Enrique Cienfuegos llevaba viviendo trece años de guerra y no conocía el amor, la paz, ni el descanso. Nacido en las montañas era hijo de una mujer guerrillera fallecida en el parto. El día en que cumplió cinco años su regalo fue un pesado kalasnikov y la recomendación: “Acabar con los enemigos de la patria.” No hubo tarta ni velas, pero él no sabía qué era aquello, como tampoco sabía lo que era una patria. Sus primeros diez años los pasó danzando de una cima a otra, hollando picos nevados, únicos lugares en los que al sentarse unos instantes disfrutaba de un descanso, sensación que según le explicó un compañero que murió de enfermedad, era parecida a la paz, aunque también a la muerte.
Mataba hombres sin preguntarse el porqué, lo hacía porque quienes lo habían criado así lo hacían. Los amigos no existían, ni las personas, eran efímeros y hasta Cacho, su gran compañero, dejó de estar a su lado un día cualquiera. No lloró, pues tampoco sabía llorar y estaba acostumbrado a la ausencia de la amistad y a toda clase de ausencias. Sus diversiones eran, aparte de hablar con prisioneros a quienes luego ajusticiaba sin piedad o arrepentimiento, comer escarabajos de sabores deliciosos que crujían en su boca al masticar, trepar a los árboles tras los macacos, contemplar las orquídeas, bañarse en arroyos y lo de siempre; las escaramuzas con los enemigos. Había varias clases de enemigos. En primer lugar estaban los soldados regulares, es decir, los hombres que el “dictador” enviaba para apresarlos y matarlos. Según le explicaron el “dictador” era una persona sin corazón que había maniatado al país hacía muchos años. Sin embargo, Enrique no tenía claro si el “dictador” eran una o varias personas, pues a uno lo llamaban “dictador,” a otro “tirano”y también estaba un tal “Zalazar.” Había otros enemigos: los “Paras,” fáciles de distinguir, se caracterizaban por un escueto detalle; eran cobardes. Masacraban a hombres y mujeres desarmados. Enrique entendía que los cobardes no cabían en el mundo. Al menos eso decía Alfredo, su comandante. Ahora, si no cabían ¿por qué no acabar también con aquellos hombres que le tenían miedo a la vida? Así la guerra acabaría de una vez, y tal vez la vida sobre la tierra, pero aquel era un riesgo que habrían de enfrentar. Alfredo decía a menudo que sin los hombres desarmados del páramo en el país no habría comida, pues cultivaban la tierra y plantaban hortalizas y frutas de las que se alimentaban. Luego, pese a tener miedo, eran hombres buenos pero sobre todo, útiles. También estaban los del PcG que a pesar de luchar contra el “dictador”, el “tirano,” “Zalazar” y Los Paras, estaban contra ellos. ¿Quiénes eran los del PcG? Según Alfredo eran peores que ninguno, pues batallaban para el traidor “Evaristo.” Evaristo era un primo hermano de Alfredo. Tras rebelarse constituyó su propia facción revolucionaria. Esta última explicación se le hacía a Enrique cuesta arriba y lo único que tenía claro es que desde que tenía noción Evaristo y Alfredo habían existido en la selva. Por ello, el hecho de que permanecieran enfrentados uno y otro era algo natural, como la lluvia, las hormigas o el jaguar. Eran seres eternos, y los únicos que nunca podrían desaparecer. Eran dioses.
Sus escaramuzas siempre tenían lugar en la hondura de la selva. Sorprendían al enemigo acechándolo desde zulos que excavaban en la tierra, en lugares donde suponían que tarde o temprano, pasarían. A veces permanecían diez o más horas enterrados en el lodo, alimentándose de escorpiones a los que arrancaba la cola, viendo chispear las estrellas en la oscuridad de la noche, oyendo el abucheo congestionado de los monos aulladores al amanecer y las bandadas de loros chillar; e incluso alguna vez sorprendió o fue sorprendido por un acechante jaguar lustrando su pelaje a unos metros.
