Me ordenaron ir a una ciudad de provincias. Era un lugar frío, perdido en medio de una meseta interminable, a unos mil ochocientos metros de altura. Tres tercios del año estaba inmerso en heladas perpetuas y los restantes no era mejor, el territorio se transformaba en un lodazal donde los mosquitos proliferaban y resultaba imposible salir sin verse acribillado a picotazos.
Los días discurrían de forma inplacable, encerrado en un hotel silencioso y moderno de paredes húmedas y desconchadas, amueblado rígidamente. La orden, como siempre, partió de alguna mente hastiada de vivir sin dejar vivir a su aire a los demás.
Contraté a Illia, me visitaba tres veces por semana, follábamos, pagaba bien sus servicios, aunque apenas me satisfacía. Lo descubrí hace tiempo. Ni siquiera una mujer me hacía sentir más hombre.
La primera vez que lo vi estaba acomodado en la cafetería Svantik, fumaba un puro habano y charlaba animadamente con tres políticos más. Me bastó echar un vistazo para comprender que se trataba de un hombre dispuesto a lo que fuera con tal de prosperar en la vida. En tanto prosperar significara acumular dinero. En tal caso yo también había prosperado, y para ser franco, no sentía que mi logro conllevara felicidad alguna.
Los atardeceres eran largos y aburridos, hacía un frío terrible. Bajo el hotel, junto al río, había un viejo parque. Me agradaba pasear por allí, contemplar a las madres con sus hijos abrigaditos con gorros de piel y bufandas hasta las orejas deslizarse en los toboganes. Presenciaba sus risas, sus gritos de júbilo. Aquello era con mucho lo más próspero que encontraba en mi vida. Las madres me observaban con desconfianza. Procuraba no acercarme y menos entablar conversación.
Alquilé un piso frente a su portal. Por las mañanas, temprano, su chofer iba a buscarlo en su flamante sedan sufragado por el gobierno regional. Los fines de semana salía toda la familia: Él, su mujer y sus tres hijas de apenas siete cinco y cuatro años.
Dejé de llamar a Illia, dejé de ver la televisión e incluso de echar solitarios, y me dediqué a beber; estaba en un entorno demasiado frío para mí, yo, un hombre duro y en apariencia, curtido.
La mañana que tropecé ella me ayudó a levantarme y sentí sus manos tibias, llenas de vida. Percibí a una mujer ingenua y feliz y supe que pese a tener un marido vehemente y codicioso, todavía vivían enamorados. Me preguntó si estaba bien, afirmé sin hablar y soltándome me retiré apresurado y temblando, entré en el piso me serví un güiski cargado y me pregunté qué derecho me daba juzgar a los demás si yo era incluso peor. Acabé con la botella de Chivas.
A la mañana siguiente me desperté vomitando. Eran las seis y media de la madrugada, a las siete estaba junto a la ventana entreabierta con las cortinas veladas y el ojo en la mira telescópica. Se abrió la puerta y el objetivo salió. Sucedieron unos segundos presioné el percutor, a continuación el sonido de aire a presión y el leve siseo del silenciador. Pero el automóvil había arrancado y estaba lejos. No hice blanco. ¿Lo hice de forma deliberada o algo me lo impidió? Por la mirilla del telescópico permanecí observando a unos gorriones con fascinación, aquellas aves diminutas luchaban sin armas ni dinero contra el invierno glacial y los avatares de la vida y tenían éxito, o quizá no, pero jamás se engañaban ni engañaban y menos se asesinaban entre ellas. Por primera vez desafié mi realidad y comprendí en qué se había convertido mi vida. Era un ejecutor y estaba solo. Me encendí un cigarrillo di unas caladas y decidí afrontarlo; me iría. No supe a donde. De pronto lo entendí, el problema no consistía en marcharse sino en cómo. Giré la escopeta, la apoyé contra el suelo. ¿Quedaba güiski? Me pregunté. Eché un vistazo a las frías paredes de la estancia sin amueblar, allí no había nada nunca lo había habido. Puse el cañón bajo mi mentón...
José Fernández del Vallado. Josef. 2009
Los días discurrían de forma inplacable, encerrado en un hotel silencioso y moderno de paredes húmedas y desconchadas, amueblado rígidamente. La orden, como siempre, partió de alguna mente hastiada de vivir sin dejar vivir a su aire a los demás.
Contraté a Illia, me visitaba tres veces por semana, follábamos, pagaba bien sus servicios, aunque apenas me satisfacía. Lo descubrí hace tiempo. Ni siquiera una mujer me hacía sentir más hombre.
