— ¿Son muy distintas unas agencias de otras?
Me da por preguntarle a Roosevelt.
Sin dejar de atender el floreciente tráfico de motocarros, el chofer asiente y alega.
— La diferencia está precisamente en sus guías, su atención, sus Lodges en la selva... Pero todo depende de lo que quieras hacer, hay multitud de propuestas.
—Y ¿cómo sabré lo que quiero? ¿Qué es un Lodge?
— Un hotel... ¡Tranquilo! Ellos te lo aclararán y te propondrán diversas opciones.
Nos detenemos ante la puerta de una sucursal. Sobre un logotipo naranja, leo: Paseos Amazónicos. De repente me siento frustrado, esto no es lo que me esperaba. Turismo de masas... ¿aquí? En todos los sitios es lo mismo: ¡El turismo! Trato de darme la vuelta pero Roosvelt me anima a seguir adelante y me convence. Al fin y al cabo yo soy un turista je...
Dentro me recibe un tipo que me saluda con expresión de primate. Desde un primer instante no me fío de sus intenciones. Me conduce a un lugar apartado y susurrando, comienza a proponerme diversos recorridos. Tras unos instantes me confieso abstraído, poco o nada me interesa lo que diga ese señor. Sin embargo, es la apariencia del hombre que hay a sus espaldas, sentado a la mesa escritorio, quien me llama la atención. Qué clase de ser humano es: ¿Un dandy de la selva? ¿Un indígena juppy extravagante? Unas lentes oscuras se asientan sobre su cabello lacio y lustroso. Sin prestarme atención repasa un conjunto de archivos.
Cuando regreso a mí, insaciable, el primate ha comenzado a proponerme una exuberante excursión de cinco días por la selva. Cansado, estoy a punto de mandarlo al carajo. Sólo entonces se percata de mi forma de mirar al hombre que hay tras él. Se vuelve, esboza una sonrisa constreñida, y señala.
— ¡Ah! Disculpa. Te presento a Jorge Luis. Será tu guía. Si te animas, claro.
El dandy se acerca a mí, nos damos la mano. Permanezco mirándolo desorientado. Hay algo en su expresión inteligente y abierta que vence mis reticencias. Me agrada la sinceridad y decisión que intuyo en ese hombre.
— Bueno, qué me dice. ¿Acepta? Me apremia el primate.
— De acuerdo, afirmo sin titubear, y pregunto.
— ¿Cuánto puede costar la de cinco días?
— Bien. Las comidas y parte de la bebida están incluidas. Únicamente el bar, y cualquier cosa que consuma que deberá pagarse al momento...
— Ya. ¿A cuánto asciende todo? Insto.
— Veamos... Seiscientos ochenta.
— ¿¡Dólares!? Pronuncio sobresaltado.
Sin dejar de mirarme, con una fina ironía animal, el primate rectifica.
— Soles, por supuesto, y añade.
— ¿No es caro, verdad?
—No lo sé. Depende.
— De qué.
— De quien sea el que vaya. Yo vengo de Europa y al cambio doscientos euros quizá resulten bien... para mí (y habrá que verlo) pero ¿qué opinan sus paisanos?
Se ríe y contesta.
—Ah, ya entiendo. Desde luego. Somos pobres los peruanos. Suelta una sonrisa cínica y me da la mano sin añadir nada nuevo.
Está claro. La situación de sus compatriotas le importa un bledo. Además, no tiene arreglo. La pobreza viaja sola, sin ayudas...
Al salir Roosevelt se ofrece para llevarme al embarcadero.
Imagino un lugar pulcro con olor a río y vegetación y lo que me encuentro es precisamente lo opuesto. Debido a las subidas y bajadas del río no existen muelles en el Amazonas. Sólo un terreno arenoso y sucio, lleno de desperdicios, que me recuerda a una playa en mal estado. Desciendo y embarco en la curiará que me llevará a la selva, o a lo que quede de ella.
Instantes después se presentan cinco acompañantes y Jorge Luis, nuestro guía.
Arrancamos y de inmediato comienza a instruirnos sobre la situación amazónica, y lo que nos cuenta no es demasiado halagüeño. La selva y el río están siendo utilizados de la misma forma que una mina sobreexplotada. Se extrae demasiada pesca, se cazan muchas especies animales, se talan cantidades ingentes de floresta, y en fin, los estados que deberían protegerla esquilman sin tener en cuenta que todo tiene un límite.
