“A veces uno necesita respirar aires nuevos, enviciarse de amor y aventura, e incluso juguetear un poco – no demasiado – con la muerte.”
Si me pongo a meditar sobre mí trayectoria dentro de este planeta, creo que podría comparárseme con una bola de billar empujada al azar por un taco, recorriendo el mapa de la vida, chocando y golpeando a otros seres, quitándomelos de encima, sin llegar nunca a ser embocado en ese rincón mágico o no, donde la mayoría va a establecerse, creando familias y a veces incluso enderezando turbios destinos.
La aventura o la historia que quiero contaros empezó como suelen darse a menudo ciertos sucesos de amor incomprensible; en un local saqueado por el placer, el juego, y la desidia. La cuestión es saber ¿cómo llegué allí? Sencillo. Era joven y en aquella época me bastaban unas monedas para establecerme en cualquier espacio donde hubiera una mesa de billar, una barra de nogal como es debido, y sobre todo, perfume a mujer...
He conocido a mujeres en mi vida, pero ninguna era carmen. Lógico, ninguna es la misma. Estaba allí aquel día, me observaba tomar parte en la partida decisiva contra Jaime, mi gran amigo/enemigo, y sobre todo, el campeón. Si había alguien capaz de saquear mi vida lúdica y a la vez hacerla más intensa y embarullada, ése era él. Un galán cuyo atractivo resultaba suficiente para llevarse, no solo gallinas, sino aves del paraíso a su corral. Carmen era más que eso; era sonrisa perenne, juventud y vida eterna.
No entiendo muy bien qué pasó por la cabeza de Jaime aquel día, porque si se lo proponía me derrotaba –no diré fácilmente – pero el billar era lo suyo, como tantas otras cosas. En cambio yo ni siquiera sabía qué era lo mío. Quizá le descentró tanto como a mí me centró asimilar que por primera vez ella me aplaudiera. Asociar que yo era un rival no entraba en su mente o en ¿su ranking? Jugaba entrenándose conmigo, yo era su “sparring.” Disfrutaba explicándome cómo debería haber ejecutado un toque imperfecto, la perfección era su obsesión. Quizá por eso sus novias eran hermosas, su lenguaje nasal correcto y sus hostias las que más narices rompían. Lo cierto es que partía con todo. Era el “showman,” el no va más. Hasta que emboqué la última bola y gané. Aquella noche Jaime no fue rival a mi lado, yo encarné su papel. Honor que asumí con gusto y placer, mientras él se adjudicaba el mío. Se ciñó a la barra y copa tras copa, se emborrachó.
Mientras, Carmen vino a mí, nos acomodamos en las butacas del fondo –ésas que parecen reservadas a las parejas felices – y comenzamos a charlar de cosas que yo intuía cuando la veía, con envidia, junto a Jaime. Por lo general hablábamos de euforia, la vida era perfección rodeada de un cúmulo de imperfecciones. Pero conversando con ella me sucedió algo nuevo, descubrí junto a mí a una persona madura y reflexiva. Tuvo gracia, sentirme como un niño así, tan de repente. Yo, que hasta entonces era orgullo prematuro y mi vida sólo conocía más vida. Recientemente había aprendido a engañar y por ello creía ser más inteligente que muchos, de pronto me topé con algo superior; un terrible engaño o una verdad irrevocable: ¡La muerte era real! Cuando ella me confesó padecer una extraña enfermedad y dijo que apenas le quedaban un par de años de vida. ¿Un par de años? Me di cuenta, mi mente ni tan siquiera abarcaba o concebía – el espacio – un par de años, para mí ¡no existían! La vida era sencilla, eterna y sublime. Y de pronto dentro de aquella vida acostumbrada a encontrar belleza y vida, hallaba que la muerte ¿existía? o era el fin. ¿El fin de qué? La miré impávido, desolado, me temblaba el pulso, sentí un miedo glacial, me sentí acorralado y timado por la vida de por vida. Una existencia que me había jurado “vivir” sin paliativos; una vida que no conocía tullidos, ni vejez, porque mis abuelos, cierto, estaban ahí, pero apenas eran retratos dentro de un cuadro. Inmerso en mi egoísmo nunca había pensado en la vejez, y en que ellos iban a morir.
