viernes, febrero 19, 2010

Sin límites.



Hace una tarde fría y sin embargo me siento caliente; de nuevo la espero. Deseo verla otra vez...
El amor está dentro de mí; es algo más que un simple deseo, abrasa mi interior, destruye mis células. No sé cuando empezó o en qué momento decidí tenerla a mi lado... Al menos ése es mi sentimiento.
Tampoco sé precisar si mi mente está aquí o en otra parte, todo aparenta como un extraño sueño. La gente sale del metro: Mil rostros de semblanzas diferentes, a veces parecen iguales, otras se deforman hasta perderse en la oscuridad de la boca del infierno.
Estoy enamorado. Perdido en un mundo de irrealidad circunstancial.

Cuando Colette sale del metro, me paralizo, y apenas soy capaz de dibujar un breve gesto. Su boca despide un vaho blanco y vaporoso, lleva un gorro rojo de lana bajo el cual sobresalen sus bucles rubios. Mira hacia ambos lados, y cuando al fin me descubre, sonríe. Mi corazón se acelera, mi mente selecciona las palabras que deseo balbucir. Trato de aparentar una indeferencia inexistente; soy un manojo de nervios, un ente que solo tiene cabida para una persona en el mundo.
Todo me suena fastuoso y extraño; el pitido del tren al cual debemos subir me parece acolchado y tranquilo.

Excitado, le grito: ¡Colette aquí estoy! Colette...

Y ella, deslizándose sobre la nieve, llega y me da un beso en los labios. Durante unos instantes, la vida es perfecta.
El tren de cremallera avanza escalando el puerto. Hay una nevada de dos metros y medio. El paisaje blanco, de una nitidez desbordante, provoca que mis ojos lagrimeen. Ella, sentada a mi lado, inclina su cabeza sobre mi pecho y mi corazón late con fuerza.
Llegamos al Alto, descendemos y vamos al alquiler de esquís. Elegimos dos pares con sus respectivas botas y nos los calzamos. Mientras la ayudo, sonrío y acaricio sus muslos tersos y fuertes de deportista.
Subidos en el teleférico todo parece más limpio; el sol cosquillea y el aire casi duele en la garganta; los besos cálidos de Colette con sabor a lengua inquieta y deliciosa; la gente esquiando bajo nosotros iluminada por mágicas estelas de espuma. Y el silencio amortiguado de la nieve que me invita al relax.

En lo alto de la cima, justo antes de lanzarme, cierro los ojos e inspiro aire con ímpetu. Colette, a mi lado, hace otro tanto. De pronto me empuja hasta hacerme caer y escapa cuesta abajo.
Cuando me incorporo me lleva un buen trecho. Arranco y persigo su estela. Pasados un par de minutos empiezo a darle alcance. Ella se gira un instante, cambia de rumbo, y sale de la pista oficial. La sigo esquivando el peligro de unos árboles contra los que estoy apunto de estrellarme. De repente la vegetación desaparece y descubro una explanada en desnivel. Delante de mí escucho la risa asfixiada de Colette, que sigue y sigue, su descenso imparable.
Tras realizar un cambio de rasante presiento el peligro: Más abajo hay un barranco. Espantado comienzo a gritar mientras me detengo. Ella parece no oírme. Le quedan pocos metros. ¡Acabará por despeñarse! A menos de dos metros del terraplén traza un giro elegante y se detiene.
Desciendo con precaución hasta donde se encuentra y tembloroso, la abrazo. El corazón le late a mil revoluciones, resuella y se ríe de una forma preciosa. Me besa y acaricia con necesidad, señala a nuestra izquierda y veo una vieja cabaña.
Nos acercamos. Mientras, ella me explica que hace tiempo estuvo a punto de caer por la pendiente y la descubrió.
Para nuestra sorpresa dentro está todo más o menos en orden. Seguramente es la cabaña que un pastor utiliza en los meses de primavera y verano. Hay leña junto a una chimenea y a su lado un cómodo jergón. Nos miramos, nos abrazamos.
La noche nos sorprende amándonos sin tregua.