Los resultados empiezan ya a verse. Por ejemplo, un pez: El paiche o la arapaima gigante, ha tenido que ser protegida con urgencia, su situación está próxima a la extinción. Lo mismo sucede con el caimán negro y muchas especies de loros, monos, e incluso bellas especies de mariposas.
Le pregunto si, tal como he oído, todavía existen zonas inexploradas. Se ríe con ironía, y mirándonos fijamente, nos pregunta.
— ¿Que pensáis?
Cuando le replicamos mediante un escueto interrogante: “¿Tal vez...?” Señala hacia arriba y contesta.
— Mirad al cielo, surcado por infinidad de aviones, helicópteros, y satélites con cámaras de una resolución asombrosa. ¿No pensáis que habrán cartografiado hasta el último rincón de selva?
Asiento con seriedad. Prosigue.
— Una cosa es casi segura. Ya no quedan tribus por descubrir tal como ciertos alarmistas afirman. Otra cosa es que algunos indígenas con tal de alejarse de la lacra de nuestra civilización, se adentran más en la espesura y cuando de nuevo son localizados, nuestra embustera y propagandista civilización difunde que se ha dado con una tribu desconocida.
De repente se alza sobre la barca y exclama.
— ¡Allí! ¡Delfines del Amazonas!
Me vuelvo y apenas consigo verlos, y menos tomar una fotografía. Desaparecen enseguida. En cambio, una nueva sensación se apodera de mí. ¿Estoy realmente donde me propuse? Desde luego. Quizá sin ser consecuente de donde me voy a meter. Pero he llegado al Amazonas; y el río, impresionante, me recibe desplegando su amalgama de sorpresas...
Continúa...
José Fernández del vallado. Josef. Diciembre 2010.
Me da por preguntarle a Roosevelt.
Sin dejar de atender el floreciente tráfico de motocarros, el chofer asiente y alega.
— La diferencia está precisamente en sus guías, su atención, sus Lodges en la selva... Pero todo depende de lo que quieras hacer, hay multitud de propuestas.
—Y ¿cómo sabré lo que quiero? ¿Qué es un Lodge?
— Un hotel... ¡Tranquilo! Ellos te lo aclararán y te propondrán diversas opciones.
Nos detenemos ante la puerta de una sucursal. Sobre un logotipo naranja, leo: Paseos Amazónicos. De repente me siento frustrado, esto no es lo que me esperaba. Turismo de masas... ¿aquí? En todos los sitios es lo mismo: ¡El turismo! Trato de darme la vuelta pero Roosvelt me anima a seguir adelante y me convence. Al fin y al cabo yo soy un turista je...
Dentro me recibe un tipo que me saluda con expresión de primate. Desde un primer instante no me fío de sus intenciones. Me conduce a un lugar apartado y susurrando, comienza a proponerme diversos recorridos. Tras unos instantes me confieso abstraído, poco o nada me interesa lo que diga ese señor. Sin embargo, es la apariencia del hombre que hay a sus espaldas, sentado a la mesa escritorio, quien me llama la atención. Qué clase de ser humano es: ¿Un dandy de la selva? ¿Un indígena juppy extravagante? Unas lentes oscuras se asientan sobre su cabello lacio y lustroso. Sin prestarme atención repasa un conjunto de archivos.
Cuando regreso a mí, insaciable, el primate ha comenzado a proponerme una exuberante excursión de cinco días por la selva. Cansado, estoy a punto de mandarlo al carajo. Sólo entonces se percata de mi forma de mirar al hombre que hay tras él. Se vuelve, esboza una sonrisa constreñida, y señala.
— ¡Ah! Disculpa. Te presento a Jorge Luis. Será tu guía. Si te animas, claro.
El dandy se acerca a mí, nos damos la mano. Permanezco mirándolo desorientado. Hay algo en su expresión inteligente y abierta que vence mis reticencias. Me agrada la sinceridad y decisión que intuyo en ese hombre.
— Bueno, qué me dice. ¿Acepta? Me apremia el primate.
— De acuerdo, afirmo sin titubear, y pregunto.
— ¿Cuánto puede costar la de cinco días?
— Bien. Las comidas y parte de la bebida están incluidas. Únicamente el bar, y cualquier cosa que consuma que deberá pagarse al momento...
— Ya. ¿A cuánto asciende todo? Insto.
— Veamos... Seiscientos ochenta.
— ¿¡Dólares!? Pronuncio sobresaltado.
Sin dejar de mirarme, con una fina ironía animal, el primate rectifica.
— Soles, por supuesto, y añade.
— ¿No es caro, verdad?
