Fotografía tomada por el Autor.
El avión es frágil y viejo, y las turbulencias del trópico lo manejan como a un juguete de papel. Aferrado y tenso en mi butaca vivo un momento de crisis. ¿Es un viaje aventurado, locura, o la vida quien me conduce a estas latitudes? Siento el estómago revuelto, lo cierto es que se necesitan vísceras de granito para afrontar esta vida de viajero. ¿Quién me ordenó embarcar en este suplicio? Mi subconsciente gira, se revuelve, da mil vueltas y habla por mí como si hubiera descubierto un asombroso disparate, y mientras permanezco en silencio surge la respuesta: ¡Fui yo quien quiso abrirse a la vida y optó por salir a experimentar epopeyas en carne viva! ¿Y lo estoy llevando a cabo? De pronto me siento heroico, una sonrisa bobalicona aflora en mi semblante. ¿Soy ya valeroso? ¿He dejado – por fin – de pertenecer al mundo de las ratas de cloaca?
— Señor... ¿Señor?
Giro la cabeza y descubro un rostro muy bello. El de una azafata. En realidad, pienso, quizá es demasiado bonita para aventurarse en semejante embrollo. Aunque tal vez sea...
— ¿Un whisky?
...Valerosa, audaz, sensual, ¿diferente...?
— ¿Un whisky...? Insiste.
Asiento sin hablar.
A la vez que me impregna con el aroma de sus axilas, me sirve un vaso de Jack Daniels cargado con un par de hielos de aspecto poco agradable, parecen temblorosos iceberg en medio de un océano infecto de orina. Abro el gaznate, un manantial de calor se derrama dentro de mí y renueva mi espíritu con un valor desenfrenado. Ya no me importa la vida, puede ser tan bella y alocada. Celebro los siguientes saltos del aparato con arres de jockey, ¡estoy en el punto álgido de mi carrera!
Transcurridos unos instantes, relajado e incluso adormilado, asomo mi nariz a la ventanilla de nuevo, y bajo las alas del aparato un mundo verde e infinito llena mis ojos de asombro. “Así que este es el famoso bosquecillo, pienso alterado.”
Cuatro botes, tres frenazos chirriantes, y estamos en tierra.
Fuera todo parece normal. La voz del capitán proclama: “Temperatura exterior 38º Centígrados. Humedad del noventa por ciento. Buen viaje.”
No siento inquietud alguna. En España he estado a 40º muchos veranos, y aquí no será diferente. Todo está bajo un aparente control.
Me pongo la chaquetilla y salgo decidido ¿al infierno? o se trata de un horno crematorio. Una oleada de calor provoca el ardor primero, de mis brazos y a continuación, de todo mi cuerpo. Me espanto y miro a los lados. ¿Es la turbina descontrolada del avión...? No. ¡Es calor, el calor del exterior! Tan real y martirizante como el de un infierno en miniatura. Me quito la chaqueta boqueando, la guardo en la mochila como puedo y solo distingo claro un objetivo. Alcanzar el edificio del aeropuerto, en su interior por lo menos dispondrá de aire acondicionado. Me abro paso entre la gente ansiando encontrar el refrescante paliativo, entro en tromba y me quedo boqueando como un pez. Observo el techo de la construcción ¡pero qué...! Como en la película Casa Blanca solo hay ubicado un anticuado ventilador, y el calor continúa haciéndose más y más insoportable...
Continúa.
— Señor... ¿Señor?
Giro la cabeza y descubro un rostro muy bello. El de una azafata. En realidad, pienso, quizá es demasiado bonita para aventurarse en semejante embrollo. Aunque tal vez sea...
— ¿Un whisky?
...Valerosa, audaz, sensual, ¿diferente...?
— ¿Un whisky...? Insiste.
Asiento sin hablar.
A la vez que me impregna con el aroma de sus axilas, me sirve un vaso de Jack Daniels cargado con un par de hielos de aspecto poco agradable, parecen temblorosos iceberg en medio de un océano infecto de orina. Abro el gaznate, un manantial de calor se derrama dentro de mí y renueva mi espíritu con un valor desenfrenado. Ya no me importa la vida, puede ser tan bella y alocada. Celebro los siguientes saltos del aparato con arres de jockey, ¡estoy en el punto álgido de mi carrera!
Transcurridos unos instantes, relajado e incluso adormilado, asomo mi nariz a la ventanilla de nuevo, y bajo las alas del aparato un mundo verde e infinito llena mis ojos de asombro. “Así que este es el famoso bosquecillo, pienso alterado.”