A la mañana siguiente es domingo. Recogemos con rapidez, salimos de la cabaña, regresamos a la pista y absortos nos deslizamos hasta su parte inferior.
Dejamos los esquís y desayunamos en una cafetería sin saber de qué hablar. Ninguno encuentra palabras para recomenzar algo que ha terminado como un sueño mágico, quizá, deslumbrante y fantástico.
Me despido de Colette en la boca del metro. Como si nada hubiera sucedido le doy un tímido beso y le susurro un hasta luego.
Después la veré tres o cuatro veces más. Todavía la echo de menos. La amé demasiado como para confesárselo. Respecto a ella, no sé hasta qué punto me quiso y si me amó un ápice siquiera. Los seres humanos a veces somos misteriosos y extraños. Desde entonces, cada vez que pienso en ella, recuerdo aquella mañana de extraordinaria blancura sin límites...

José Fernández del Vallado. Josef, febrero 2010.




36 libros abiertos :

Verbo... dijo...

Te felicito !!

me ha gustado saber que el amor te reina,

Un beso ♥

Soñadora dijo...

Sensaciones extremas en este relato!
Que pases un lindo fin de semana.
Besitos,

panterablanca dijo...

¿Cómo que la amaste demasiado como para confesárselo? A esto se le llama perder el tren ;-P
Besos salvajes.

lanochedemedianoche dijo...

Maravilloso sentir así te felicito, buen fin de semana.

Besos

Andrea dijo...

Qué espléndido relato! Me lo he devorado, el final es algo triste pero perfectamente comprensible, al menos para mi. Un abrazo Josef :)

Beelzenef dijo...

Que extraña la vida esta... que nos hace guardar aquello que puede ser lo más importante en nuestras vidas.

Abrazos enormes

Carver dijo...

Precioso relato de amor y paz..., fantástico leerte.

un abrazo

Julia Hernández dijo...

Precioso tu relato con maravillosas imágenes, aunque con un final triste e inesperado, es una lástima después de tanto amor no tener la fuerza suficiente para vivirlo plenamente y sólo quedar en el recuerdo. Precioso. Un fuerte abrazo.

gaia56 dijo...

Muy bueno tu relato. Me quedé pensando que a veces un pequeño momento marca la vida y es suficinete, a qué alargarlo... y también pensé que se derretiría el hielo con la intensidad del momento.
Un beso.

Paquita Pedros dijo...

Hola cielo otra maravilla de realto me encanto es precioso
un beso y feliz fin de semana

Arwen dijo...

A veces el amor dura un suspiro y se pierde en el viento, pero siempre llegan amores verdaderos...solo hay que abrir los ojos del alma para verlos llegar...Josef me encanta como escribes...un abrazo cielo...

Lara dijo...

Un texto lleno de sentimientos ;)
Muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuacks!

Asun dijo...

Un relato con mucho frío y mucho calor al mismo tiempo.

Me ha gustado mucho.

Besos

Anónimo dijo...

Muy bonito!me trasportaste a la nieve blanca:)feliz finde!!

Maga h dijo...

Uno no deja de confesarle el amor al otro por amarlo demasiado, sino por amarse excesivamente a uno mismo.

Un abarzo grande.

© José A. Socorro-Noray dijo...

Magnífico relato como nos tienes acostumbrados.

En un momento
se nos viene
y va la vida...
la ausencia
se nos hace eterna.

Un abrazo

Perséfone dijo...

Más que extraños y misterioros, yo diría que muchas veces somos tontos de remate por no decir las cosas como son...

Bonito relato.

Un abrazo.

Amig@mi@ dijo...

Al menos fue bello mientras duró.
Bella historia en un bello marco que conozco ...
Un abrazo

Verdial dijo...

No sé si es realidad o ficción, pero puedo asegurarte que es uno de tus escritos que más me ha gustado.

Un abrazo

pd. (y envidado)

Janeth dijo...

"Los seres humanos a veces somos misteriosos y extraños".

Un amor que significo mucho para el que le acelero el corazon y que al final le dejo un vacio,.... lindo relato Jose, me quedo con la frase de arriba, sera que los humanos a veces no nos es suficiente el amor????

Hinamori dijo...