—No lo sé. Depende.
— De qué.
— De quien sea el que vaya. Yo vengo de Europa y al cambio doscientos euros quizá resulten bien... para mí (y habrá que verlo) pero ¿qué opinan sus paisanos?
Se ríe y contesta.
—Ah, ya entiendo. Desde luego. Somos pobres los peruanos. Suelta una sonrisa cínica y me da la mano sin añadir nada nuevo.
Está claro. La situación de sus compatriotas le importa un bledo. Además, no tiene arreglo. La pobreza viaja sola, sin ayudas...
Al salir Roosevelt se ofrece para llevarme al embarcadero.
Imagino un lugar pulcro con olor a río y vegetación y lo que me encuentro es precisamente lo opuesto. Debido a las subidas y bajadas del río no existen muelles en el Amazonas. Sólo un terreno arenoso y sucio, lleno de desperdicios, que me recuerda a una playa en mal estado. Desciendo y embarco en la curiará que me llevará a la selva, o a lo que quede de ella.
Instantes después se presentan cinco acompañantes y Jorge Luis, nuestro guía.
Arrancamos y de inmediato comienza a instruirnos sobre la situación amazónica, y lo que nos cuenta no es demasiado halagüeño. La selva y el río están siendo utilizados de la misma forma que una mina sobreexplotada. Se extrae demasiada pesca, se cazan muchas especies animales, se talan cantidades ingentes de floresta, y en fin, los estados que deberían protegerla esquilman sin tener en cuenta que todo tiene un límite.
Los resultados empiezan ya a verse. Por ejemplo, un pez: El paiche o la arapaima gigante, ha tenido que ser protegida con urgencia, su situación está próxima a la extinción. Lo mismo sucede con el caimán negro y muchas especies de loros, monos, e incluso bellas especies de mariposas.
Le pregunto si, tal como he oído, todavía existen zonas inexploradas. Se ríe con ironía, y mirándonos fijamente, nos pregunta.
— ¿Que pensáis?
Cuando le replicamos mediante un escueto interrogante: “¿Tal vez...?” Señala hacia arriba y contesta.
— Mirad al cielo, surcado por infinidad de aviones, helicópteros, y satélites con cámaras de una resolución asombrosa. ¿No pensáis que habrán cartografiado hasta el último rincón de selva?
Asiento con seriedad. Prosigue.
— Una cosa es casi segura. Ya no quedan tribus por descubrir tal como ciertos alarmistas afirman. Otra cosa es que algunos indígenas con tal de alejarse de la lacra de nuestra civilización, se adentran más en la espesura y cuando de nuevo son localizados, nuestra embustera y propagandista civilización difunde que se ha dado con una tribu desconocida.
De repente se alza sobre la barca y exclama.
— ¡Allí! ¡Delfines del Amazonas!
Me vuelvo y apenas consigo verlos, y menos tomar una fotografía. Desaparecen enseguida. En cambio, una nueva sensación se apodera de mí. ¿Estoy realmente donde me propuse? Desde luego. Quizá sin ser consecuente de donde me voy a meter. Pero he llegado al Amazonas; y el río, impresionante, me recibe desplegando su amalgama de sorpresas...
Continúa...
José Fernández del vallado. Josef. Diciembre 2010.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons
44 libros abiertos :
excelente relato Josef
tiene tanto de real
tanto que da escalofríos saber que cada vez nuestras virginales selvas sean solo un decir y no una verdad, que los bosques estén absolutamente censados para los nuevos inversionistas que buscan talarlos y que la locura del consumo llegue sin respeto por la diversidad y la identidad genuina
que los originarios huyen y que llegará unmomento en que no tendrán dónde refugiarse de nosotros y sucumbirán a nuestro pobre y " civilizado" modo de vida
besitos de luz
Precioso y por supuesto maravillada con tus imágenes aún con todas las vicisitudes, estabas en el lugar correcto, impregnando tu espíritu aventurero de grandes experiencias que hoy compartes de una forma fascinante. ¡¡¡Delfines!!! Ah es una lástima que no los hayas podido ver... tal vez en tu próxima aventura.
No tardes, esperaré el próximo.
Un abrazo y un beso.
Qué buen relato. Enseguida entras en situación, y pareces estar allí, a la orilla del río, concretando el embarque con un tipo novelesco. Un relato de gran calidad que poco tiene que envidiar a los mejores de aventuras... aunque es verdad que ya, en esta época, todo está más que explorado, cartgrafiado y fotografiado... no deja de ser una lástima
En el Amazonas sólo puede ocurrir el edén o el infierno, es cierto. Independienteme de la agencia contratada...