Las escaramuzas duraban segundos, suficiente o demasiado para que la muerte acudiera a sus recintos de barro y los preservara esculpidos en sangre. Nadie gritaba, era ley en la selva no hablar para no ser descubierto por el enemigo y tampoco descubrir a los demás. Los hombres del dictador utilizaban rehenes como escudos. Solían ser compañeros apresados, o simplemente les bastaba con labradores de cualquier pueblo cercano. En tal caso, Enrique disparaba a los tobillos y cuando los de delante caían le era posible abatir verdaderos enemigos.
Lo cierto es que desde joven se distinguió por su carencia de miedo, pero al ir creciendo la corteza insensible y protectora que su cuerpo había forjado al nacer se fue desmoronando y pasó a convertirse en un ser silencioso y sensible, como cualquier animal de la selva. Así, mientras los demás compañeros se transformaban en hombres fuertes, insensibles al desaliento, él era un cúmulo de fragilidad y sobresalto. De tal forma, todos, continuaban tratándolo como a un vulgar chiquillo.
El anochecer en que sucedió la masacre todo el mundo dormía menos él, que apresado por las garras del insomnio, reclamaba siempre más y más guardias.
Aquella noche se durmió unos instantes y cuando despertó se encontró rodeado de soldados a un lado y hombres de Evaristo del otro. Sabiéndose descubierto alzó las manos, nadie reparó en su presencia. ¡Y tanto! Ni siquiera lo miraban. Los ojos de sus enemigos estaban vueltos hacia los hombres que profundamente dormidos descansaban en el campamento. Alarmado, bajó la mirada y trató de correr. Con espanto descubrió las raíces de un árbol. Dobló sus ramas palpó su tronco resinoso y se descubrió convertido en recia corteza. Era un árbol gigante lupuna tropical.
Fue una matanza. Salvo presenciar con terror el espectáculo mientras las balas se incrustaban en su tronco y su savia manaba sin descanso, no pudo hacer nada. Cuando terminaron los hombres que quedaban en pie fueron apresados. Entre la reducida tropa de derrotados estaba el comandante. Se internaron en la selva y se hizo el silencio. Transcurrió el día y agotado el lupuna dejó caer sus ramas y se secó.
A la mañana siguiente abrió los ojos y se encontró enterrado en fango. Comenzó a escarbar y según progresaba, sus uñas desolladas, apartaban primero cieno con furia y luego cadáveres. Logró salir y descubrió que el delirio había sido en parte, real. El campamento estaba cubierto de cadáveres y moscas e insectos hormigueaban sobre los cuerpos masacrados. Se dedicó a reunirlos, luego prendió fuego y por primera vez gimiendo, se alejó...
Tras deambular semanas por los altos sin alimentarse el invierno volvió. Una noche muy fría decidió que necesitaba aprovisionarse y descendió al páramo. Había crecido y era ya un mocetón hábil y fuerte, pero para siempre impregnado de vastos remordimientos.
El poblado que eligió estaba sumido en las sombras y el silencio. Como su proceder habitual estaba siempre dictado por el miedo y la desconfianza, se movió con cautela. Bordeó las chozas, pensaba dirigirse a la plaza cuando descubrió la cabaña en penumbra y escudriñando, se acercó. Dentro oyó carcajadas, se asomó por los visillos y descubrió el espectro de dos hombres sujetando a una mujer. A lo largo de su vida había visto mujeres en raras ocasiones y circunstancias. Ciertas veces, algunas subían al campamento, entonces los hombres bebían, hablaban de más y se volvían estúpidos, peleándose por ver quien se metía antes dentro de ellas. Una vez unidos, se retorcían como larvas.