Cuatro botes, tres frenazos chirriantes, y estamos en tierra.
Fuera todo parece normal. La voz del capitán proclama: “Temperatura exterior 38º Centígrados. Humedad del noventa por ciento. Buen viaje.”
No siento inquietud alguna. En España he estado a 40º muchos veranos, y aquí no será diferente. Todo está bajo un aparente control.
Me pongo la chaquetilla y salgo decidido ¿al infierno? o se trata de un horno crematorio. Una oleada de calor provoca el ardor primero, de mis brazos y a continuación, de todo mi cuerpo. Me espanto y miro a los lados. ¿Es la turbina descontrolada del avión...? No. ¡Es calor, el calor del exterior! Tan real y martirizante como el de un infierno en miniatura. Me quito la chaqueta boqueando, la guardo en la mochila como puedo y solo distingo claro un objetivo. Alcanzar el edificio del aeropuerto, en su interior por lo menos dispondrá de aire acondicionado. Me abro paso entre la gente ansiando encontrar el refrescante paliativo, entro en tromba y me quedo boqueando como un pez. Observo el techo de la construcción ¡pero qué...! Como en la película Casa Blanca solo hay ubicado un anticuado ventilador, y el calor continúa haciéndose más y más insoportable...
Continúa.
José Fernández del Vallado. Josef. 30/11/2010
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
38 libros abiertos :
Dentro de este ambiente sofocante junto con las sensaciones y divagaciones, pienso, si dentro de ese pequeño infierno llegará pronto a un paraíso, soñado muchas veces y plasmado en la aventura de tus letras...esperaré. La fotografía preciosa. Bello. Un beso.
Como siempre un gran placer leerte, hasta que lei esta palabrita: "continua"... me dejas a medio camino caramba...
Espero la continuacion con curiosidad...
Tienes la capacidad de transmitir sensaciones con las palabras.... me estoy acalorando.
Un Abrazo
Cn tus letras has conseguido que el calor llegue hasta aquí y mira que hace frío hoy...
Saludos
Me ha gustado el texto, así que espero la continuación.
También la foto.
Un saludo.
No tardes en continuar please ;)
Muuuuuackssss!!!!
Muy bien narrado...bufff que vértigo.
Saludos.
Arwen
Que decirte, lo han dicho todo, solo espero la continuación.
Me ha gustado y efectivamente como han dicho... se vive y casi se masca. Una pena que en el punto algido de tú carrera, no pudieras continuaras, seria una faena para todos los que esperamos.....aventura pura... esto es vivir.
Me encanta Casablanca, la veo todos los unos de enero junto a uno de mis hijos, la verdad es que después de las uvas, la ponemos.
Como siempre muy buena la musica, gracias.
un abrazo,
Que agobio de calor.
No puedo con él.
Si fuera allí me internarían en un psiquiátrico aunque igual me internan también sin moverme de aquí...
Saludos.
genial Josef!!
vamos a ver en que sigue
estaremos esperando la entrega tercera
besos para vos
y buena semana:)
Esos ventiladores de techo, como dices, como en Casablanca, que al final no hacen sino remover el aire caliente, son muy literararios, pero otra cosa será encontrártelos realmente como única refrigeración en medio del calor
Calor sofocante, y anticuados ventiladores... me recuerdan a las ciudades tropicales de mi país, ahí tampoco encontrarías aire acondicionado, y el calor es insoportable.
Por suerte, el clima de la ciudad en q vivo es inigualable :)
El relato promete mucho, ya quiero conocer el bosquecillo.
Saludos.
Pero no sera esa sensacion de calor complicada por la impresion que te ha dejado en el cuerpo la exuberante azafata,. eh...ya veremos que ocurre en la siguiente entrega...
Como siempre un placer deleitarme con tus relatos.
Primavera
Hola!!!
Yo vivi en el norte de mi país donde hacia 48 grados a la sombra....
que tengas una buena semana y te dejo un abrazo de oso, sin calor.
Hola Josef!!! Maravilloso relato, como siempre. Aventura Josef!!! aventura!!! para quejarse y admirarse.
Para gozarla y sufrirla.
Soy una aventurera en potencia y si pudiera, partiría sin rumbo.
