Descubrí a la mujer esa misma mañana. Estaba en el supermercado; y ya no me pude alejar demasiado de ella. Ni de sus nalgas bien formadas, ni su cabello castaño que brotaba como una cascada y le alcanzaba hasta la mitad de la espalda, ni su forma de caminar segura y despreocupada, ni de aquellos ojos grandes como esferas de vidrio translúcido, ni aquel ceño sereno y maduro que dibujaba unos labios ni gruesos ni finos, sencillamente adecuados, que esbozaban una preciosa sonrisa cuando se cruzaba con las dependientas, y aquella increíble nariz recta. A su lado las dependientas eran vulgares y demasiado serias, con aquel rictus de permanente amargura. La verdad, algunas me hacían casi enfermar de la desesperación que me causaba mirarlas; en cambio ella...
Tal vez porque supe que era la mujer que faltaba en mi vida, no dejé de seguirla.
Pero... ¿faltaba una mujer en mi vida? Mientras caminaba siguiéndola por la avenida, tampoco estaba seguro.
La mujer que recordaba más cercana... o la mirada de mujer era la de Ivana, la prostituta. Cuando lo hacíamos y estaba dentro de ella, me miraba y se carcajeaba ¡sin importarle sentir! Lo cierto es que exceptuando los billetes de veinte, a Ivana no le importaba nada. Es curioso, porque, a pesar de estar totalmente degradada en el vicio, no necesitaba refugiarse ni desfogarse en la bebida. En cambio yo... me dio cierta tristeza cuando tuve que poner fin a nuestra grotesca situación y dejé de verla para siempre.
Jennifer detuvo el carrito a la puerta del chalé ¿su chalé? Abrió la puerta y comenzó a sacar las bolsas. Le puse Jennifer porque me daba reparo seguirla así, sin ni siquiera conocer su nombre. Necesitaba presentarme lo antes posible. Teníamos que conocernos fuera como fuese. El amor habría de nacer entre nosotros, era inevitable, la había elegido.
Fue una suerte comprobar a lo largo del día que Jennifer ¡mi Jennifer! No estaba comprometida. Ni tan siquiera tenía hijos, pues la vi salir varias veces sola de la casa.
Al final de la primera semana yo estaba preparado, en realidad estaba listo desde el primer instante. Sabía que el encuentro tendría, de alguna forma, que acabar sucediendo. Fui feliz cuando me enteré de que estudiaba en una academia que estaba al lado de un parque, y que para llegar tenía que cruzar una zona arbolada.
Luego las temperaturas cayeron y pasé unos meses malos sufriendo el castigo de Dios y aquel invierno aterrador, mientras aguardaba. Pero, por fortuna, pude solventarlo refugiándome bajo los pinsapos y secuoyas del parque. Y la música. ¡Gracias, doy gracias a Dios y al Diablo porque exista un grupo que está por encima de ambos y me haya salvado la vida! Sin el mp3 y la voz celestial de Ian Curtis, habría agonizado entre la blancura de la nieve. En cambio, escuchar la fulgurante y cruda eternidad de su música, me ayudó a revivir y a ser un hombre nuevo cuando la primavera volvió.
Aprendí a refugiarme y a huir de los cuidadores del parque. Me movía de los aligustres a los pinsapos, y de aquellos a las cimas de las secuoyas...
Un año más tarde, el día que sucedió, no pude dar crédito de mi suerte. Jennifer pasaba justo por debajo del la secuoya donde me ocultaba, de repente se detuvo, sacó un libro de su bolso y se sentó en un banco a un lado del camino.
Hacía un día espléndido de primavera y yo – debo reconocerlo – de haber tenido un libro habría hecho exactamente lo mismo. Pero no tenía libros, hacía tiempo que carecía de objetos personales.
Llevaba leyendo un cuarto de hora y yo, sudando de la emoción, sin atrever a moverme.
Finalmente, me decidí a descender. Me situé enfrente de ella y aguardé cerca de diez minutos antes de que elevara la cabeza. Lo hizo, y me miró con un tic lleno de miedo y sorpresa. Le dije.