Comenzaron a arrancarle la ropa y lo que iba a suceder no le extrañó. Pensó en marcharse pero cuando el primero se situó sobre la mujer no le gustó lo que vio. La abofeteó. Mientras el otro la sujetaba, la muchacha comenzó a llorar con angustia y consternación. No, nada era igual. En el campamento eran libres de hacerlo sin sollozar. Algo nefasto ocurría, dedujo. Moviéndose en silencio rodeó la cabaña y tras asegurarse de que no había nadie acechando, se dirigió a la puerta la abrió bruscamente y sin mediar palabra, concluyó su labor mediante dos breves y decisivos disparos.
Todo quedó en silencio. Se deslizó hasta los cuerpos, yacían boca abajo. Dio la vuelta al primero, con sorpresa descubrió y examinó la cicatriz que cruzaba aquel rostro. ¡Era el perfil de Evaristo! Durante unos instantes permaneció absorto. No tardó en recuperarse y se dirigió al segundo; vencía el frágil físico de la mujer, que extenuada, exhalaba y gemía debajo. Un puntapié con la puntera de su bota bastó para hacerlo girar, el rostro rugoso y bigotudo de Alfredo, su comandante, se estabilizó mirando al techo con ojos vidriosos. Sacudido por un estremecimiento el cuerpo de Enrique se contrajo de pavor. La mujer se arrastró tiritando, se puso de pié con precaución y sin dejar de vigilar se deshizo de las tiras de ropa desgarrada, y al no advertir reacción por su parte, caminó hasta la puerta y trató de escapar. Una mano se interpuso. Se volvió, los ojos de Enrique escrutaban inseguros, todavía con miedo. En silencio ella alzó sus brazos, lo tomó de las manos, le acarició suavemente la cara, lo besó. Temblaba. Él percibió su miedo salvaje, como el suyo. Paulatinamente la rodeó por la cintura, la acunó, la calmó y la condujo al exterior. Abrazados en la oscuridad se perdieron en la selva. Nadie volvió a verlos. Dejaron de existir para siempre en aquel paraje de guerra e irracionalidad.
José Fernández del Vallado. Josef. 2009.
84 libros abiertos :
Genial, como siempre....
Me vas a tener que agrandar la letra, no veo jaja ya me marea el color y el tamaño, ya me estoy poniendo vieja jajaa.
Realmente pasé a dejarte un beso, en otro momento te leo tranquila y con anteojos si los encuentro...
besotes muchos.
Muy buena la historia, en las guerras el ser humano se convierte en el peor depredados que existe.
Matar por matar, dañar por placer.
Espero y deseo que solo lo podamos imagimar en la literatura, y jamas lo tengamos que sufrir.
Un abrazo amigo mio
Muy buena historia.
Besos.
Realmente estremecedor, sensacional, moderato, parece que sólo el amor es capaz de acabar con la guerra..mis felicitaciones por el relato.
ABRAZOS
un final abierto pero final feliz :) ojalá más historias tuviesen este final, aunque distinto, muy distinto principio :) besos!
Siempre me gustan tus relatos¡¡¡jejejjeje;)
BESITOOOSSSSSSSSSSSS¡¡¡¡¡
Argumento de una cruel guerra, con la perdida de la inocencia a temprana edad, triste, emotivo, con un hermoso final. Tienes ingenio para cada historia, que de verdad, ¡me tienes enganchada en tú blog! Un abrazo!
que maravillosa historia,cómo no conozco los personajes, no sé si fueron o son reales, o son producto de tu imaginación!!!
que vida tuvo que llevar desde niño, sin tener consciencia de lo que hacía...............
profunda historia, amigo poeta.
mis felicitaciones y un gran abrazo
Es notable, el amor como la vida, pueden surgir en los escenarios más espantosos.
A veces parece que el germen de la humanidad se niega a perecer.
Un trabajo excelente, Amigo! Lo he disfrutado, muchas Gracias!
Mi abrazo!