Cuando la copa estalló entre mis manos ella me abrazó y me besó por primera vez y yo le dije.
— Carmen, no te va a gustar un beso con sabor a güiski y licor de chocolate.
Se rió y me dijo.
—Nunca me habían dicho algo así.
Y yo, que de pronto había envejecido, le contesté.
— Eso es porque todavía eres joven.
Me retiré, permanecí mirándola y quise llorar, deseé llorar, pero las lágrimas no afloraban. No estaban en mí. Era joven...
Salimos a la calle y me dijo.
— Llévame a otra parte.
Y yo le hice la pregunta más idiota.
— ¿Por qué conmigo?
La respuesta estaba cantada.
— Porque me gustan los perdedores cuando aprenden a ganar… en la vida.
Permanecí en silencio y añadió
— Nunca se lo creen.
Hoy sé que tenía casi razón, pero no era cierto del todo. Fuimos a otro local. Pasé una noche memorable. La dejé frente a su casa. No volví a verla, pero sé donde está. Donde yo estaré alguna vez. De momento espero seguir por aquí todavía unos años...
Y vosotros, también.
Perdonad que no devuelva comentarios, apenas tengo tiempo y desearía responderos a todos. Agradezco mucho vuestras lecturas, sin ellas no podría seguir adelante. Voy a ver si mañana puedo dedicarlo a visitar unos cuantos blog.
Un abrazo.
Si me pongo a meditar sobre mí trayectoria dentro de este planeta, creo que podría comparárseme con una bola de billar empujada al azar por un taco, recorriendo el mapa de la vida, chocando y golpeando a otros seres, quitándomelos de encima, sin llegar nunca a ser embocado en ese rincón mágico o no, donde la mayoría va a establecerse, creando familias y a veces incluso enderezando turbios destinos.
La aventura o la historia que quiero contaros empezó como suelen darse a menudo ciertos sucesos de amor incomprensible; en un local saqueado por el placer, el juego, y la desidia. La cuestión es saber ¿cómo llegué allí? Sencillo. Era joven y en aquella época me bastaban unas monedas para establecerme en cualquier espacio donde hubiera una mesa de billar, una barra de nogal como es debido, y sobre todo, perfume a mujer...
He conocido a mujeres en mi vida, pero ninguna era carmen. Lógico, ninguna es la misma. Estaba allí aquel día, me observaba tomar parte en la partida decisiva contra Jaime, mi gran amigo/enemigo, y sobre todo, el campeón. Si había alguien capaz de saquear mi vida lúdica y a la vez hacerla más intensa y embarullada, ése era él. Un galán cuyo atractivo resultaba suficiente para llevarse, no solo gallinas, sino aves del paraíso a su corral. Carmen era más que eso; era sonrisa perenne, juventud y vida eterna.
No entiendo muy bien qué pasó por la cabeza de Jaime aquel día, porque si se lo proponía me derrotaba –no diré fácilmente – pero el billar era lo suyo, como tantas otras cosas. En cambio yo ni siquiera sabía qué era lo mío. Quizá le descentró tanto como a mí me centró asimilar que por primera vez ella me aplaudiera. Asociar que yo era un rival no entraba en su mente o en ¿su ranking? Jugaba entrenándose conmigo, yo era su “sparring.” Disfrutaba explicándome cómo debería haber ejecutado un toque imperfecto, la perfección era su obsesión. Quizá por eso sus novias eran hermosas, su lenguaje nasal correcto y sus hostias las que más narices rompían. Lo cierto es que partía con todo. Era el “showman,” el no va más. Hasta que emboqué la última bola y gané. Aquella noche Jaime no fue rival a mi lado, yo encarné su papel. Honor que asumí con gusto y placer, mientras él se adjudicaba el mío. Se ciñó a la barra y copa tras copa, se emborrachó.