¿El lugar correcto?
YO creo que sí, aunque todo depende de lo que pretendieras encontrar por allí.
Podrías poner más imágenes?
Me encantaría ver ... ¡Más!
Besos
¡Qué maravilla, El Amazonas!
Sigue, genial.
Besos
Genial tu relato una vez mas! y respondiendo a tu comentario, las infusiones y los tés es un mundo lleno de sensaciones que merece la pena probar antes de irse! Un saludo!
Tu relato te orilla a sentir cada palabra llena de vida.
Me encanto!
Besiños.
Cada agencia es un mundo, indudablemente.
Un bonito relato, amigo, te felicito.
Un beso.
No es en si un relato es una síntesis de la realidad ,que nosotros los humanos provocamos en aras al progreso que todo lo destruye.
magnifico
Un saludo
Voy a comentar aquí, si no voy a estar atrasada con los comentarios ! Je !
Ahora si estoy al dia con las lecturas y qué decir que no se haya dicho ya ?
Bellas aventuras y muy bien relatadas !
=)
Dan la sensación de estar allí mismo en la selva, o navegando !
Muy bueno !
Un beso o 2 !
Muy buen articulo, estoy casi 100% de acuerdo contigo :)
Diversidad de agencias, de guías, de presupuestos y de personajes, se encuentra de todo!
Besos!
Siempre vale la pena leerte... un relato interesante, con imagenens tan nitidas que uno se siente transportado, con una tematica que invita, no solo a la lectura sino, tambien a pensar...
Que maltratadas han sido las riquezas de este hermoso continente...
Un Abrazo
Hola, Josef.
Me ha gustado mucho la entrevista en la agencia. Has impreso gran personalidad a tu guía con unas pocas pinceladas.
Es una pena que no haya más medidas para poner freno a la pesca sin límites y a la tala de árboles. La selva amazónica es el gran pulmón de nuestro planeta. Llegará un día en el que los alvéolos ya no purificarán el aire y las lluvias se verán afectadas.
Estoy viviendo tu relato. Es un viaje paso a paso muy interesante y entretenido con múltiples matices, que hacen que una se adentre sin remedio en tus letras.
Seguiré al tanto.
Un beso.
Ese estrechamiento de mano te ha dado la clave para saber que ese guía es la sinceridad misma explicando la situación desastrosa del Amazonas.
Excelente relato para denunciarlo.
Besos a pares.
Mmmm, qué interesante... ya me ha enganchado el relato.
Amazonas... delfines... :)
Espereraré a ver cómo continúa.
Besos!
Hola es un relato estupendo que te envuelve como si lo estuvieras viviendo realmente al leerlo .Un beso
Buenísimo tu relato. Que pena que no se pueda hacer nada con la selva amazónica y sus animales. Me horroriza pensarlo, me quedo un poco triste. ¿No se podría hacer nada?.
Volveré por aquí. ¿Hay delfines en el Amazonas?, ¿cómo pueden vivir en un río?.
Me gustó mucho, de verdad, muy interesante tu blog.
Gracias.
Me ha gustado mucho tu relato. Me he sentido allí. No tenía ni idea de que hubiera delfines allí, curioso.
Besos y susurros muy cálidos
Se te dan muy bien los relatos de aventuras, ni Joseo Conrad. Muy bueno, y engancha muho, te da para una novela. Un abrazo.
Sí, coincido con Manuespada, engancha, la verda.
(Sólo he visto el Amazonas desde el aire y desde allí, es, efectivamente, impresionante. Ni me imagino cómo será desde sus aguas y tierra.)
De Perú sólo he pisado su Aeropuerto Internacional.
Pero probé sus chocolates rellenos de pisco... Mmmmmm!
Mi vista está puesta en hacer el cruce de lagos entre Argentina y Chile.... Amo los lagos y ese azul tan intenso del Sur!!!!
... qué curioso....
Jajajaja en mi tour a Europa del Este, mi guía nos dijo: "El que convierte, no se divierte." ;)
Supongo que a los europeos les pasa lo contrario jaja!
Un beso!!
¡Salta Valiente!
Te voy siguiendo los pasos. Muy bueno!!! Abrazos.
Gracias por tus lindas palabras, eres muy amable. Besos!
Qué modo de narrar, Josef, con qué facilidad. Te admiro.
Comparto contigo que estoy leyendo una novela que me parece bastante buena, "La historiadora", de Elizabeth Kostova.