Como siempre un placer leerte, como siempre una historia sacada de las fantasias d una mente q parece conocerlo todo, o tienes el don de la ubicuidad o es q haz vivido mucho pero tu habilidad de ponerte en el pellejo de otros me sombra ... hermoso relato, esperanzador final gracias!
La verdad es que el amor es una de las grandes batallas pseudo perdidas!
Besicos
Después de tanto horror llegó el amor y venció.
Que bien.
Saludos.
Una historia imaginada que puede pero ¿quíen dice que no pueda ser verdad?.
La vida está plagada de sorpresas. Y por desgracia, de guerras sin sentido.
Un abrazo, y mi admiración
Habría que nacer en un sitio así y haber jugado desde niño con un "kaslanikov" para ponerse en la piel de estos niño que crecen entre tanta violencia y con estos valores.
Estremecedor, muy duro.
Impresionante como siempre, amigo
uffff, me has dejado ....
Que horror y cuanto amor, que guerra la del muchacho.
un abrazo y sigue haciendo alquimia con las palabras.
En cualquier sitio, en cualquier circunstancia se puede encontrar el amor y hacer un akelarre con el miedo.
Un beso grandote
Desgarrada y admirada a la vez. Maravillosa forma de mostrar que la esencia humana pervive incluso entre el horror, que en cualquier momento puede asomar la ternura que nos salve.
Un hermoso descubrimiento.
Saludos
El amor está en todas partes ¿lo notas? seguro que si ;)
Sabes lo que me gusta y me atrapa, que no se sabe si es ficción o realidad, que le das un toque a todos de suspenso, hasta el final no se sabe por donde terminirá la historia, obvio algunas me atrapan mas que otras, pero en lo que es la prducción, imaginación y narrativa impecable...
cariños muchos besos.
La guerra que de paso al corazón...
si fuera tan fácil...
Saludos
Te leo y me quedo embobada, no lo puedo remediar (ni quiero, vaya ;)
Un beso Josef. Un placer leerte siempre.
El horror de esos lugares que existen ... obviamente.
Un realto cieto y estremecedor de personas que no saben vivir otra vida sino esta, que es con la que nacieron!!!
Me gusta que el final le haya dado un toque de esperanza a una vida o a dos...
Besos cielo, excelente como siempre!!!
Pasa un bello fin de semana!!!
El Amor lo apartó del horror...
Excelente relato, Josef...
Suspense hasta las últimas lineas.
Un beso.
Lamentablemente esa es la realidad para muchos, que luchan su guerrilla con el mismo odio y falta de sentimientos que acá describes.
Probablemente lo que más me fascina de tus escritos es el realismo que pones en tus palabras como si hubieras vivido lo que relatas.
Besitos,
De nuevo GENIAL, no sé... me recueda al "libro de la selva".
No hagas caso, mis desvaríos de una mente que no corta el mar sino vuela...
jaja
Besos
Hagamos el amor y no la guerra. Un relato màs que interesante. Abrazos.
Moderato mi amigo, creo que este es uno de los mejores cuentos que he leido. Muy bueno, no me canso de leerte, tenés una imaginación envidiable.
Te sigo leyendo
Jose, aún hoy me sigue sorprendiendo la versatilidad en tu temática. Puedes abarcar cuantos temas te propongas y, muchas veces, dejan un sabor de denuncia social o por lo menos, de reflexión ante cuestiones verdaderamente incomprensibles. La guerra y la violencia son cirsunstancias que nos han acompañado desde el origen de la raza humana... y, pese a ello, no podemos dejar de sucumbir a su horror. Me alegra saber que aún tenemos conciencia, aunque, a veces, no lo parezca.
Un abrazo grande.
qué paisaje el del final del relato...
Una vez escuché que sólo cuando conoces algo puedes desearlo, realmente es una historia desoladora y la vez muy real, pues son muchos los que nacen conociendo un mundo atroz y cruel, sin saber siquiera que el amor existe.
Saludos.
