Fotografía tomada por el autor. Comunidad de los Yaguas.
Mi primera caminata en la selva me lleva apenas quince minutos. Cuando llegamos al Lodge: “Hotel de chozas selvático,” no sé si ellos, pero desde luego yo que cargo con la mochila (me robaron la que llevaba al llegar a Lima, y no pienso desprenderme de la que tengo) sudo por los cuatro costados...
He experimentado sudoraciones y entre las más agresivas están, por supuesto, las del deporte. Cualquiera que practique ejercicio a destajo (un partido, o lo que sea) durante veinte o treinta minutos, acabará sudando a mares. Sin embargo cuando caigo derrengado sobre el sofá ¿me encuentro cansado? Sí... o no. Esa no es exactamente la sensación. Es cierto que el calor baja la tensión, pero yo ahora sudo por el mero hecho de caminar en un ambiente parecido a una sauna. Es cierto. Llevo una mochila, pero tampoco puede achacarse a eso mi exagerada forma de sudar, sino a los 40º C y noventa y cinco por ciento de humedad. Todavía es peor que en Iquitos. Nos ofrecen un jugo de papaya y deseo beberme tres. Me contengo, pues todo lo que ingiero lo transpiro de inmediato. Jorge Luis en cambio está acostumbrado. Es indígena, se encuentra en forma, demuestra un entusiasmo infinito y habla y habla sin cesar. Yo en cambio solo deseo quitarme esa sensación pegajosa de encima. En definitiva, me gustaría desnudarme, salir corriendo y lanzarme de cabeza al río Amazonas.
Tratando de captar la más mínima corriente de aire me siento sin apoyar mi espalda en el respaldo y no me muevo un centímetro. Sé que efectuar un leve gesto me supondrá sudar más. La mala noticia llega en ese instante: No podremos ocupar nuestras habitaciones hasta después de la comida. Y yo me pregunto ¿quién tiene hambre con este calor?
Tras almorzar me encuentro en mi habitación quitándome la ropa mojada de forma casi frenética, me meto en la ducha y permanezco allí cerca de tres cuartos de hora. Después aún me queda tiempo para salir, echarme un rato sobre la cama y reflexionar acerca de mi situación. Disponemos de un par de horas, sobre las cinco iremos a visitar una comunidad de Yaguas cercana.
Nos ponemos en marcha. Nos internamos por un camino apenas inapreciable, pero que se abre paso en la selva de forma constante. No puedo evitarlo, estoy emocionado. Siempre soñé con participar en un encuentro entre culturas.
Cuando llegamos al poblado me siento entre admirado y defraudado. ¿Acaso esperaba encontrarme hombres prehistóricos de aspecto retrógrado y miradas abúlicas? ¿Era eso? No lo sé. En cambio nada es lo que parece. Los Yaguas son conscientes de lo que queremos ver reflejado en ellos: Sus atuendos, y una cultura que se detuvo en el tiempo. Y sin embargo, me encuentro un poblado en el que todos sus miembros trabajan elaborando collares y diversas piezas de manufactura bastante avanzada, en realidad me recuerdan a los hippies, pero además hay otro detalle que choca con todo, su mirada inteligente y despierta. Son ellos quienes nos estudian a nosotros, y quienes en realidad nos ofrecen sus productos. Tras una prueba de tiro con cerbatana y un baile para distender la tensión del encuentro, todos se encuentran sonrientes, aunque yo me sienta descorazonado. Pues enseguida comprendo lo que les está sucediendo; han caído en las redes del capitalismo. Esquilmada la zona de selva que habitan, ahora necesitan unos soles para poder abastecerse de alimentos y demás utensilios en la ciudad o en los centros que controlan los hombres dueños de la “civilización.” Ya no dependen de ellos, sino de nosotros; ya no son “salvajes,” sino indígenas instruidos que sacan el máximo partido de su situación. Pero aún así los cincuenta míseros soles que obtienen tampoco parecen satisfacerles leo en sus rostros y adivino que, sin pretenderlo, ya forman parte de la ruleta universal del capitalismo. Están atrapados. Durante un instante me pregunto si adquirirán sus chozas en piezas desmontables en Ikea, mediante créditos, ¿con qué aval contribuirán? ¿Dos caimanes y un jaguar serán suficientes?
Aún así cuando logro reunirlos para tomarles una foto (a cambio de unos soles) fascinado, durante unos instantes me transmuto en uno de aquellos descubridores de principios del siglo pasado, quienes sí tuvieron la verdadera fortuna de entablar relaciones con culturas intactas y honorables. Lástima, que por entonces, nuestra “cultura occidental” hubiera dejado atributos como la decencia, el decoro y la honestidad, enterrados hace mucho tiempo...
Mi primera caminata en la selva me lleva apenas quince minutos. Cuando llegamos al Lodge: “Hotel de chozas selvático,” no sé si ellos, pero desde luego yo que cargo con la mochila (me robaron la que llevaba al llegar a Lima, y no pienso desprenderme de la que tengo) sudo por los cuatro costados...