Y, gracias por tu visita.
Interesante articulo, estoy de acuerdo contigo aunque no al 100%:)
Bonita descripción de los delfines...el relato perfecto.
Un beso.
Arwen
gracias por pasar calladito
besitos de luz
tenun día precioso
No sabìa nada de esto, siempre me resultas interesante!
Aprovecho para agradecerte este tiempo que compartimos y mis mejores deseos para estas fiestas que se avecinan!
Cariños!
=) HUMO
Interesante relato. La descripción del sujeto que hace de guia está relatada con profundidad. Te recreas en el personaje. Lástima que hayas colgado la primera parte... espero seguir con la segunda. Te sigo en este blog. Saludos
Creo que deberíamos pagarte entre todos para que viajaras por todo el planeta y nos lo contaras.
Me devuelves a la adolescencia cuando leía novelas de aventuras.
Que gozada.
Saludos.
Tu espacio tiene duende, me gusta. Un beso grande
Interesante...uno nunca sabe si eso es lo que quiere, hasta que lo experimenta. Hay una distancia grande entre la realidad y el sueno de esa realidad.
Un abrazo
Petra
Hola, Jósef:
Llevo un buen ratejo aquí en tu casa virtual, adentrándome con tu prota (¿o contigo?:)) en la selva Amazónica y siento decirte que me has enganchado, jeje.
Un viaje muy ameno y con buenas dosis de reflexión... El tipo con cara de primate... uf, me ha producido mucha inquietud, me da la impresión de que le mola la pasta (más que la pizza :DD) y que le importa un carajo lo que ocurra a su alrededor con tal de sobar papelillos frescos, ¿a qué sí?
¡Ya estás tardando para la próxima entrega!!
Un fuerte abrazo sin liana :)
Se agradece un relato o retrato que dibuja la degradación creciente de tantos espacios naturales como vamos arrasando.
Abrazos.
Me gusto el relato como de costumbre tienes un arte especial que te engancha en la lectura.
Ojala un dia viaje por el Amazonas, tan misterioso y maravilloso, espero conocerlo antes que la deforestacion acabe con el je je
besos, feliz fin de semana!!
Buenas tardes Josef, excelente relato, la verdad es que el turismo hace agudizar el ingenio de las gentes y a la carta, sea como fuere, es como haber leido un articulo de Green Peace, no te ofendas, pero siento que la situacion del Amazonas y la Selva, estan terriblemente ultrajados.
Fuerte Abrazo.
Jesus
Vengo navegando y adentrándome en la selva para llegar al Amazonas y ver delfines. ¡Esto promete!
Muchas gracias por tus visitas, es un placer saludarte.
Está todo muy bueno, como cuando te pregunta el cocinero por la comida en un buen restaurante. Buen texto, increíblemente realista, buena música, magníficas imágenes. El relato me ha hecho recordar un libro que leí hace muchos años pero que no he encontrado referencias: "Más allá del río Das Mortes" Un afectuoso saludo.
hermoso, musica, imagenes y relato.
abtrazos
Veronica
Josef, un texto hermoso. En donde reflejas claramente lo que está sucediendo con el amazonas. Y no solo es la pesca. También lo explotan para obtener los minerales ricos que ofrece naturalmente, sus piedras, perlas, diamantes (que aún no se si se consiguen)... Es impresionante como esta mafia de destructores de uno de los pulmones más antiguos del mundo lo estén destruyendo. La selva virgen que queda es muy pequeñita (en Venezuela) pero imagino que con el tiempo, le podrán llegar para talar y quitarnos esa maravilla de verde, y esa maravilla de especies desconocidas para el hombre... Los garimpeiros es el terror desde hace muchos años. Nadie los detiene...
http://www.elpais.com/articulo/internacional/VENEZUELA/BRASIL/AMAZONIA/devastacion/garimpeiros/brasilenos/elpepiint/19920315elpepiint_15/Tes
un besito mi querido Josef.
Excelente música.
Gran relato amigo Josef,las vivencias son extraordinarias...y referente a las agencias...cada una ofrece lo que tiene...pero la variedad existe..
Saludos fraternos.
Gracias por tus comentarios.
Ciertamente Josef que ya casi no quedan lugares que no hayan sido contaminados por el deseo de poseer. Esos sitios vírgenes y paradísiacos escasean, pero siempre es interesante poder contrastar civilizaciones y culturas. Se aprende mucho a pesar de las incomodidades. Es fascinante todo lo que nos dejas y enganchas, sabes?
Te dejo un beso
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