Ojalá todas las guerras se pudieran ganar con amor, querido Josef, se salvaría el mundo.
Sólo te puedo decir... genial :)
Muchos besos de madrugón :)
Moderato vaya mente...y como has transmitido....lo brutal... las razones a lo que llevan a una mente....
jooooo
que bueno.
besos y amor
je
je
je
Fantástico relato y maravilloso blog. Me quedo.
Un abrazo.
Oye tu siempre me sorprendes. Sabes? cuando escribo en el comentario casi siempre me pregunto de que ira a escribir en su proximo post? y cuando leo relatos como el de hoy me dejas boqui-abierta porque como dirian en mi pais no la vi venir...Cuidate.
Una historia triste, la de los niños de la guerra, pero con un final precioso, muy poético.
Tienes una gran capacidad de descripción y consigues que nos metamos en la selva con el protagonista.
Encantada de leerte.
Besos.
Después de una vida de horror y guerra, el final me conmovió... los imagino felices. Saludote josef, muy buena historia, hasta prontito amigo
¿Qué tal amigos de la web? ¿Pasando un buen fin de semana? Yo, aquí, relajadito. Afinando mi próximo relato. Todavía no sé ni cual será, y esa quizá sea la parte mejor: Imaginar... Mi vida es un 70% de imaginación, lo cual no quiere decir que me invente todo. Bastante de lo que escribo nace de sucesos que realmente me han sucedido, pero siempre hay una parte irreal y a veces, todo es irreal, aunque nunca nada sea del todo ficticio. ¿Estuve con Enrique cienfuegos? ¿Lo conocí? Sí, por supuesto. He conocido a varios Enriques Cienfuegos en los suburbios de ciudades pobres; vagando por lugares donde la honradez y la delincuaencia se dan de la mano. Porque lo mismo que encuentras muerte chocas con la piedad y muchas almas caritativas. Enrique nunca fue mala persona, solamente era eso, lo que la vida nos induce a ser a cada uno de nosotros. Y hay ciertos lugares donde nacer equivale a morir, o a encerrarse en una pesadilla sin fin. Aunque siempre habrá un sexto sentido, un instinto que nos induzca a olfatear el amor y la bondad. Muchos lo tenemos, algunos carecen de el, se les atrofia o enloquecen. Enrique cienfuegos tuvo ese instinto y supo encontrar el amor...
Gracias a todos por visitarme y por vuestras lecturas!
Un abrazo sincero!
josef.
Una Historia fantastica. Al final se venció el amor .
Un beso
Es de agradecer que escribas relatos para quienes quieran leerlos, buen cuento este que has expuesto en el post. Encantada de conocerte, ya te tengo en seguidores. Ahora te llevo a mis estrellas.
Un beso!
Me ha gustado mucho el relato Josef...me gustan los finales felices...me alegro que Enrique dejara de estar solo se merecia un poco de amor...besitosss
Precioso Josef.
Es un placer deleitarse con tu pluma y con tu estilo, que ya me resulta inconfundible.
Besos.
Gran historia y enorme su sentido.
Lo que uno aprende es lo que uno sabe...no entiende del bien y del mal, pero hay algo que nos empuja a ser distintos...un instinto que nos enseña que dentro de nosotros hay algo más que inercia y órdenes.
El amor puede con todo.
Tomemos nota.
Magistral relato.
AY JOSE HASTA EN ESTOS TEMAS TAN REALES, ACTUALES Y DOLOROSOS, ES UNICA TU ETERNA FORMA DE RELATAR LAS COSAS !!!!
OJALA ALGUN DIA PODAMOS EVOLUCIONAR Y DETENER LA INVOLUCION DE UNA BUENA VEZ !!!!