Mientras, Carmen vino a mí, nos acomodamos en las butacas del fondo –ésas que parecen reservadas a las parejas felices – y comenzamos a charlar de cosas que yo intuía cuando la veía, con envidia, junto a Jaime. Por lo general hablábamos de euforia, la vida era perfección rodeada de un cúmulo de imperfecciones. Pero conversando con ella me sucedió algo nuevo, descubrí junto a mí a una persona madura y reflexiva. Tuvo gracia, sentirme como un niño así, tan de repente. Yo, que hasta entonces era orgullo prematuro y mi vida sólo conocía más vida. Recientemente había aprendido a engañar y por ello creía ser más inteligente que muchos, de pronto me topé con algo superior; un terrible engaño o una verdad irrevocable: ¡La muerte era real! Cuando ella me confesó padecer una extraña enfermedad y dijo que apenas le quedaban un par de años de vida. ¿Un par de años? Me di cuenta, mi mente ni tan siquiera abarcaba o concebía – el espacio – un par de años, para mí ¡no existían! La vida era sencilla, eterna y sublime. Y de pronto dentro de aquella vida acostumbrada a encontrar belleza y vida, hallaba que la muerte ¿existía? o era el fin. ¿El fin de qué? La miré impávido, desolado, me temblaba el pulso, sentí un miedo glacial, me sentí acorralado y timado por la vida de por vida. Una existencia que me había jurado “vivir” sin paliativos; una vida que no conocía tullidos, ni vejez, porque mis abuelos, cierto, estaban ahí, pero apenas eran retratos dentro de un cuadro. Inmerso en mi egoísmo nunca había pensado en la vejez, y en que ellos iban a morir.
Cuando la copa estalló entre mis manos ella me abrazó y me besó por primera vez y yo le dije.
— Carmen, no te va a gustar un beso con sabor a güiski y licor de chocolate.
Se rió y me dijo.
—Nunca me habían dicho algo así.
Y yo, que de pronto había envejecido, le contesté.
— Eso es porque todavía eres joven.
Me retiré, permanecí mirándola y quise llorar, deseé llorar, pero las lágrimas no afloraban. No estaban en mí. Era joven...
Salimos a la calle y me dijo.
— Llévame a otra parte.
Y yo le hice la pregunta más idiota.
— ¿Por qué conmigo?
La respuesta estaba cantada.
— Porque me gustan los perdedores cuando aprenden a ganar… en la vida.
Permanecí en silencio y añadió
— Nunca se lo creen.
Hoy sé que tenía casi razón, pero no era cierto del todo. Fuimos a otro local. Pasé una noche memorable. La dejé frente a su casa. No volví a verla, pero sé donde está. Donde yo estaré alguna vez. De momento espero seguir por aquí todavía unos años...
Y vosotros, también.
Perdonad que no devuelva comentarios, apenas tengo tiempo y desearía responderos a todos. Agradezco mucho vuestras lecturas, sin ellas no podría seguir adelante. Voy a ver si mañana puedo dedicarlo a visitar unos cuantos blog.
Un abrazo.
José Fernández del Vallado. Josef. 2009
60 libros abiertos :
Muy bueno como siempre querido Moderato, escribís muy pero muy bien hacés que uno se transporte a ese lugar en pocas líneas.
Abrazo
que profundo tu relato de hoy!!!!
pasión, engaño, aprendizaje y dolor........cuántos sentimientos se mezclan en esta historia!!!!!!!
felicitaciones, cómo siempre, querido amigo..............una perla en el fondo del mar!!!!!!!!!
un fuerte abrazo
"Pero sé donde está"
Esa frase conmociona.
Apurar la vida. Eso.
Saludos.
Me has recordado momentos memorables, esos en los que dejas de ser el patito feo, el de la última fila y todo en una noche de pronto está a tu favor, no se que extraños designios se entrecruzan para que esto suceda alguna vez, no es predicible ni podemos prepararlo, pero cuando sucede todo es mágico.
Maravilloso relato para animarnos a vivir el ahora.