— Hola. No tengas miedo. Me llamo Jaime. ¿Y tú?
Titubeó unos instantes. Parecía indecisa. Tal vez demasiado asustada. Le dije.
— Tranquila, no va a pasar nada. No soy peligroso. Sólo quiero enseñarte una cosa. Pero antes debes decirme tu nombre.
Me contemplaba perpleja y posiblemente aterrada. Lo cual era normal, porque lo que no es normal es que de repente un hombre se te presente en medio de un parque así como así. Yo lo comprendía y quería darle el tiempo necesario para que se acostumbrara.
Cerró el libro y muy bajo, musitó.
— Lorena.
Permanecí mirándola anonadado. De modo que Jennifer se llamaba Lorena. Ya no habría más Jennifer en mi vida, a partir de ahora todo serían Lorenas. Y que bello timbre de voz. Escucharla hablar era una delicia.
Titubeé unos instantes y, repitiéndome nervioso, le dije.
— Yo... soy Jaime y proseguí. Verás... Quiero ser tu amigo. Pero primero debo enseñarte, debo... y me sonrojé.
Ella se puso de pie, y mirándome inquieta, me dijo.
— Bien Jaime, verás, tengo prisa. Debo asistir a clase. Así que dime o pregúntame eso que quieres y me iré ahora mismo.
— De acuerdo, está bien. Podrás irte. Pero no te reirás, ¿verdad?
Me miró con asombro e irritación y dijo.
— No, no me reiré.
Entonces lo hice. Abrí de golpe el gabán y le mostré mis genitales en medio de una gran erección.
Lo que sucedió a continuación me pilló desprevenido. Lorena profirió una especie de chillido, y me arrojó el libro con tal fuerza y acierto que atinó de lleno en mis partes.
Di un par de traspiés y caí gimiendo de dolor. Estuve así durante varios minutos, cuando me recuperé, ya no estaba. Se había ido dejándome solo en la vida de nuevo. Sentí rabia de mi torpeza, rabia por como había procedido. Tras un largo invierno meditando cómo hacerlo y alcanzar la conclusión de que lo mejor sería conocer nuestras intimidades a fondo... ¿En qué me había equivocado? De forma involuntaria me encontré pensando en la figura de Lorena pero sobre todo, en la escena: Lorena viendo mis genitales; porque los había visto y además, ¡con lascivia! ¡Menuda puta! Ocurrió casi de repente… sentí la necesidad. Saltando, con el tobillo contusionado, alcancé las ramas bajas de la secuoya, me arrodillé y gimiendo de placer, eyaculé como no lo había hecho durante aquel largo invierno, y como en realidad no lo había hecho durante décadas…
Luego recuperé mis constantes vitales, el ritmo de mi corazón se acompasó, me sequé los ojos llorosos, me serené y supe que lo había superado. Era un hombre nuevo. Lorena ya no existiría más en mi vida, y jamás supondría un problema.
Sentí el estómago vacío. Decidí acercarme a la zona del supermercado, tal vez me hiciera con algún que otro sobrante. Mientras caminaba pensé en las dependientas, siempre tan serias y sobre todo con aquel rictus de permanente amargura. ¿Tan mal remuneradas estaban? La verdad, seguía sin lograr entenderlo. Claro que había una… ¿No se llamaba Susana? Si, tal vez… A lo mejor ella era diferente y…
José Fernández del Vallado. Josef, abril 2010.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
miércoles, abril 07, 2010
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Menuda historia josef, jajá realmente sabes hacer que tus narraciones lleguen, esta tiene esa picardía característica tuya con ese humor que solo tú le sabes imprimir, pensar que estos están por todos lados les encanta exhibirse, mostrar, te cuento que cuando niña ya mayorcita me paso y no sabes para donde salir, es horrible esa sorpresa jeje.
Besos
Apasionante relato, con triste dejo de ternura, pobre infeliz el amor no tiene razón y la razón a veces desvaría.
Un placer leer estos instintos primitivos ;)
Saludos!