TE DEJO MIL BESOS
EXCELENTE COMO SIEMPRE JOSE !!1
TE QUIERO MUCHO
BUEN FIN DE SEMANA AMIGO
KLAU ♥
Hola Jose, vaya que esta ves me impresionaste con este bello cuento, sobre este personaje, que cosa la guerrilla con o sin razon la guerra esta mal, crea personas como la de tu historia, personas sin sentimientos,....hermosa historia, dejas ver que aun personas sin corazon, ni razon, pero con mucho instinto de conservacion
Besos miles
Paz en ti
Janeth
josef,tienes mucho escrito,voy poco a poco,un placer conocerte y ademas que me sorprendas.
Hola que tal, nos conocimos en el blog de Dianna, espero no te moleste, te agregué a mi lista de blogs.
Genial historia, estoy sin palabras, creo que me haré un asiduo lector de tu blog.
Un saludo,
José Luis
Precioso relato Josef...
desaparecer, renacer en el amor.
Inocente de la crueldad, inconsciente de su búsqueda de amor, así...si fuéramos como Enrique podríamos dejar nuestras miserias atrás y recibir sin cargas ese misterio.
Un saludo desde Argentina.
Hola,muchas gracias por tu visita a mi blog..si eres amigo de Juan también mio,así que te pongo en seguimiento para poder leerte....
Espero el proximo mes estar por el radio blog contigo..
Un besazo
Gracias por tu comentario y tu enlace además de pasar y visitarme! es un gusto conocerlo!
besos y que tenga un bello domingo.
Aveces en tus relatos, me pregunto donde está el punto en que la ficción deja de serlo para convertirse en una cruda realidad...a veces en tus realtos nos sorprendes con un toque naif que echa por tierra lo que segun vamos imaginando el final....esxecelente y sorprendente Moderato.
Un abrazo y buena semana amigo
Recien llegado de mi viaje, me paso a toda prisa por tu blog, amigo Moderato, para desearte una feliz semana!
El texto, muy bueno, como siempre. Me hago la misma pregunta que se hace Oteaba Auer.
Un fuerte abrazo...!
Encontramos el amor o es el que sale a nuestro encuentro. Lo importante es tenerlo. Un gran relato Joseff, gracias por visitar Preludio y tu comentario es de agradecer.
Un abrazo
mj
eSTREMECEDOR RELATO, QUE COMO TODOS LOS TUYOS, ME ENGANCHAN DESDE LA PRIMERA LINEA. GRACIAS POR ESCRIBIRLOS. UN BESO
Es muy hermosa tu historia,y bastante real,pero lo mas bello es que el amor siempre triunfa.
Un besito me gusto tu blog,lo visitare.
Hasta pronto.
Te abrazo en genialidad...;-)
Tus relatos aborben hasta el final!
Te he extrañado!
Un gran abrazo y buena semana!!
Ali
Hola amigo!
Me hiciste sentir el escalofrio despiadado de esas guerras. La irracionalidad, el miedo y por fin lo mas humano que es esa necesidad, que va mas allá de lo aprendido, de por una vez en la vida detenerse a descansar.
jo!
Si que me ha gustado..intrigante a morir!!Espero que estes bien..
Te dejo abrazos.
Josef en dos palabras..im presionante
besitossss
Siempre te leo... aunque no comente de inmediato.
Tus escritos me hacen siempre pensar... y llego a la conclusion de que aparte de que eres un gran escritor... esres una excelente persona...
Abrazancos
el amor vuelve a quien lo toma
gavilán o paloma...♫♫♫
Intenso
Precioso
y excelentemente narrado!!!
muakis de sol
Josep:
Me gusta mucho la manera que tienes de transmitir al escribir tus textos, se nota que tienes alma de escritor, y todos valoramos mucho tus escritos, desde aquí va mi aplauso para ti con una rosa y un beso.
Impactante la historia. Al final me dio un escalofrío por el cierre. Es muy buena tu pluma. Te felicito.
Excelente relato.
Me ha encantado pasear por acá. Tienes un talento asombroso.
Gracias por tus palabras por mi blog.
Saludos.