Que triste, pero así es, eso es lo que sucede cuando no sabemos qué queremos para nuestras vidas.

Un abrazo.

Novicia Dalila dijo...

Yo lo que no entiendo es por qué se acabó, Josef. No pasó nada que os impidiera seguir juntos. Vale que la rutina cotidiana no tendría nada que ver con esa jornada tan particularmente hermosa y atípica, pero el amor es más que unas horas de romanticismo máximo....
Yo que tu la llamaba :D

Un beso, Josef

TORO SALVAJE dijo...

Todo aquello que pudo ser y no fue.
Supongo que en su momento nos pareció lo más acertado.

Saludos.

panterablanca dijo...

Así me gusta, que no te enfades :-) El relato me pareció bueno. Yo no te estaba criticando a ti como autor, no estaba criticando que hubieras puesto esas palabras en boca del personaje, puesto que hay gente que no acaba de decidirse a explicar sus sentimientos. Estaba criticando al personaje, por eso mismo, porque a veces nos perdemos por no hablar a tiempo. Quizá la chica esperaba que él diera un paso adelante en la relación, y como no lo dio, se perdió todo. Quién sabe...
Besos salvajes.

F. J. Zamora dijo...

Lo bello es lo vivido, lamentarnos para nada.
Entre dos el beso de la llegada y el d despedida hubo mucho amor, o al menos eso me parecio.
un saludo

Gárgola dijo...

Me acerco para retribuir tu mensaje y tu amable comentario. Es curioso, nos cruzamos por tantos sitios y nunca te había leído. Me gusta el ritmo de tu cuento, tu escritura fluida.
¡Me encanta la música que pones!!
Espero que nos sigamos leyendo ahora que nos hemos encontrado.

Besos


PD: Aunque ya había pasado antes a leerte, me gusta dejar un poquito más de mi cuando comento y por eso a veces tardo tanto en dejar palabras o publicar cosas nuevas... Gracias por acercarte a Donde Creamos el Tiempo

María Jesús dijo...

Amigo Josef, he abierto un red social para escritores y artistas. Ven a mi blog y si quieres estaré encantada de tenerte entre los miembros del castillo irredento.

Un beso

Unknown dijo...

creo que los pequeños momentos siempre nos marcan en la vida!!
bello, bello..

gracias por dejar tus palabras de aliento en mi casa....las necesitaba y me hicieron muy bien!!

miles de abrazosssssssssssssss

Alimontero dijo...

me encantan tus relatos, a veces me siento protagonista en ellos....
Si, disfruto plenamente aqui... la música me gusta mucho y me siento "casi especial"...
que haces para eso?????????

bellísima entrada!!

gracias por tu presencia en mi espacio...lo aprecio mucho..;-)

Ali

MORGANA dijo...

Y para que sigas creyendo en el amor te envío un beso enamorado.
Besos hechizados.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

De esta materia son los amores que se recuerdan.

More dijo...

Yo no sé porqué pero yo por lo menos un apr de veces suspiré leyendo tu historia.
Execelente, como siempre.
Abrazos.

Carolina dijo...

Josef, Que preciosidad de texto. No he suspirado una vez, si no varias veces. Es sentirse Colette, y llenarse de emociones fuertes, deslizándose por la nieve y amando al protagonsista del relato.

Vaya final cielo. Queda la esperanza de otra "blancura sin limites"

A veces el amor lo tenemos tan cerca y no lo queremos ver. Gracias por tu comentario en mis "suspiros de amor"

Besitos

Anónimo dijo...

hola divinisimo amigo moderato espero que estes muy bien quiero agradecerte el que estes con tus cometarios tus tiernas palabras son esas palabras que atraviesan fronteras...

besines
:) sau

VIVIR dijo...

Magnifica entrada primo...

¡ole tu!

jess dijo...

Quién fuera como Colette, así de impetuosa, atractiva e inmortal.

Siempre quise conocer la nieve.... hasta la onda helada que cubrió al mundo en Enero... si no pude resistir esos fríos, cuanti menos las nevadas... brrrrrr.....

Los amores de tránsito, desde mi gusto, son los más exquisitos.
;)

Un abrazote mi querido Josef!!
¡Salta Valiente!

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