=) HUMO
Me he quedado... Al leer una parte del principio que pones "La había elegido" te iba a escribir que no, que un hombre nunca elige a una mujer, es siempre ella la que elige al que quiere, pero claro en este caso... muy bueno Josef, muy bueno.
Fíjate que le le veo tintes "Justinianos" al relato jajaja.
Besos
Me imagino que algo así debe pasar por sus cabezas...una vez me salió uno de esos, yo sólo segui caminando ( él iba en coche) y ya no pasó nada más.
Muy bueno tu relato.
Un beso.
Y lo más preocupante es que existen.
Conocí un caso de un ejecutivo de una multinacional que iba a la salida de los colegios y hacía lo mismo desde dentro del coche.
Tenía un nivel social altísimo y una de dos o estaba enfermo o era un degenerado.
Tremendo.
La pena para él fue ínfima.
Saludos.
Lo que tiene la degeneración
saludos
Cuando la ternura se transforma en morbo todo es posible. Incluso que un libro ¡te golpee las santas partes!
Un buen relato amigo.
Un abrazo
Moderato...te superas en cada relato.Realmente impactante y muy bién narrado.
te felicito.
Besos.
Moderato,no muy moderado....
Tal vez Lorena nesecitaba mas tiempo.
Realmente tu forma de escribir es fantástica.
Un placer . Te saludo desde Argentina,Liliana.
Tu relato me atrapó, excelentemente realizado!!!. Obviamente, pobre muchacha!!! que momento tuvo que pasar!...pero decir pobre pobre?... es este hombre encerrado en sus propias fantasías, ahogado en sus deseos solitarios y mezquinos. Atrapado en su enfermedad.
Un gustazo leerte. Un beso
Me he reido y a la vez me asusté. Por un momento se me vino a la mente el nombre de un asesino en serie muy conocido: Ted Bundy...
Aunque el Jaime es nerviosillo con toques de sadico jajajajajjajaja
Muy buena narración mi querido Josef. Para nada aburrida, porque mantiene alerta desde que comienza hasta que termina... mmmmmm me hubiera gustado un final tierno y amoroso jajajajajajajja ¿cómo un cuento de hadas? jajajaaja
Un beso y un abrazo amigo mío.
Gracias por tus destellos en mi blog.
¿Cómo se te ocurren estas historias? nunca se me había ocurrido ponerme en el punto de vista del que se muestra, será porque un par de veces me ha tocado ser la que tiene que ver. No se... ahora lo veo de otra forma.
Escribes genial muchacho, seguirte escribas lo que escribas es un placer.
Un besote
Hola José!! Una historia muy bien llevada, amigo. Estas personas son tan reales, que no hace falta irse muy lejos para encontrarlas. Tu relato me mostró lo que pueden llegar a pensar estos seres. Uno lo ve ofensivo, degradante, pero la otra parte, en este caso, creó una historia distinta. muy bueno amigo.
Besossssssss
¡Un año, para tal desenlace! Pobre Jaime, creo que necesitaba más de un psiquiatra que de una mujer :)
Súper original tu forma de encarar un tema tan remanido.
Me gustó. (Lástima por el libro, seguro que Lorena, lo abandonó para siempre)
Besos.
"Tal vez porque era le mujer que faltaba en mi vida, etc."
Esta frase contiene ya de por sí una novela dentro.
Excelente.
Bueno bueno Josef, hoy me he quedado un poco perpleja. Vaya forma de proceder de Jaime. Poca delicadeza de su parte no?. Tanto esperar por conocer a su Jenifer o Lorena y cuando tuvo la oportunidad la tira así por la borda. Un poco desquiciado o sencillamente enfermo si que estaba el pobrecito. Estupendo relato. Demuestras claramente que puedes escribir muy bien sin importar el tema. Mi felicitación y mi aplauso.
Un abrazo muy grande Josef
Magnífica narración. Enhorabuena...
En cuanto a Jaime... ¿cómo pudo fastidiar una historia, que se presumía dulce y tierna, de esa manera?.
