioso, estremecedor.
Un beso
José, un magnífico relato que he leído fascinada. Me alegro mucho que hayas visistado mi blog porque me ha permitido conocer el tuyo. No son frecuentes los blog de relato, más bien de poesía que también me encanta, así que cuando me encuentro con entradas de cuentos y relatos me siento bastante feliz.
Te enlazo y me quedo por aquí.
Abrazos
José..que buen relato amigo..siempre he creído que el verdadero amor trasciende al tiempo, a la distancia e incluso a la propia muerte.
Me ha encantado el misterio que has manejado en este relato.
Besos
He disfrutado plenamente de tu relato, me gustó este ir y venir en el tiempo porque creo que todo es posible en la vida.
"... La voz pronuncia. “El amor es ciego.” Y me pregunta. “¿Me amas... todavía?” Entregado, confieso: “Sí.” Seguidamente, de mi interior surge una revelación asombrosa. “Hace mil novecientos años. ¿Recuerdas, Claudia?”
El protagonista es un hombre muy afortunado , sabe que alguna vez , en algún lugar estará su amor eterno esperándolo.
Es hermoso!!!
Abrazo y enorme placer volver a leerte otra vez.
REM
Saludos, vengo por fin cuándo el tiempo lo ha permitido a devolverte tu amable visita.Me ha encantado este viaje de tu mano por esta Roma fantasmal y eterna, magnífico relato de final impagable por lo optimista.
Un placer conocerte y leerte.
Te sigo.
Nos leemos.
Hola, Josef.
Buen relato.
Estupendo paseo por lugares que nos llaman con voces del pasado. Todavía no he podido visitarlos, pero no pierdo la esperanza.
Buen final.
Un beso.
Hola es hermoso tu blog!! me dificulta entenderle un poco pero bueno ya encontre una linda publicación y cro que es la mas reciente!! chico te sigo me encanta tu blog!!
Cuídate
Gracias!!
Preciosa historia, me ha encantado, gracias por compartirla.
El amor es bello , aún más allá de este tiempo.
Besitos de Arte.
Realmente bueno e impactante final para el relato.
Se demuestra que el amor lo vence todo. Genial.
Un fuerte abrazo.
Me quedé atrapada entre la magia de tus renglones, a mitad camino entre el misterio del pasado y la realidad del presente.
Estupendo cuento, Josef, mágico...
Besos.
Pues para tener màs de 1900 años, te conservas muy bien wajajajaja.
Serás la reencarnación de algún amor quizás?
Muy romántico. Suerte.
Paso a leerte y a dejarte un cordial saludo
Muy bien esos dos primeros aspectos de fantasía, esos dos momentos extraños, que nos preparan al lector hasta el extremo de aceptarlo. Luego se repite. Interpreto que el profesor es un dios inmortal, aunque él no lo sepa. Me ha gustado la fantasía, la imaginación y el hipertexto para ilustrarnos.
Nota: lo que peor llevo de tu blog es la música obligatoria que irrumpe sobre la mía, la que estoy escuchando, en este momento a Bach. Piénsatelo, o al menos pon el dispositivo al inicio de la página para poderlo apagar.
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