Era una mañana ventosa y Juan manejaba la moto. El suave papel transparente se escapó de su sobre, se filtró por un resquicio de la cartera y cual frágil pluma vapuleada por el viento, salió volando ligero. Juan lo vio de reojo, detuvo la moto, corrió tras el, saltó la verja de un jardín y lo atrapó segundos antes de que se precipitara en las cristalinas aguas de una piscina. Y una vez entre sus manos, sin ser consciente, comenzó a leer. Decía así:
“Querido Juan sé que estás muy enfermo. Amado, también sé que tu familia no me quiere y no permitirá que te vea nunca más...Pero amor, todo mi amor y cariño permanecen indelebles. Recuerdo como si fuera hoy mismo lo mucho que nos deseamos, reímos, jugueteamos y lloramos nuestra pura y absoluta felicidad compartida. Todos esos momentos que pasamos juntos, han quedado grabados con la firmeza inalterable de un cincel sobre una lámina de mármol, y ya no podré olvidarte jamás. Por ello, te seguiré escribiendo siempre. No me importa ya si me respondes o no, si vives o mueres, puesto que aunque desfallezcas, para mí seguirás estando eternamente vital y presente, ya que de forma espiritual uno jamás se extingue y su alma continúa ahí para ver, leer y acariciar las cartas que yo te iré remitiendo. Amadísimo Juan sólo existe un problema. Es un detalle intrascendente y carente de significación, no te alarmes. Hoy volví a tratar de dibujar un retrato, tu retrato. Lo intenté más de treinta veces y en todas me ocurre lo mismo. Por más afán que pongo no sales tú sino un esquema de trazos desiguales... No acabas de ser tú mi amor. No te preocupes soy torpe. Continuaré ensayando hasta lograrlo. Te ama intensamente y para siempre. Mabel.”
Esa misma tarde, en la oficina, ya no fue el mismo. Sus pensamientos y su mente estaban en otra parte. Todo su ser había partido hacia periplos remotos y desconocidos.
Lo primero que hizo fue comprobar qué había sido del muchacho al que la mujer escribía. Con consternación supo que hacía más de tres meses había muerto de cáncer. A continuación pidió la baja y como solía pasar desapercibido, a nadie le sorprendió. Por la noche, al regresar a su hogar, de forma irreflexiva emprendió dos tareas nuevas para él. La primera, suplantar una identidad, la segunda, escribir. Tomó varias cuartillas, un bolígrafo y comenzó la ardua tarea. Y al redactar se dio cuenta de que quien impulsaba y articulaba con precisión sus frases que, cuidadas, pasionales y bien enlazadas, resultaban bellas reflexiones de una persona que se hallaba en el éxtasis de amor, era su corazón. Tras más de cuatro horas de esfuerzo terminó de escribir. Cuidadosamente puso su dirección e indicó que, a partir de ese momento, aquel era su nuevo domicilio. Explicó también que todo le iba bien, y que no había podido escribir hasta la fecha debido a los azarosos trámites del cambio y por vicisitudes familiares. Pero una vez resuelto, a partir de ese momento, podrían escribirse cuanto quisieran sin interrupción.
Desde ese instante un nuevo mundo se abrió a sus ojos y sentidos. Dio comienzo un intercambio de cartas maravillosas, colmadas de sentimientos y pasión, y sobre todo de un amor que comenzó a percibir primero a flor de piel, luego en su interior y se instaló muy profundo, hasta sentirse inmerso en un trance de satisfacción nunca percibido con anterioridad. Por supuesto, no olvidó informarse de detalles esenciales presentes en la vida del Juan a quien amaba Mabel. Mientras tanto, poco a poco, fue insertando fragmentos de su existencia.