Se te quiere un montón.
Un abrazo fuerte.
Es terrible la primera vez que tienes que afrontar la muerte de alguien joven... Y la segunda vez. Y la tercera.
Es algo a lo que nunca te acostumbras.
Un beso, Josef.
Afrontar la muerte es difícil, pero es algo que a todos nos sucederá algún día. Muy bueno el relato me ha gustado como siempre.
Besos
anamorgana
La muerte sorprende, cuando uno menos se lo espera.
Me quedo con estas letras:
"...pero sé donde está. Donde yo estaré alguna vez. De momento espero seguir por aquí todavía unos años..."
Buen relato, una vez más, me quedo enganchada en tú blog.
Besos
Y yo espero que estés muchos muchos años por aquí, y que yo los vea ;)
Muuuuuacks!
Hola! vengo a dejarte un saludo que estos días estaré de fiesta de fallas... besitos
Muy, muy bueno y con mucho material para reflexión!
"Me gustan los perdedores cuando aprenden a ganar en la vida"...
Agradecida por tu publicación!
Saludos!
Tú sigue escribiendo. Nosotros leeremos.
Muy bello relato, me ha emocionado y tocado el alma.
Un beso grande, muy grande.
No te canses nunca de escribir de regalarnos tus escritos, sabes todos tienen algo para llevarnos, para guardarlo, analisarlo y a veces hasta nos ayuda a reflexionar... sos completo.
gracias y muchos besos para ti.
En este ultimo año, aprendí a que la muerte no es algo que solo le pertenece a personas mayores... no no !!!
La muerte nos sorprende tanto como la vida.. pero hay personas que estan muertas en vida.. y solo cuando saben que estan a punto de perderla comienzan a darle valor a las cosas las ilógicas!!!
Una frase me quedó en estos dias en mi cabeza y espero que quede.. porque me gusta... " Tu no tienes miedo a morir, lo que tienes es miedo a VIVIR"
Creo que nos pasa a muchas personas verdad???
Besos cielo, llenos de luz como siempre!!!
Ah te pido mil disculpas por no haber pasado antes a leerte... habia decidido dejar el blog... asi lo hice.. pero volvi y con mas fuerza q nunca!!!
Ya ves.. es la VIDA!!!
Besos de nuevo cielo!!!
Yo tampoco me lo creo... sensacional. Maravilloso escrito... como siempre.
Saludos
Abrazos...
Relato lleno de profundidad y de sentimientos a flor de piel...¿y por qué no?
ABRAZOS
Una frase del principio me ha puesto los pelos como escarpias,"juguetear un poco con la muerte", amigo mio, eso es una frase muy cierta, pero que nadie deberia hacer jamas.
La vida nos enseña a veces unos caminos que tendrian que tener puesto el cartel de prohibido el paso.
Un abrazo
Cuando la muerte se disfraza de vida, puede darnos lecciones magistrales. Abrazos.
Y encima de que nos regalas tus textos, te disculpas por no comentar...
Incomprensible.
Leerte es un placer, a veces lo dejo para el final, o para mañana porque el hoy y el ahora no son propicios...
eres un premio
Un abrazo
por qué conmigo??
y porque no:)
reflexivo y siempre bien hecho relato
muakismuakis:)
Josef, para visitar tu blog, separo siempre un tiempito pues es necesario disfrutarlo, leer con calma, sin prisas, si es necesario releer para concentrarme bien en lo que viene y saborear lo escrito.
Besitos,
Sabiendo que es inevitable, cuanto nos cuesta aceptarla. Tanto medir el tiempo y lo material, cómo si eso importara.
Muy buen relato, Josef, como todos. Es un placer :D y encima, no es pecado jajaaja.
No te preocupes por las visitas , vale?
Besos, niño
Uffff que intenso Josef, me has hecho rememorar algo parecido ocurrido en mi vida. Me voy plena. Besos
Josef, hoy nos traes un relato triste, y real, lo que mas cerca tenemos es la muerte por eso debemos de afrontarla tal cual, no avisa, ni pregunta...