¡¡¡¡¡Bien!!!!!! Creo que "a la quinta va la vencida" (no a la tercera, no)... Por fin puedo comentar, sin que ésto se bloqueé.
Quería decirte que me ha encantado tu relato, por real, por bien narrado, duro, muy duro, y tierno-allá por el fondo del corazón de Enrique- a la vez.
Ya no te pierdo; te sigo.
Un beso
(Ha sido a la sexta...)
Escribes con gran facilidad. Un relato no es fàcil, y se lee con interés.
Un beso.
Me trasladé a los doce años de Sendero Luminoso en la sierra y Amazonas peruano. Pobres vidas de todos ellos!
Josef, qué bien narrada la historia!
He sentido esa impotencia ante la muerte insensata, ante el sufrimiento impávido de los guerreros que no sabían el cómo ni el porqué... y una luz de esperanza al final.
Siempre me conmueven tus relatos y te felicito de corazón.
Un abrazo!
(Mi proyecto va lento, es difícil pero espero salga a la luz algún día no muy lejano. Gracias!).
Hola Moderato, siempre es un paseo para mi mente leerte, disfrutar.
Digo lo dicho GENIAL.
Te abrazo
MentesSueltas
Realmente genialll!!
Vengo de la mano de muuuuuuuuchos compis, y ahora que tengo un rato ya que no puedo trabajar por una contractura cervical es un gusto poder leerte, tranquilamente, sosegadamente..
Me encantan tus relatos (tus libros)
Y si me lo permites ahora voy a continuar..!!
Besosss
Vaya diarrea mental que te gastas. ¿Qué pasa? ¿ya no os dejan escribir en las puertas de los retretes?
Mravilloso final, para un historia tan dura,ha sido un verdadero placer leerte,transmites tanto en tus relatos q haces vivirlo plenamente.
Besos
Fantastico.
Gracias por visitarme.
Te dejo un beso!!
Que buena historia desde el principio me engancho
No podría ser menos viniendo de ti.
Un beso.
Buenas tardes Josef...
Ni poesía ni prosa...
sino hilera de palabras
que como hormigas
se caen en agujero...
para simiente del olvido.
Gracias por tus hermosas palabras...
Abrazancos
amigo tienes un arbol en mi blog
Me he quedado atrapada en la lectura de este post. Es maravilloso cómo escribes. Gracias, y un abrazo enorme
Pero que placer da leerte Don Josef. He pasado un rato realmente arrebatador con tu espléndido texto. Enhorabuena!! Un saludo!!
Pase para leer detenidamente su relato, es que me pareció duro, triste, pero con un bello final, un relato que atrapa desde el comienzo!. Besos
Aunque me escuecen un poquillo los ojos por el fondo y la mezcla de letras, me encantó, como siempre niño.. que tienes mucho arte! Besos y abrazos!.
La historia es grandiosa y muy fuerte a la vez muy bien llevada no esperando menos de tu mano.
Tener tiene de todo hay despliege de guerrilla a tope...
Pero quien gana siempre...
En el momento en el cual la dscubrio lo demás ya no fue necesario ni importante...
Un abrazo querido amigo.
Amigo, como siempre tus relatos son magníficos y atrapan desde el primer instante...
Hay gente que no puede escapar de su destino, que no puede trazar su vida porque el camino ya está marcado y deben continuar...son los límites que se unen, los extremos que se odian y terminan pareciéndose...
Un gusto
Abrazos
Me he quedado completamente absorta en la lectura,es un relato muy duro. Contiene elementos que van más allá de la ficción, y deja la esperanza de que detrás de la brutalidad de la guerra, de esa guerra en que se fuerza a niños a ser hombres despiadados, puede haber salvación.
Magnífico relato.
Un beso.
Despues de un largo y tortuoso camino, se dirigió hacia donde su intuición o conciencia lo llevaría hacia una vida de amor y esperanza. Un abrazo.
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