Pasados tres años, pese a su ardua y calibrada estrategia de moderación, y por verosímil que resultara la lógica de sus relatos, los deseos de Mabel por volver a reencontrarse llegaron a ser tan ardorosos que no tuvo más remedio que ceder y confesar que estaba repuesto. Si llegó a tal extremo fue porque, aunque supiera que caminaba hacia el desastre, él mismo deseaba verla, conocerla, y si le fuera posible aunque sólo se tratara de un instante… rozarla. Le bastaba con eso. Pero entre todos aquellos sentimientos un deseo se abría paso con irresistible tesón, aunque sabía que iba a resultar del todo imposible: Deseaba besarla.
Acordaron verse un diecisiete de octubre. El mismo día en que aquel malogrado Juan y ella se habían conocido. Octubre significaba para Juan, tristeza. Representaba el mes donde las fantasías del verano excluidas por los vendavales del norte, se diluían. Y cuando las cálidas o acaso frágiles promesas veraniegas entremezcladas con la amarga laxitud otoñal de los bosques, dominadas por un estío en decadencia, comenzaban a declinar vencidas por la insoportable opresión invernal. Entonces todo el ciclo agonizaba.
Un local junto al mar, allende una playa solitaria. Todo según dispuso ella misma.
Juan le refirió, y así tuvo que ser, que debido a su enfermedad le habían operado de cirugía radical y tal vez resultara irreconocible. Para su sorpresa ella le respondió que le daba lo mismo lo que hubiera cambiado de aspecto. Pues declaró que a quien se desea con auténtico fervor resulta sencillo de reconocer, incluso entre miles de personas.
Llegado el momento, se hallaba en el lugar. Era viernes, un atardecer. El local estaba saturado por grupos de jóvenes y parejas que hablaban y se hacían embelecos en torno a una gran estufa. Juan se sentía nervioso y sobre todo angustiado. No en vano, era consciente. Ella podría estar a su lado y aún así ni siquiera reconocerlo y viceversa. Una cuartilla acarició su semblante y deslizándose en el aire enfiló hacia la estufa. Antes de que se precipitara en las brasas la tomó entre sus manos. Era un dibujo, lo observó sin interés y de pronto con detenimiento. Era un retrato. ¡Su retrato!
Súbitamente volvió la cabeza y tras él, con las manos apoyadas sobre el respaldo del sofá, había una atractiva mujer. Lo supo al instante.
—Sí, yo soy Mabel y tú eres Juan, el del retrato ¿verdad?
Sólo supo asentir.
—Entendí que mi querido y dulce Juan había fallecido cuando me resultó imposible bosquejarlo…
Él, compungido, balbuceó un dudoso “sí.” Ella prosiguió.
—Y también descubrí algo más al tratar de rehacerlo una y otra vez. El esbozo que perfilaba era siempre similar y debía representar algo o alguien que sin saberlo, ya estaba ocupando mi mente y mis pensamientos. Y ése eras tú… Aquel ser desconocido que al cabo del tiempo, averigüe, trataba de mantener viva mi ilusión y lo conseguía mediante las preciosas cartas que recibo a diario. ¡Tú! ¿Te llamas Juan en realidad? Él asintió con timidez.
Entonces Mabel, sin dejar de observarlo fijamente con sus ojos verdes, se acomodó a su lado. Le tomó de las manos y le besó son suavidad en los labios. Y Juan Germán López, como un estallido de placer experimentó una sensación de bienestar que le colmó por entero y lo supo. Tuvo claro que si ahora era afortunado, durante el resto de su existencia sería un hombre doblemente dichoso, y sobre todo, feliz...
“Querido Juan sé que estás muy enfermo. Amado, también sé que tu familia no me quiere y no permitirá que te vea nunca más...Pero amor, todo mi amor y cariño permanecen indelebles. Recuerdo como si fuera hoy mismo lo mucho que nos deseamos, reímos, jugueteamos y lloramos nuestra pura y absoluta felicidad compartida. Todos esos momentos que pasamos juntos, han quedado grabados con la firmeza inalterable de un cincel sobre una lámina de mármol, y ya no podré olvidarte jamás. Por ello, te seguiré escribiendo siempre. No me importa ya si me respondes o no, si vives o mueres, puesto que aunque desfallezcas, para mí seguirás estando eternamente vital y presente, ya que de forma espiritual uno jamás se extingue y su alma continúa ahí para ver, leer y acariciar las cartas que yo te iré remitiendo. Amadísimo Juan sólo existe un problema. Es un detalle intrascendente y carente de significación, no te alarmes. Hoy volví a tratar de dibujar un retrato, tu retrato. Lo intenté más de treinta veces y en todas me ocurre lo mismo. Por más afán que pongo no sales tú sino un esquema de trazos desiguales... No acabas de ser tú mi amor. No te preocupes soy torpe. Continuaré ensayando hasta lograrlo. Te ama intensamente y para siempre. Mabel.”