Digo como tu, espero estar por aquí unos años mas...
Como siempre un relato genial.
Sin tiempo para leerte, querido amigo, solo me paso para darte un abrazo! (Al final de semana creo que estaré mas libre.)
Fue una partida que todos tenemos que jugar...por cierto la jugaste bien y ella mejor.
saludos
leerte es una gozada y un premio en sí. Esta historia es conmovedora, tiene mucha vida con la muerte en mira. Debe ser difícil encajar - Me queda X...
Un beso. Como dice Pedro: tú escribe.
Sí, Jose, a veces es necesario apurar experiencias para darse cuenta de cosas, que jamás hubiéramos entendido de otro modo.
Estoy con Toro, "Pero sé donde está" es una frase sobrecogedora.
Buen relato.
Un abrazo grande.
Hola Jose, la vida es un arte y desde muy jovenes aprendemos a vivirla, algunos se van antes y segura estoy de que vuelven en otro cuerpo a continuar donde antes se quedaron, es el circulo en el que todos giramos.
Gracias por estos relatos llenos de sentimiento, saludos!!
Janeth
Vaya lección de vida inesperada!!!
un abrazo
Impresionante... Qué chungo es cuando la vida nos pone delante de los ojos a la muerte. Cuando apenas hemos empezado a vivir.
Buena lección... tanto si es literatura como si no.
Me gustan tus historias :)
Un beso grande.
Moderato, me ha gustado mucho la metáfora de la bola de billar. Me ha dejado pensando un rato. Es terrible comprender, en un arrebato de lucidez, que nos mueve la inercia de un golpe pasado.
Salud!
hermoso relato, como siempre, que te deja un rato pensando... a veces la vida te hace tomar conciencia de la muerte demasiado pronto, y ésto te hace madurar de golpe...
Besicos
Encarna
Me siento siempre como tu protagonista, siempre pierdo, auqnue gane, pq no me lo creo
Lo q no he entendido es pq no se va con ella, jo majo pq no se vive el momento
muakkkkkkkkkkkkkk
Buen juego, todo depende de que cartas nos tocan, pero el resto es uno el que juega y opta.
Le dejo todo el optimismo que pueda usted recibir, sacùdase la nostalgia, aproveche el hoy con todo lo que el destino o Dios nos regala....
El juego contunua... le deseo mejores cartas... es usted un buen jugador....
Un abrazo muy grande!!!
CIERTO Y REAL RELATO, QUE LLEVA EL SENTIR A FLOR DE PIEL.
MUY BIEN EXPRESADO EL SENTIR.
AGRADECIDA POR SUS COMENTARIOS LE INVITO A PASAR POR MIS BLOGS, VER LOS POSTS Y RETIRAR SI GUSTA LOS REGALOS DEJADOS EN ELLOS.
WWW.WALKTOHORIZON.BLOGSPOT.COM
UN CARIÑO Y MI PAZ
MARYCARMEN
Abrazancos amigo Josef...
y muchas gracias por tu comentario
La vida es el comienzo de la muerte, incluso a veces van mezcladas entre sí aunque no queramos reconocerlo.
¡Qué gozada es leerte!
Un abrazo
Triste y doloroso tema para mí. Disculpa si no te hago comentario, pero lo siento demasiado vivo.
Un abrazo
creo que a todos no llegó el texto y el final.
"pero sé donde está"
buen relato la vida hy que vivirla, nunca sabes cuando se te va acabar
saludos
Por cierto, Josef, llevo un buen rato riéndome gracias a ti.
Los de Relatos completos, relatos Comansi, es geniallllllllllll
jajajajaja
Cuantos recuerdos :D
Gracias.
Besos.
MIra que me gustan ami esas historias de garitos que te gritan ¡vive la vida!, besitos varios.
FELICIDADES
Un abrazo.
..y yo que estaba un poquito encerrada en mi misma por una pérdida reciente de un familiar en Vzla,aún que muy triste al leerte me dá ánimos el pensar que a ese chiquillo que se fué con tan corta edad,lo encontraré con seguridad en algún momento de mi vida nuevamente..así hasta se me dibujó una sonrisa..