He experimentado sudoraciones y entre las más agresivas están, por supuesto, las del deporte. Cualquiera que practique ejercicio a destajo (un partido, o lo que sea) durante veinte o treinta minutos, acabará sudando a mares. Sin embargo cuando caigo derrengado sobre el sofá ¿me encuentro cansado? Sí... o no. Esa no es exactamente la sensación. Es cierto que el calor baja la tensión, pero yo ahora sudo por el mero hecho de caminar en un ambiente parecido a una sauna. Es cierto. Llevo una mochila, pero tampoco puede achacarse a eso mi exagerada forma de sudar, sino a los 40º C y noventa y cinco por ciento de humedad. Todavía es peor que en Iquitos. Nos ofrecen un jugo de papaya y deseo beberme tres. Me contengo, pues todo lo que ingiero lo transpiro de inmediato. Jorge Luis en cambio está acostumbrado. Es indígena, se encuentra en forma, demuestra un entusiasmo infinito y habla y habla sin cesar. Yo en cambio solo deseo quitarme esa sensación pegajosa de encima. En definitiva, me gustaría desnudarme, salir corriendo y lanzarme de cabeza al río Amazonas.
Tratando de captar la más mínima corriente de aire me siento sin apoyar mi espalda en el respaldo y no me muevo un centímetro. Sé que efectuar un leve gesto me supondrá sudar más. La mala noticia llega en ese instante: No podremos ocupar nuestras habitaciones hasta después de la comida. Y yo me pregunto ¿quién tiene hambre con este calor?
Tras almorzar me encuentro en mi habitación quitándome la ropa mojada de forma casi frenética, me meto en la ducha y permanezco allí cerca de tres cuartos de hora. Después aún me queda tiempo para salir, echarme un rato sobre la cama y reflexionar acerca de mi situación. Disponemos de un par de horas, sobre las cinco iremos a visitar una comunidad de Yaguas cercana.
Nos ponemos en marcha. Nos internamos por un camino apenas inapreciable, pero que se abre paso en la selva de forma constante. No puedo evitarlo, estoy emocionado. Siempre soñé con participar en un encuentro entre culturas.
Cuando llegamos al poblado me siento entre admirado y defraudado. ¿Acaso esperaba encontrarme hombres prehistóricos de aspecto retrógrado y miradas abúlicas? ¿Era eso? No lo sé. En cambio nada es lo que parece. Los Yaguas son conscientes de lo que queremos ver reflejado en ellos: Sus atuendos, y una cultura que se detuvo en el tiempo. Y sin embargo, me encuentro un poblado en el que todos sus miembros trabajan elaborando collares y diversas piezas de manufactura bastante avanzada, en realidad me recuerdan a los hippies, pero además hay otro detalle que choca con todo, su mirada inteligente y despierta. Son ellos quienes nos estudian a nosotros, y quienes en realidad nos ofrecen sus productos. Tras una prueba de tiro con cerbatana y un baile para distender la tensión del encuentro, todos se encuentran sonrientes, aunque yo me sienta descorazonado. Pues enseguida comprendo lo que les está sucediendo; han caído en las redes del capitalismo. Esquilmada la zona de selva que habitan, ahora necesitan unos soles para poder abastecerse de alimentos y demás utensilios en la ciudad o en los centros que controlan los hombres dueños de la “civilización.” Ya no dependen de ellos, sino de nosotros; ya no son “salvajes,” sino indígenas instruidos que sacan el máximo partido de su situación. Pero aún así los cincuenta míseros soles que obtienen tampoco parecen satisfacerles leo en sus rostros y adivino que, sin pretenderlo, ya forman parte de la ruleta universal del capitalismo. Están atrapados. Durante un instante me pregunto si adquirirán sus chozas en piezas desmontables en Ikea, mediante créditos, ¿con qué aval contribuirán? ¿Dos caimanes y un jaguar serán suficientes?
Aún así cuando logro reunirlos para tomarles una foto (a cambio de unos soles) fascinado, durante unos instantes me transmuto en uno de aquellos descubridores de principios del siglo pasado, quienes sí tuvieron la verdadera fortuna de entablar relaciones con culturas intactas y honorables. Lástima, que por entonces, nuestra “cultura occidental” hubiera dejado atributos como la decencia, el decoro y la honestidad, enterrados hace mucho tiempo...
Continúa…
José Fernández del Vallado. Josef. Diciembre 2010.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
39 libros abiertos :
Yo creo que tenemos mucho que aprender de estas otras culturas.
Muuuuuacksssssss!!!
"Civilización" "Salvajismo", qué bien se exploran en tu relato! Me alegra mucho encontrar tu mirada sobre este tema, profundamente humana.
Muy buen Trabajo José y por supuesto, te sigo Querido Amigo!
Un abrazo y excelente domingo!
Impecable relato, una foto increíble y la música, de lujo!
Toda una lección, gracias!
Un placer. Un abrazo
Sigo recorriendo contigo el mismo camino. Emocionante!!! Abrazos.
Es fascinante seguir tu relato. Es bonito ver a través de tus letras, lo que nuestros ojos no miran.