Esa misma tarde, en la oficina, ya no fue el mismo. Sus pensamientos y su mente estaban en otra parte. Todo su ser había partido hacia periplos remotos y desconocidos.
Lo primero que hizo fue comprobar qué había sido del muchacho al que la mujer escribía. Con consternación supo que hacía más de tres meses había muerto de cáncer. A continuación pidió la baja y como solía pasar desapercibido, a nadie le sorprendió. Por la noche, al regresar a su hogar, de forma irreflexiva emprendió dos tareas nuevas para él. La primera, suplantar una identidad, la segunda, escribir. Tomó varias cuartillas, un bolígrafo y comenzó la ardua tarea. Y al redactar se dio cuenta de que quien impulsaba y articulaba con precisión sus frases que, cuidadas, pasionales y bien enlazadas, resultaban bellas reflexiones de una persona que se hallaba en el éxtasis de amor, era su corazón. Tras más de cuatro horas de esfuerzo terminó de escribir. Cuidadosamente puso su dirección e indicó que, a partir de ese momento, aquel era su nuevo domicilio. Explicó también que todo le iba bien, y que no había podido escribir hasta la fecha debido a los azarosos trámites del cambio y por vicisitudes familiares. Pero una vez resuelto, a partir de ese momento, podrían escribirse cuanto quisieran sin interrupción.
Desde ese instante un nuevo mundo se abrió a sus ojos y sentidos. Dio comienzo un intercambio de cartas maravillosas, colmadas de sentimientos y pasión, y sobre todo de un amor que comenzó a percibir primero a flor de piel, luego en su interior y se instaló muy profundo, hasta sentirse inmerso en un trance de satisfacción nunca percibido con anterioridad. Por supuesto, no olvidó informarse de detalles esenciales presentes en la vida del Juan a quien amaba Mabel. Mientras tanto, poco a poco, fue insertando fragmentos de su existencia.
Pasados tres años, pese a su ardua y calibrada estrategia de moderación, y por verosímil que resultara la lógica de sus relatos, los deseos de Mabel por volver a reencontrarse llegaron a ser tan ardorosos que no tuvo más remedio que ceder y confesar que estaba repuesto. Si llegó a tal extremo fue porque, aunque supiera que caminaba hacia el desastre, él mismo deseaba verla, conocerla, y si le fuera posible aunque sólo se tratara de un instante… rozarla. Le bastaba con eso. Pero entre todos aquellos sentimientos un deseo se abría paso con irresistible tesón, aunque sabía que iba a resultar del todo imposible: Deseaba besarla.
Acordaron verse un diecisiete de octubre. El mismo día en que aquel malogrado Juan y ella se habían conocido. Octubre significaba para Juan, tristeza. Representaba el mes donde las fantasías del verano excluidas por los vendavales del norte, se diluían. Y cuando las cálidas o acaso frágiles promesas veraniegas entremezcladas con la amarga laxitud otoñal de los bosques, dominadas por un estío en decadencia, comenzaban a declinar vencidas por la insoportable opresión invernal. Entonces todo el ciclo agonizaba.
Un local junto al mar, allende una playa solitaria. Todo según dispuso ella misma.
Juan le refirió, y así tuvo que ser, que debido a su enfermedad le habían operado de cirugía radical y tal vez resultara irreconocible. Para su sorpresa ella le respondió que le daba lo mismo lo que hubiera cambiado de aspecto. Pues declaró que a quien se desea con auténtico fervor resulta sencillo de reconocer, incluso entre miles de personas.