La primera vez que lo vi estaba acomodado en la cafetería Svantik, fumaba un puro habano y charlaba animadamente con tres políticos más. Me bastó echar un vistazo para comprender que se trataba de un hombre dispuesto a lo que fuera con tal de prosperar en la vida. En tanto prosperar significara acumular dinero. En tal caso yo también había prosperado, y para ser franco, no sentía que mi logro conllevara felicidad alguna.
Los atardeceres eran largos y aburridos, hacía un frío terrible. Bajo el hotel, junto al río, había un viejo parque. Me agradaba pasear por allí, contemplar a las madres con sus hijos abrigaditos con gorros de piel y bufandas hasta las orejas deslizarse en los toboganes. Presenciaba sus risas, sus gritos de júbilo. Aquello era con mucho lo más próspero que encontraba en mi vida. Las madres me observaban con desconfianza. Procuraba no acercarme y menos entablar conversación.
Alquilé un piso frente a su portal. Por las mañanas, temprano, su chofer iba a buscarlo en su flamante sedan sufragado por el gobierno regional. Los fines de semana salía toda la familia: Él, su mujer y sus tres hijas de apenas siete cinco y cuatro años.
Dejé de llamar a Illia, dejé de ver la televisión e incluso de echar solitarios, y me dediqué a beber; estaba en un entorno demasiado frío para mí, yo, un hombre duro y en apariencia, curtido.
La mañana que tropecé ella me ayudó a levantarme y sentí sus manos tibias, llenas de vida. Percibí a una mujer ingenua y feliz y supe que pese a tener un marido vehemente y codicioso, todavía vivían enamorados. Me preguntó si estaba bien, afirmé sin hablar y soltándome me retiré apresurado y temblando, entré en el piso me serví un güiski cargado y me pregunté qué derecho me daba juzgar a los demás si yo era incluso peor. Acabé con la botella de Chivas.
A la mañana siguiente me desperté vomitando. Eran las seis y media de la madrugada, a las siete estaba junto a la ventana entreabierta con las cortinas veladas y el ojo en la mira telescópica. Se abrió la puerta y el objetivo salió. Sucedieron unos segundos presioné el percutor, a continuación el sonido de aire a presión y el leve siseo del silenciador. Pero el automóvil había arrancado y estaba lejos. No hice blanco. ¿Lo hice de forma deliberada o algo me lo impidió? Por la mirilla del telescópico permanecí observando a unos gorriones con fascinación, aquellas aves diminutas luchaban sin armas ni dinero contra el invierno glacial y los avatares de la vida y tenían éxito, o quizá no, pero jamás se engañaban ni engañaban y menos se asesinaban entre ellas. Por primera vez desafié mi realidad y comprendí en qué se había convertido mi vida. Era un ejecutor y estaba solo. Me encendí un cigarrillo di unas caladas y decidí afrontarlo; me iría. No supe a donde. De pronto lo entendí, el problema no consistía en marcharse sino en cómo. Giré la escopeta, la apoyé contra el suelo. ¿Quedaba güiski? Me pregunté. Eché un vistazo a las frías paredes de la estancia sin amueblar, allí no había nada nunca lo había habido. Puse el cañón bajo mi mentón...
José Fernández del Vallado. Josef. 2009
72 libros abiertos :
Crudo, oscuro. Siempre dije que me gustaban esta clase de historias tuyas. Creo que has jugado muy bien con las omisiones y son ellas las que le han dado al texto tanta intensidad. Un abrazo.
Joder! me ha gustado mucho, muuuuucho ;)
Muuuuuuuacks!
Como siempre, bien escrito y ando la suficiente carga emocional. Preciso, pero intenso.
Escueto, pero profundo.
Un placer leerte.
Saludos...
He olido, visto y sentido y palpado por dentro y por fuera al personaje. Enhorabuena y mil gracias por tus ánimos. Yo también me llevo tu nombre para visitarte de vez en cuando. Almanoor.
Se tomó su propia medicina.
Al menos falló su último trabajo.
Saludos.
Quizás no haya sido la mejor manera de "irse", quizás fue la única que encontró. En fin, hay un montón de frases buenas, de reflexiones.
Saludos, buen cuento.
No es mal final para alguien que no tiene futuro como ser humano.
Que dificil es vivir sin amor y compañia.
Un abrazo amigo, me ha gustado mucho la historia
Gracias Diego me agrada que te gusten esta clase de relatos. saludos!
Gracias lara, siempre es un placer tenerte. besos!
Gracias David, lo intento al menos jeje!
Encantado de recibirte Pilar maestra de las letras. Un beso!
Hola amigo Toro. Pues sí le salió el tiro pr la culata? se dice jeje!
Desde luego Noelia no era la mejor manera de irse, pero dada su situación..... besos!