Solté la carcajada cuando leí dónde le había dado de pleno el libro. Es lo mínimo que se merecía...
Me ha gustado leerte.
Saludos.
Bueno..este es un claro ejemplo de como a lo apasrentemente complejo: un enamoramiento pleno, sin precedentes..subyace lo más básico: el simple instinto animal..y tras el desahogo, en fin..muerto el perro se acabó la rabia..
Un muy buen relato Joseph.Me encanta tu manera de desarrollar , de describir, de concluir.
Un placer pasar por tu casa.
Muchos besos
Hola cielo precioso relato me gusto
como todos siempre la intriga hasta el final
un beso corazon
Pero bueno Jaime ,como se te ocurre querer conquistar a una mujer enseñandole lo que desa conocer,pero encima de un sofa y con una hermosa melodia.
¿Te hizo daño?
porque me está haciendo daño verme solo encima de la rayita y yo no sé como quitarme de enmedio.
venga borra ese doble mio por favor
Un saludo
Menuda sorpresa la que se llevó Lorena! Tanta preparación de Jaime para eso? Y encima asegura que lo miró con lascivia! jejeje . Lo que él hubiera querido. Hay de todo en esta viña del Señor.
besitos,
muy interesante tu relato..
siempre me dejas con la intriga hasta el final!!
felicitaciones..
besoss
Josef, me ha gustado tu historia; sobretodo, la descripción de como Jaime se preparaba para hablarle algun dia a Lorena, como pasaba frío, escuchaba música..
Y como acabó todo! Realmente me sorprendiste! Eres un escritor tremendo!! :)
Mención aparte, merece que hayas incluido a mi gran amor Ian (Curtis) en la historia. Ese detalle, el de incluir a los Joy Division, para alguien como yo que soy fanática y apasionada de ellos; me lleva a decirte: Gracias!!
Un beso o 2!
una historia realmente preciosa..
un besazo de Cora
En nuestros sueños todo puede ser auténtico .... A veces las marañas de se cruzan impulsan a lo grotesco, confundiendo la realidad y creando un comportamiento nada atractivo.
Entretenido relato,
Besos
Siempre me sorprendes....jamás habría pensado en exhibicionismo!
Un besazo
Peculiar manera de mostrar el cariño... Jaime es un incomprendido, cierto, pero al vivir en sociedad, tenemos que cumplir ciertas normas.
Jaime deberá adaptarse, o sucumbir. ¿O deberíamos adaptarnos nosotros a Jaime?
Un abrazo JoseF
josef
menuda historia
tierna y algo violenta, los libros se pueden transformar en elementos contundentes pero no siempre de conocimiento jajaja
besitos de luz
FELICITACIONES!!!
Interesante perspectiva nos has mostrado, amigo.Tienes una imaginación 'envidiable' :)
dos abrazos
Si quieres jugar a las adivinanzas te espero en mi laberinto.
Besos.
¡¡Un Hurra para Lorena!!
Una vez en paseando por la playa vi en primera persona a uno...
Existen, pero, ¿Por qué?
Besos
Se tiene que pasar mal, no se que te lleva a actuar asi.
Me ha encantado y sorprendido, entre la ternura y la desfachatez, pero sobre todo el temor de que puede acecharme en cualquier lugar.
Besos
Hay mujeres que marcan especialmente, ¿verdad?
;)
Besicos
Pobre exhibicionista a la busca de su nueva victima...pero si lo piensas alomejor es mas feliz que muchos de nosotros jejejeje excelente cielo y gracias por tus palabras de cariño eres un encanto...besitosss de tu amiga Arwen....
Paseando por tu blog, me detuve en este relato que prometía una bella historia de magia y amor...para llegar a un final sorprendente donde la emocíon atascada y malherida se Jaime se descubre ante la bella mujer.
Buen relato sin duda.
Un abrazo Moderato dos Josef
me lo temía... por un lado pensaba: "no, no lo hará" y algo me decía que sí...
y sucedió.
el mundo está lleno de enfermos emocionales.
biquiños,
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