Llegado el momento, se hallaba en el lugar. Era viernes, un atardecer. El local estaba saturado por grupos de jóvenes y parejas que hablaban y se hacían embelecos en torno a una gran estufa. Juan se sentía nervioso y sobre todo angustiado. No en vano, era consciente. Ella podría estar a su lado y aún así ni siquiera reconocerlo y viceversa. Una cuartilla acarició su semblante y deslizándose en el aire enfiló hacia la estufa. Antes de que se precipitara en las brasas la tomó entre sus manos. Era un dibujo, lo observó sin interés y de pronto con detenimiento. Era un retrato. ¡Su retrato!
Súbitamente volvió la cabeza y tras él, con las manos apoyadas sobre el respaldo del sofá, había una atractiva mujer. Lo supo al instante.
—Sí, yo soy Mabel y tú eres Juan, el del retrato ¿verdad?
Sólo supo asentir.
—Entendí que mi querido y dulce Juan había fallecido cuando me resultó imposible bosquejarlo…
Él, compungido, balbuceó un dudoso “sí.” Ella prosiguió.
—Y también descubrí algo más al tratar de rehacerlo una y otra vez. El esbozo que perfilaba era siempre similar y debía representar algo o alguien que sin saberlo, ya estaba ocupando mi mente y mis pensamientos. Y ése eras tú… Aquel ser desconocido que al cabo del tiempo, averigüe, trataba de mantener viva mi ilusión y lo conseguía mediante las preciosas cartas que recibo a diario. ¡Tú! ¿Te llamas Juan en realidad? Él asintió con timidez.
Entonces Mabel, sin dejar de observarlo fijamente con sus ojos verdes, se acomodó a su lado. Le tomó de las manos y le besó son suavidad en los labios. Y Juan Germán López, como un estallido de placer experimentó una sensación de bienestar que le colmó por entero y lo supo. Tuvo claro que si ahora era afortunado, durante el resto de su existencia sería un hombre doblemente dichoso, y sobre todo, feliz...
José Fernández del Vallado. Josef. Abril 2007. Arreglos 2009.
53 libros abiertos :
Muy sugerente que me parece el título.
(A ti te tengo que coger con tiempo, y me esperan para comer) Después leo lo que dices hoy.
Un abrazo.
Ay Moderato, no me hagas esto, que estoy con la sensibilidad a flor de piel, buscando ese encuentro en la playa.
Me has dejado ensemismado como siempre.
Que maravilla leerte, te lo agradezco,
besos
Josef, tu relato me ha dejado sin palabras, flotando en una nube......simplemente me encantó!
Besitos,
Un carta, un retrato, una oportunidad...
Qué buen texto: argumental y metaliterario.
aixxx aixxx, me encantó, sobre todo el momento retrato
por qué será que andamos todos t romanticones tien que ser est primavera adelantada.jejej
un beso
Eso que has escrito es impresionante. Seguiré leyéndote ahora que tengo más tiempo y aprendiendo de lo fenómenal que escribes.
Un abrazo
Como para reflexionar un rato...
Besos, buen finde.
Amigo, me has dejado colgado del relato, y al terminarlo....una pequeña lagrima se me ha escapado.
Gracias por hacernos sentir humanos, gracias por demostrarnos que no hemos perdido el don de emocionarnos con una historia.
Un abrazo de corazon
Un precioso relato donde el amor viaja a traves de palabras y bocetos para reencarnarse nuevamente en un ser, parecido pero no él mismo
Excelente
el amor siempre en el aire
un abrazo amigo
jajaja, se nota la primavera en muchos posts, y luego dicen que es tontería.
Genial.
Me encantaría escribir un relato con argumento sobre una carta.
Me gusta ese tema.
Un besote y sigue primaveral ;)
Precioso.. enhorabuena Moderato.
Un abrazo.
Qué historia!!!
Preciosa, emotiva, tierna y llena de pasión.
Me ha cautivado.