Yo no estuve en un avión destartalado (jaja me muero), pero sí estuve en camino de cornisa y ripio, en un micro que si mirabas el piso del mismo, podías ver a través de sus agujeros la ruta, mientras su andar se parecía al de una coctelera!!! hermosos recuerdos!!!
Te felicito!!!
Un abrazo fuerte y gracias por pasar y dejar aire de otros lares en mi Caja.
Quién no se arriesga,no puede tener la l oportunidad de contemplar tan hermosas panorámicas,y poder entrar en los sueños maravillosos de una gran historia.
Un saludo
Muy bueno cielo
un placer
un beso corazon
Pues nada, seguiremos esperando la continuación de este estupendo relato :-)
Besos felinos.
Lograste que me asfixiara de calor.
El ambiente se palpa.
Besos, Josef.
Está tan bonito tu blog Josef, que no dan ganas de irse a trabajar!!!!!!
Desde luego, sí que es un viaje aventurado pero con el que estoy disfrutando mucho. Jamás podría hacer un viaje así, sola, me moriría de miedo. Por eso no me extraña lo que siente el protagaonista del relato, imagino que tú.
Biquiños,
Impactante relato, manteniando la atención hasta el final, alimentando la curiosidad.
Felicidades, muy conseguido.
Me gusta mucho seguir tus aventuras.
Muy emocionante, y es que a mí, eso de viajar, me vulve loca. Además, escribes tan bien...
Un besín
Cuántos recuerdos vienen a mi memoria!!! Gracias por el regalo. Abrazos.
Que interesante relato he leído. me has transportado a allí sin más. Toda una sensación.
un abrazo
Ese calor, el poco espacio en los asientos de los aviones...
Uff, mi claustrofobia se resiente como si estuviera presente.
un abrazo
Ese whisky debía de tener mezcla. Habría que importarlo. Te imaginé cabalgando ese avión en dirección al "famoso bosquecillo" y me reí mucho.
Por favor, cuéntanos que pronto encontraste un sitio fresco, porque ese bochorno me ahoga.
Besos
Has renacido con el viaje...se ve entusiasmo en la narrativa, aunque eso sí, con el aplomo y la serenidad de siempre.
Un besito.
Hola, Josef.
Leyéndote me has transmitido el color de un Madrid achicharrante de pleno verano. No lo hecho de menos, la verdad. Prefiero con mucho el frío, la nieve y la lluvia. Soy de atmósferas invernales. Creo que peor que el calor es la humedad relativa. Un 90% haría sudar a un tigre de malasia. Solo de pensarlo me agobio. Es mejor ver la película Casa Blanca acomodada en mi sofá y bajo una algodonosa mantita.
Andaré pendiente del resto.
Un saludo.
Desde el frío que empezamos a sufrir, nos parece menos sofocante el calor que tan bien describes y nos has hecho sentir. Esperamos mejore en las aventuras que surjan en el verde bosquecillo que tenemos ganas de conocer.
Besos a pares.
QUé de emociones y calores tan bien contados!!! ya quiero saber qué va a pasar más adelante. Saludos
Como siempre tus relatos me deja pensando y con ganas de seguir leyendo.
Tendré paciencia.
Preciosa música.
Besos.
Jose, no podrías haber descrito mejor esa sensación asfixiante! Veo que tus escenarios últimos están a este lado del charco, me alegra leerte.
Gracias por tus visitas a mi blog, y en especial por regalarme un haiku!
Besitos,
Uf tremendos momentos los que describes...muy bueno. Feliz fin de semana largo.
Arwen
recreas muy bien la atmósfera y eso hace que uno como lector se haga parte aún más activa de la lectura
más besitos
gracias por la huella
feliz viernes:)
Mi querido Josef,si tuviera que sacar todo lo que me duele,ardía hasta el Averno.
Hasta pronto.
Me quedé un ratito escuchando la música... Siempre hay un paraíso al final del camino, lo vamos construyendo al andar.
Besos.
Que terrible viaje después de pasar por una etapa de apatía o agobio.
Las experiencias de las dos entregas son nefectas, y tú lo recrea tan bien que me has transmitido la angustia.
Esperemos que en la siguiente entrega hayas superado al menos el calor y cambien las cosas.
Un abrazo
Vaya hazaña la tuya Josef, pero creo que muy fructífera. Es bueno de vez en cuando ver otras cosas para valorar las que tenemos ¿no?.
Estoy segura de que a pesar de las incomodidades, ha valido la pena el viaje y el aprendizaje ha sido valioso.
Te dejo un abrazo amigo Josef
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