martes, septiembre 15, 2009

Cazador Experimentado.



Hasta ese momento de su vida, el cazador experimentado Ángel Cardoso, había cobrado prácticamente toda clase de piezas y recibió multitud de condecoraciones. Su historial se había convertido en una leyenda; e incluso llegó a ser apodado: “Sombra acechadora.”
Partidario de la reproducción de las especies al natural, Ángel Cardoso ni siquiera pensaba en la posibilidad de su extinción.
Preguntado por la situación de la fauna en el mundo, escéptico, contestaba mediante interrogantes a quienes mantenían que la desaparición de muchas especies, no sólo era inminente, sino preocupante. El pilar de sus creencias se fundamentaba en cuestiones del tipo:
“¿Por qué continuaban existiendo las interminables manadas de Ñues? ¿Por qué resultaba imparable la expansión de las ratas? ¿Por qué había cocodrilos en los sumideros de algunas grandes ciudades, pitones en algunas zonas pantanosas de los EEUU, y zorros y jabalíes en zonas densamente habitadas por el hombre? Era eso extinción o crecimiento.” Contemplar las caras de desconcierto de algunos ecologistas, le hacía sentirse seguro de la veracidad irrebatible de sus teorías.

Cierto día, mientras trataba de calmar su aburrimiento en tanto fraguaba nuevas aventuras por los deliciosos parajes del África, caminaba por las montañas de Toledo al acecho del faisán y la perdiz.
Tras avistar a una bandada de perdices, fue retirándose hasta internarse en un paraje frondoso, y cuando quiso darse cuenta, resultó estar tan apartado y escondido, que se encontró perdido en medio de un insólito roquedo.
Se detuvo a descansar sobre una de sus rinconeras, y divisó un claro por el cual discurría un arroyo. Y, en un extremo, deslizándose en silencio y con delicadeza, descubrió al ejemplar.

Se encogió tras las rocas. Sin proyectarlo, su mente de ojeador, se concentró en la cacería más apasionante de su vida. Pues sin ser consciente acababa de situarse en el lugar idóneo para abatir a una de las presas más codiciadas que faltaban en su voluminosa colección, y que a continuación tuvo en el encuadre de la mira de su escopeta: Un lince ibérico.
Se trataba de un espécimen increíble, estimó. Mientras que su pelaje moteado se confundía con las finas espigas que lo rodeaban, los pabellones auditivos acababan en largos y suaves pinceles, y a ambos lados de su barbilla, sobresalían hermosas barbas amarillas. En tanto, sus extremidades cubiertas por gruesas almohadillas, progresaban anteponiéndose unas a otras con la sintonía de un ballet silencioso.

El animal se acercó con cautela hasta el espacio abierto donde las aguas del manantial formaban una poza, se detuvo, alzó la cabeza y oteó con detenimiento. El cazador sonrió, pues la fortuna había querido que se hallara contra el viento. Finalmente la presa inclinó la cabeza, comenzó a lamer con delicadeza y Ángel supo que aquel era el momento. Situó el dedo sobre el gatillo, estaba listo para disparar, cuando escuchó el trino de un jilguero. El felino levantó la cabeza y aguzó las orejas; finalmente pareció sosegarse y liberó un leve maullido. Tras una roca se percibieron unos chasquidos, y dando tropiezos contra las raíces salientes de los árboles, ante el encuadre de Ángel, surgieron tres preciosas crías y fueron a reunirse con la madre.

Ángel Cardoso había presenciado toda clase de escenas sin enternecerse jamás. Y, ahora, sin comerlo ni beberlo, delante de él tenía a la que tal vez fuera la última camada de linces en la sierra de Toledo. Aunque ¿quién le aseguraba tal cosa? Nadie. Excepto lo que sabía desde su niñez. Sus abuelos le hablaron siempre de la existencia de aquellos hermosos animales. Luego, en su adolescencia, vio ejemplares capturados y se hizo la promesa de hacerse con la piel de uno de ellos. Pero pese a sus innumerables correrías, en toda su juventud, nunca logró toparse con uno; hasta ese momento. Y, Dios. Resultaban increíblemente... delicados y ¡preciosos!

Aquel verano “Sombra Acechadora” suprimió su habitual cita de muerte con África. Y, en su pueblo, semejante aplazamiento fue motivo de sorpresa y habladurías. Hubo quien aseguró que se hallaba enfermo de cáncer, otros dijeron que se había arruinado, y algunos afirmaron que estaba enamorado. El hecho es que ese año Ángel Cardoso no escudriñó un solo elefante, hiena, león, leopardo o antílope; y tampoco olió el olor acre de la pólvora, pues ya no le hizo falta volver a empuñar un rifle de mira telescópica. En cambio, se hizo con una cámara y aguardó largas mañanas al acecho, con objeto de presenciar el momento en que la familia,con las crías cada vez más crecidas, hicieran su aparición en la poza para beber y remojarse. Entonces, con sumo cuidado, observaba a través del ángulo de mira de la cámara, apuntaba y disparaba.

José Fernández del Vallado. Josef. Sept. 2009.


26 libros abiertos :

lichazul dijo...

el mejor cazador es quel que plasma en su lente el momento mágico de la vida...

tu relato es simple y muy bien rematado, que mejor que el mensaje claro para hacerse universal:=)

besitos de luz josef
que tengas una semana preciosa

Arantza G. dijo...

Precioso, conmovedor.
Bastante más bello cazar con una cámara fotográfica que con un rifle.
Estoy eocionada, me ha encantado.
Besos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Sin duda, una caza con mejores miras.

Julia Hernández dijo...