Te aplaudo.
Saludos.
el azar y sus encuentros, sus consecuencias... vidas que se cruzan, lazos creados con la firmeza de un destino que parece escrito de antemano... bosquejos de realidades nuevas que se dibujan a partir de otras que agonizan
un gran relato, José
un abrazo...
que hermoso lo que has escrito!!!
él hizo una obra de bien y cosechó algo bueno...........
me hicistes emocionar con ese final!!!
felicitaciones, querido poeta
un fuerte abrazo y buen finde
Una carta que une con la fuerza del amor.
Muy interesante y entretenida la trama. Muy bien redactado (como no podía ser menos).
Gacias. Me ha encantado
woooooooooow
NIño me ha llegado al alma, la pielde gallina (que fea esa frase, pero es para explicarlo)
me encantooooooooo me encantoooooo
gracias, gracias, gracias
besos y mucho amor para ti.
je
je
je
El amor es una fuerza
que hace mover incluso
hasta montañas.
Bello tu escrito, como todos los que escribes.
Un beso y feliz tarde.
Genial, Jose. Qué historia más hermosa. Dejarlo todo por un aliento, por un latido.
Si es que el amor es lo único que puede salvarnos de una vida condenada a la desdicha.
Un abrazo grande.
Muy bueno Moderato, te confieso que tenía miedo a medida que avanzaba con encontrarme con un final tiste o esos finales impresvistos como me has acostumbrado a lo largo de estos meses de leerte.
Pero no siendo menos al final has logrado sorprenderme pero esta vez por suerte con un final como el que yo deseaba.
Que irónico justo el 17 de Octubre acá una gran masa de argentinos festejamos el "Dia de la Lealtad" es un día casi sagrado para el Peronismo.
Te mando un abrazo y me gustó mucho, por fin un buen final, una caricia para tantas cicatrices.
Que linda historia de amor...dos corazones solitarios se unieron sin conocerse...me encanto el relato de amor...millones de besitos
En un brusco viraje de esos finales en que la muerte está presente, aqui la presentas como punto de partida para ese intercambio espistolar entre un hombre gris y una desconocida qeu por puro azar del destino llegan a econtrarse y a colmarse de felicidad.
Me ha gustado leerte con tranquilidad par disfrutar de tu exquisita pluma. Precioso relato
Un abrazo
salta de la imaginación esa sencibilidad y esa emoción hasta hacerla propia
que puedo decir Josef , sí eres un maestro en relatos .
solamente felicitarme de la oportunidad de leerte y que aún más , tú te intereses en leerme.
Un abracito de paz
felíz fin de semanita
Me ha encantado y me ha hecho pensar ;)
Muuuuuuacks!
Pd. gracias por tu ofrecimiento en tu comentario, ya estoy bastante mejor pero se agradece, de corazón.
¡Me encantó! te diré que mientras lo iba leyendo esperaba un final trágico, inesperado... pero no.
Hay almas que parecen estar hechas para encontrarse y aún sin conocerse, sin haber escuchado su propia melodía... se reconocen en cualquier lugar y de la forma más inesperada e inverosímil.
Precioso relato.
Un beso.
María
Serás bobo... mira que me has hecho llorar...
Jo, qué belleza de historia, qué belleza...
Y, llena de razón. Lo que se ama está dentro siempre, nunca fuera.
Jooooooooooooo
Un beso enorme.
Cuantos deseos concentrados en este texto, uuuuffff.. una gozada amigo míooo¡¡¡¡;)
MILES DE BESOOOSSS Y QUE PASESSSS UN BUENNNN FINDEE¡¡¡¡
me has traído a la mente la escena de el resplandor de kubrick con jack nicholson siempre escribiendo lo mismo
un saludo
Hola amigo querido, ya extrañaba tus esplendidos escritos, este me gusto mucho ya que el final no podia ser mejor, las personas siempre buscando lo mejor para si,... es la vida y nuestro instinto de conservacion
Besos siempre
Janeth
Bonito relato. La casualidad...el destino...un final feliz. Felicidades
Abrazox
Una historia muy bonita.