Gracias Navegante, siempre es un placer recibirte. Un abrazo!
Ay. que final...
No me esperaba eso.
El depredador aniquilado.
Besos
Hola Arantza. Tú lo has dicho. Pero es así, todos los depredadores son víctimas de su propia depredación...Un beso!
maravilloso relato,
No descubres que sucede sino hasta la mitad, luego el misterio es efervescente. Me ha encantado.
Saludos. Enhorabuena para el objetivo fallido.
Grcias Fero es un placer que te haya gustado. Gracias por visitarme, un saludo!
Me ha atrapado como todos.. ya sabes!!!
Lee y releo una y otra vez.. para no perderme detalle!!!
Y... pero el final...???
Como dice Toro.. bebió de su propia medicina???
Se arrepintió y a buena hora pero y el...
Ufff me dejas con la duda.. eso es lo que tienen tus finales...
Besos cielo, llenos de luz, como siempre y cada dia!!!
en las mañanas de provincias siempre hace frío... y ni siquiera el guisqui puede sacarnos de él
Qué buen clima el de tu relato.
Gracias Sol por no perderte detalle... De verdad no captas el final? Bueno, lo dejo a vuestra elección. Un beso!
Hola Pedro. Es cierto, así es el frío de Castilla y en madrid no es excepción, aunque sea capital. Clima? El que tú le encuentres al relato, yo solo trato de darle brillo, aunque se me oscurezca bastante. Un abrazo!
Se mata???
El ejecutor ejecutado.... Una cruda historia sobre la miseria humana
Felicidades
Atrapada entre tus letras desde el principio; relato frío y crudo, inhumano como el ejecutor, o ¿tal vez algo humano le restaba? En el fondo de tus personajes hastiados, siempre aparece algo de "¿corazón?"
Me ha encantado descubrirte.
Besos
Es verdad, el frío apaga el ánimo y es mejor ser un don nadie en un lugar cálido que un gran jefe en tierras heladas.
Mi querido Moderato-dos-Josef, creo que la llegada del calor te hará bien, los rayos fundirán las estalactitas que has ido acumulando y pronto lo notaremos en tus palabras.
( Por cierto, enhorabuena por tu inmensa lista de seguidores)
Abrazos,
J.
que intensidad tiene esta historia,amigo!!!!!!!!
aquí estaremos esperando como sigue...........
un abrazo y felicitaciones
Me ha parecido muy Eastwoodiano :)
He vivido unos momentos cinematográficos :)
Abrazos.
Vaya final, y todo por haber fallado... Espero que siembres una bonita primavera, jejejejee;)
BESOOOOSSSS MILLLL¡¡¡
Oye..que me has tenido en vilo hasta el final. ¡¡Genial!! Josef, me ha encantado, en el fondo no era un tipo tan duro que el creía.
Muchos besos
josef,
Tengo que decirte que mientras te leo hago como que veo, ( más bien oigo) una peli de vampiros en una ciudad de Alaska en la que la noche dura 30 días... Me he puesto en situación... nieve, oscuridad, alaridos y, sangre... GENIAL,este ambientillo y tu relato. ;)
Besos
Un pobre hombre que no supo encontrarse, no supo ver su felicidad....Eso pasa por poner la vista en lugares equivocados.
pero, quién sabe igual decide repetir....
Como eres moderato, narras divino y tu imaginación vuela.... como que vuela.....pulula.je
besitos me ha encantado, como siempre claro....
je
Un relato frío y duro. Muy bueno... como todo lo que escribe.
abrazos
Que intensooo....
Un besin con sabor a wisky
relato de "ejecucción" perfecta...mantienes la intensidad y rematas con un final mmagnífico. Un placer leerte
Un relato muy interesante que mantiene la intriga hasta el final. besos
un relato alucinante, un hombre que se descubre a tiempo, que su elección fue desafortunada, pero llego a sentir el significado de la soledad, muy bueno Josef.
Besitos
Que genial texto...mantuviste el suspenso hasta el final...ya en el último párrafo el desenlace fue genial...nada que decir...excelente historia! Aparte que soy medio fan de historias así jeje.
Un saludo,
José Luis
Tus escritos llevan un sello especial. Cierta crudeza, bien narrados e intensos.
Un abrazo
Al menos recapacitó y no apagó la felicidad del otro hombre con un disparo, lo que me da pena es que acabara con su vida.
besos
El ejecutor comienza la historia planteándose con moral la vida de otra persona y, al mirarse al espejo, comprendió que él no era mejor que cualquiera y que además le faltaba una chispa para querer vivir.
Una historia amarga de desenlace fatal.
Me ha gustado.
Es lo que tiene implicarse, te destroza los planes...