Es un placer y un lujo leerte, exquisito relato, tierno y conmovedor, ojalá existan muchos como Angel Cardoso que se dejan llevar por la belleza y se detienen ante ella aún renunciando un sueño de toda la vida. Sería maravilloso y tendríamos un mundo mejor si cambiáramos un rifle por una cámara, cuánta belleza y paz tendríamos. La imagen divina, en cada palabra encuentro vida, esperanza y claridad, realmente hermoso. Un abrazo grande.

Carolina dijo...

Wow!!! Encantador escrito. Ojalá la mayoría de cazadores tuvieran la fortuna de palpar lo que sintio Ángel Cardoso, sentimientos y respeto por conservar el mundo animal que está lleno de ternura y de muchas cosas más.
Tristemente y actualmente el hombre acaba con esto...

Un besazo.

TitoCarlos dijo...

Encantador y muy bien relatado; no cabe duda de que es ficción, y nos deja entrever varios finales.
Por dar un poco de realidad al asunto, creo que mata al lince, como ha hecho con todos los animales que ha puesto en su punto de mira, y sobretodo éste, que es el único que falta en su colección. Conseguido ese hito, pasa a la fotografía...
¿Sirve este final, no?

Un abrazo,

Naveganterojo dijo...

Un servidor, que en tiempos mozos fue cazador, sabe exactamente lo que sintio Angel.
Hoy dia mis piezas estan expuestas en hermosas fotos en mi ordenador, y no son precisamente animales muertos, sino preciosa instantaneas de seres vivos disfrutando de la vida tanto como yo al "cazarlas".
Esta entrada me ha encantado amigo.
Un abrazo

F. J. Zamora dijo...

Y ya no volvio a decorar su cas con las piezas disecadas, sino lleno las galerias de istantaneas tomadas.
Eres grande amigo mio y tu si que sabes cazar historias y luego plasmarlas.

TORO SALVAJE dijo...

Que buena idea tuvo.
Vive y deja vivir.

Saludos.

Lara dijo...

A mí es que las cabezas disecadas no me van, más bonito cazar y capturar la vida de otra manera.

Beelzenef dijo...

Porque a veces vale más una imagen que mil palabras, vale más que la vida de esas maravillosas criaturas.

Enternecedor, mi querido Josef.
Un fuere abrazo

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Ese gran cazador...recuperó su corazón, amigo Moderato.

Precioso texto.

Un abrazo.

lanochedemedianoche dijo...

Qué bueno saber de estas cosas, es que tu lo haces ver así de verdadero, que grande seria el hombre si recordara que los animales o cualquier ser vivo tiene derecho a la vida, me encanto josef.

Besitos

Esther dijo...

Me alegro que ese cazador cambiara el arma por una camara de fotos, si llega a disparar seguramente no se hubiera topado más con un lince.Rectificar es de sabios, y el cazador lo fué..

besos

RR dijo...

Hola dulce amigo!!!!

preciosa música merece la pena minimizarte y dejar que tu música me acompañe mientras estoy por aquí....

te dejo un beso con abrazo...ya sabes como son mis abrazos y yo los tuyos....afortunada soy....

Dolores Garibay dijo...

Hola JoseF,

Este es sin duda un texto que invita a la reflexión.

La foto del inicio está H-E-R-M-O-S-A!!!!!!!!!

Besos chilangos

LUX AETERNA dijo...

Hermoso relato querido Moderato me gustó mucho temí eso si cuando estaba por terminarlo en uno de tus finales inesperados como que de repente aparecia un rinoceronte toledano y lo mataba al pobre cazador pero por suerte lei este final que me encantó.
Abrazo

María dijo...

Me gusta mucho la música, es un placer estar aquí leyéndote y con la música.

Bonito relato, bella imagen, todo... me ha gustado mucho.

Un beso.

Celia Álvarez Fresno dijo...

La música, una maravilla. Y como amo la Naturaleza por encima de todo, me parece una sabia decisión la que tomó el hombre dejando de matar.
Pienso que la cámara da muchas más satisfacciones.
Un abrazo, amigo.

panterablanca dijo...

Es que la ternura de los cachorros de cualquier especie, desarma a cualquiera ;-)
Besos salvajes.

Pilar dijo...

Muy bueno Josef, el cazador fué cazado por la belleza de la familia lince. Mejor los disparos de la cámara fotográfica que los de la escopeta.
Preciosa historia, mi buen amigo.
Un beso.
Pilar

Anónimo dijo...

hermosa historia por la decisión final del cazador!!!!!!!

muy buen relato y excelente música para acompañarlo.
cómo siempre...........una maravilla!!!!!!!!

besossssssssssssssssss

ybris dijo...

Cuando cazar era imprescindible para vivir la muerte de la presa tenía sentido.
Como deporte ahora no lo entiendo.
Observar la vida, sin embargo, sí me parece positivo y aleccionador. Igual que el recuerdo del instante plasmado en una foto.
Yo he disfrutado haciéndolo con un microscopio para capturar la vida diminuta o la belleza del cristal de arena tras el lento movimiento de un tornillo micrométrico.

Un abrazo.

Jose Luis dijo...

Que lindo relato...nada mejor que hacer perdurar los momentos en una imagen y que estos tengan la posibilidad de volver a suceder...a tener un recuerdo en una pared para un ego banal y solitario...

Un abrazo!

Jose Luis

AdR dijo...

La obsesión por los animales, por determinados animales, puede llegar a acabar con la humanidad de unos pocos.

Al menos eso veo en tu relato, una historia de obsesión de por vida.

Magnífico, como viene siendo habitual :)

Abrazos

Rosario Robredo dijo...

Josef eres buen cazador de palabras, hermoso texto, sin duda seria más humano y más bello!!!
Buen fin de semana amigo!

Un beso

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