Ojalá las conmociones sentimentales se pagaran siempre así.
Respecto a tus relatos, me uno a las felicitaciones.
Te deseo todo lo mejor en la publicación de tus libros. Habrá que leerlos.Ya les he echado un vistazo en Bubok.
Poesía y Música éstá a la espera de trámites para su venta.
Saludos
JOlín, la verdad es que es bonito leer cosas del amor a temporal, lástima que solo sea aquí, yo es que soy de las agnósticas...
Besicos
Da gusto leerte. Precioso relato.
Abrazos
Siempre nos queda la esperanza, Josef? deseo que sea así. Me gusto tu relato, mucho.
Mil besos de mar, querido niño.
Me he fijado al principio en la expresión "hombre estándar", dice mucho.
Después, los trazos que no le salen a la firmante de la carta. Pero ahí echo de menos una coma: "No acabas de ser tu mi amor".O bien "No acabas de ser tú, mi amor" ... sigo leyendo.
Después, la actitud tan temeraria del protagonista. Y el desenlace feliz.
Hubo un momento en que me recordó la peli Pearl Harbour).Pero es muy diferente.
He disfrutado leyendo. Un abrazo.
un gran realato, con tu forma de narrar sensible, sugerente e implacablea la vez...y con un título verdaderramente antológico...
ABRAZOS
Una historia tremendamente esperanzadora. Un encuentro casual, un guiño del destino, que da lugar a una bonita relación que colma dos vidas. Hay magia realmente en el hecho de recibir cartas de alguien. Espero que esa magia no se pierda nunca. Amigo, perderse en tus palabras es uno de mis placeres favoritos. Adoro los giros que creas. Un abrazo.
Otra joya... otra obra maestra.
El amor y el destino siempre van de la mano.
¡Qué gozada leerte!
Un abrazo
Que buena historia y con final feliz, es de esos relatos que nos dejan alegres y esperanzadores para la semana que viene, de alguna forma nos devuelves la fe en los seres humanos.
un beso
...Pues lo dicho: el amor encuentra la forma de unir las almas...
Qué bello relato..
besos! ;)
Que increible y genial relato, Josef. Debo confesar que se ha escapado alguna que otra lágrima. Realmente conmovedor y precioso.
Felicidades, amigo.
Un cuento extraordinario. Abrazos.
Ayyy, qué historia...
Vivo sin vivir en mi...
Conmovedora.
Un beso
Pero qué hermoso este relato mi querido.Me conmovió hasta las lágrimas. Tú no dejas de asombrarme!
Bello!!
Abrazos infinitos.
A estas horas se me cruzan las letras, y el fondo oscuro y las lineas de colores....
Tu música hace el resto del trabajo y decido imprimirlo fuera para poder leerla....aqui los ojos no me dejan ver tus letras.
J.
El amor todo lo puede...me has emosíonado
Genial.
besos
Vaya, suplantar a una persona nunca está bien visto pero... tal y como tú lo cuentas, si es en aras del amor... todo vale, bueno, si la otra parte lo permite y está enamorada de veras, claro.
Abrazos.
P.D.: Tus relatos son largos pero muy fluidos, algo envidiable.
Vaya…. Que buen relato y mejor narrado
Aunque me hizo llorar me encanto leerlo
Gracias, por esta bella historia.
Un beso.
De donde sacas tantas historias?? tanto para emocionarnos, para invadirnos con tu magia, eres increible relatando... la verdad que es un placer haberte conocido.
mi cariños y besos muchos para ti.
Hermoso relato, querido Moderato...
Una historia emotiva, apasionada y esperanzadora. Y después dices que yo soy la romántica...jajaja
Sabes muy bien cautivar con tu pluma...:)
Un relato que me ha causado honda conmocción, y me ha hecho reconocer el particular y ágil estilo de mi "campanet amigo" de la página azul.
Insuperable, querido y campanet amigo.
Un abrazo.
Me encanta esta foto...
Abrazo!
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