Al final cayó en su propia trampa, como el cuento del cazador cazado.
Un abrazo
A mi me dio la impresión que hasta el ejecutor tiene su corazoncito.
Besos y no me apuntes.
Siempre un placer pasear por tus palabras.
Atrapante relato. Casi cinematográfico.
Besos
Perdón por la tardanza.
Si, a mi también me fascina la posible personalidad de un asesino a sueldo y también hice un pequeño relato (Que bonito es Praga). Indudablemente puede haber tantas personalidades como asesinos, pero me ha gustado el tuyo (perdón por lo de tu asesino), A pesar de que no intuyo el suicidio, ya que está relatado en primera persona.
Como en tantos trabajos, veo a un personaje descuidado, que no merece el sueldo que cobra, y que además no está contento consigo mismo y no ve salida. Falla en su trabajo, incluso en sus suicidio...
Un abrazo,
No esta mal que asi terminara.
Debía poner las cosas en su justa medida.
Genial.
Besos.
HE TENIDO QUE CERRAR MI BLOG, ESTE ES EL NUEVO :
paseandoporterra2.blogspot.com/
BESOS
josef
que sincronía virtual
hoy vengo a leerte después de haber subido un escrito, y mira andamos destilando muertos...
Un abracito de sol
No se si queda güiski... pero si unas ganas de felicitarte por lo bien que escribes... maestro.
Abrazos...
(No dispares... antes escribe otro relato genial)
Que vida tan triste y solitaria la de tu personaje!
Me encanta leer tus escritos, te atrapan y quieres saber el final que suele ser inesperado.
Besitos,
...pues supongo que había otras formas de partir, pero que optó por esa porque en todas las demás tendría que cargar consigo mismo ;)
jeje
besos....
Muy bueno como siempre nos tenés acostumbrados Moderato, eso si el final como siempre sorprendente.
Yo siempre tuve la fantasía de trabajar de ejecutor pero como se ve que me falta valor o me sobran escrúpulos elegí ser abogado.
Abrazo
Definitivamente, tienes una capacidad asombrosa para recrear relatos con una temática muy dura junto a un ambiente oscuro, casi opaco. Me ha gustado mucho.
Un abrazo grande.
Al final hasta he podido oler la pólvora y ver el final de una vida que ahora si tenía sentido.
un abrazo
...seguro que con whisky ese gatillazo era más llevadero.
Como siempre Josef, digno de las mejores bibliotecas.
Ay!!! ¡¡que maravilla leerte!!Joseff, ha sido la primera vez, pero ¡¡me quedo para siempre!! haber si se me pega algo...jajaja
Un abrazo
Pilar
Me gusta esta historia, te deja en intriga, y te hace analizar, si es necesario tomar decisiones tan fuertes como el final del relato....
Josef, me quedo encandilada cada vez que te leo... qué pena no tener tiempo de venir siempre que publicas... no doy para más, jeje.
Me ha encantado... Hay profesiones que verdaderamente acaban con el ser humano que todos llevamos dentro.
Gracias por tus letras, amigo.
Un beso, cielo.
Natacha.
...
Tan solo decir que es fantástico, duro y realista. Realmente genial.
Un gran aplauso y un saludo desde aquí
ay, qué dura es la vida del asesino!!
está muy bien, moderato, me ha gustado leerte :)
La conciencia no perdona. Un cuento excelente. Abrazos.
Me ha encantado la historia, a veces caemos en nuestra propia trampa.
Un placer leerte.
Un abrazo.
No me esperaba ese final, pero como siempre, tus textos, geniales. Un beso
Tarde o temprano creo que este personaje debía elegir ese final. Alguna vez miran y ven en realidad lo que deben "ejecutar" y hasta la visión de unos gorriones puede cambiar la forma de ver la vida.
Besos.
Me gusta tu prosa aunque siempre un poco cruda. Al leerte me imagino un pobre hombre desubicado que busca la felicidad en lo prohibido e incluso en el alcóhol . No esperaba ese final.Un saludo.Angela
ufffffff que final
fantástico amigo, un abrazo
Si es que el frío mesetario tiee mucho peligro! menos mal que para nosotros empieza la primavera en esta meseta :)
Salud!
Buffffffffffff qué fuerte... creo que has descrito maravillosamente la soledad.
la soledad del corredor de fondo.
Impresionante, Josef, jo.
Y muchas gracias por todo :)
A veces internet es un pozo negro, y, otras, te descubre la cercanía.
Un beso grande.
Una joya para disfrutar,leer,pensar,con un estilo muy personal,la soledad tiene eso,no sabemos por que puerta entra,
La soledad del asesino...El ejecutor que se ejecuta...interesante relato
Abrazox
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