-Besos.
gGracias por tu visita. Un abrazo amigo y feliz dia del padre.
La vida y la muerte son un proceso lo hermoso es estar en medio y saberlo.
Es como una historia de amor muy fugaz, y de fugaz recuerdo que las estrellas caen, pero de algún modo... siguen brillando.
Abrazos
Se fue mi comentario... Misterios de la cibernética, grrñññ.
Querido Moderato, te escribía para decirte que me ha gustado mucho tu relato, pero me deja un sabor amargo: me gustan los perdedores que ganan, me gustan los perdedores que pierden, me gustan los ganadores (no el primero de tu relato, eso no es un ganador precisamente) pero aborrezco a todas las Cármenes que se van con los que consideran ganadores poniendo la excusa que sea que a lo mejor hasta ellas mismas creen.
Creo que deberían renunciar a llevar un nombre tan bello.
Y támbién que no tienes por qué contestar a los comentarios, y menos aún si eso te resta tiempo para escribir nuevos relatos ;-)
Un beso.
Aaaaaaaaaaah, y ¡felicidades! ;-)
Amigo José, ahora sólo vengo a desearte ¡FELIZ DÍA! aunque no te guste, a decirte que yo sí estoy (cuando se puede y siempre hay algún espacio de tiempo).
José es un nombre muy bonito, a mi sinceramente me gusta mucho, mi padre también se llamaba así y tengo por este nombre un especial cariño.
Ahora, no tengo mucho tiempo he de marchar a trabajar, luego cuando regrese paso y te comento, ya te he dicho, creo que casi siempre, que tus relatos me atraen y me gustan mucho, ahora sólo vine a levantarte un poco el ánimo.
¡Anda hombre, que este día sólo es una vez al año!
Te dejo un beso y un abrazo especial para hoy.
María
Te traigo un abrazo y un beso Pepito :D pasa buen día
José, todos aprendemos de todos. La vida es un continuo encuentro con personas que nos dejan cosas, y hasta de lo malo, lo que duele, se aprende y nos vamos fortaleciendo.
Me encantó la historia, como todas las tuyas, llenas de magia y encanto.
Un abrazo
Josef, tu relato dibuja perfectamente el sentir de los humanos ante ese momento especial que un día llegará...
Me gustan tus historias. Son impredecibles :-)
Un beso.
Si es que la muerte, comola vejez, tiene un sabor extraño. Me gustó.
Josef... regresé, como te dije.
Bien, pues... te diré que me gustan estas sacudidas bruscas, estos encuentros con otra realidad que no es la nuestra, pero que puede serlo (en este caso sin duda lo será)... digna de la impetuosidad juvenil, cuando uno cree que se va a comer el mundo y con los años nos damos cuentas que, como no nos andemos con cuidado, el mundo se nos come a nosotros.
En cierta forma, es un toque de humildad o de realidad a la maravillosa grandeza de la juventud.
Como siempre amigo, un buen relato.
Besos
Excelente comparación e insuperable texto. Un saludo!
Un relato profundo que nos habla de reconocimientos a la vida con tanto sentimientos, que hace del texto muy bello, ese reencuentro con todo lo que compone nuestra existencia.
Besos
Interesante ese apunte: cuando los perdedores empiezan a ganar, no se lo creen. Interesante también que haya gente capaz de ver esos pequeños detalles en otra persona. Esa gente siempre cautiva. Un abrazo.
Hola
Espero que estés bien.
Primero yo te lo agradezco por pasar en mí blog y por me seguir, después quiero decir que tu blog es maravilloso, estoy encantáda!
Voy leer más amenudo...
Cuándo puedas visita el otro blog mío: VIVIANE'S.
Deseo que tengas una buena semana y que Díos bendiga a ti muchissimo!
Tienes una seguidora a más.
Saludos
Siempre es un placer leerte. Me encantó, maraviloso relato. Espero que estés siempre. Un abrazo.
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