Esas culturas se han modernizado, sin abandonar sus orígenes. Podrás conseguir a algunos que te hablen en ingles, y te ofrezcan los productos en dolares... No todos. Pero si los hay.
Un besito mi querido Josef. Disfruta de tu travesía por ese amazona hermoso.
Hola Guapo. Voy a leerte y más tarde te comentaré. Un abrazo y gracias por comentar.
Andri
genial!!
besitos Josef
cuidate esa muela, ve al dentista no dejes para mañana ese dolor
Cuando a veces fantaseo con irme…, pienso en cómo viviría en una tribu en plena selva. La Naturaleza siempre nos ha dado todo, pero nos empeñamos en tener mucho más y hacer la vida más complicada de lo que podría ser.
Cuando sudes así, bebe más agua, aunque la elimines, pero bebe.
Gracias por tu visita y tus palabras. Te respondí allí.
Un beso.
Ese final lo encierra todo, estas personas han tenido que aprender a convivir con esto, creo que igual nos llevan ventaja porque viven en orden con la naturaleza.
Deja muchos sabores este texto...
Un abrazo.
Hay algo terrible en nuestra civilización que todo lo devora, sin causas...que al encontrarnos con otras, el respeto surge, natural,hacia ellas.
Un besiño grande.
Y yo que chuleo siempre de caminar por el Pirineo, y vas tu y me hablas de esas latitudes...
Besicos
A veces, uno tiene la sensación de ser el primero en ver.
Excelente relato.
Me imagino tu sensación de decepción al no encontrar lo que imaginabas, el idealismo trasciende más allá de la pura realidad, liderada por el capitalismo que tu defines. Es difícil encontrar, aquí y allá, seres puros, personas íntegras, de todas formas, eres un privilegiado, tienes con qué emocionarte....
Increible relato como todos los tuyos esperare el siguiente
un beso corazon y feliz semana
impaciente de leer lo q sigue, no deberiamos de tocar otras culturas e inculcarles las nuestras, es precioso ver como són en su estado puro sin atributos como tu dices ;)
besitosss amigo mio :)
Imagino esa calor y ufffffffff. Yo suelo hacer sauna semanalmente y la aguanto bien pero claro... tengo duchas, piscina, etc...
En cuanto a los indígenas es una verdadera lástima.
Conozco una pareja que viajaron alternativamente a Guinea para ver gorilas y cuando llegaron al último poblado descubrieron que los indígenas vestían con camisetas de equipos de fútbol europeos y algunos con camisetas de la NBA...
Saludos.
Necesito un poquitín de tiempo para darme un paseo por tus contenidos. Buenas vibraciones!
Tenemos tanto que aprender de otras culturas y de otras gentes que nos faltan vidas y nos sobran los motivos.Muy buen texto.
Un abrazo.
Arwen
Con tus descripciones pareciera que andaramos contigo junto a los Yaguas.
Hola, Josef.
Definitivamente no podría con esa humedad relativa del aire. Logras transmitirnos cómo te deshaces. Hasta la ducha de tres cuartos de hora se me ha quedado escasa.
Una pena lo de los Yaguas. Imagino que con las demás pasará igual. El capitalismo lo destruye todo de una manera o de otra y es un círculo vicioso que no tiene fin.
Seguiremos camino, amigo.
Un beso.
Es una pena que el capitalismo termine con la gente pura, que quieren de ellos?
Los descubridores del siglo pasado... también hicieron lo suyo.
Un saludo
A pesar de los inconvenientes climáticos y algunas decepciones en su modo de vida, creo que siempre queda algo por lo que nos podemos asombrar positivamente y es la experiencia que te ha dejado tu aventura y que nos trasmites con tu creatividad, que muy bien sabes manejar, más allá de la realidad y compartes con tus relatos de forma genial. Aún y con todo, sigo creyendo que no todo está perdido. Que estes muy bien querido José. Besos!
Es una lástima lo que cuentas. La forma de sudar, claro, pero sobre todo la forma en que hemos convertido a esas tribus que fueron auténticas en pintorescas y reclamo de turistas
La contaminación social llega al más inhóspito de los lugares, tristemente cierto
Saludos
Hola José,gracias primero por tu visita al Corazón de Se solo amor,bellas lineas me has dejado!!,os comento que es el blog de premios de Se solo amor,sitio al cual te invito si gustas de la poesía...
bueno tienes una nueva seguidora y felicitandote antes por tu escrito..no puedo mas que reflejar que siendo aún aborígenes hoy son un eslabon mas de la cadena ...aprevechadas por cualquier ideología..y sin adentrar en las mismas muchas han entendido claramente quien y como se mueven los hilos..otras simplemente y aqui me hago eco de los tobas argentinos,se resisten a adapatarse al nuevo mundo y terminan asesinados bajo el precepto de un simil levantamiento indígena..yb pasa acá como en otros sitios...
me despido de ti ,no sin antes felicitarte por tu blog.y desearte una bella semana.,incluso de hermosos preparativos para las fiestas venideras!!
cariñosamente,...
Bárbara
Excelente relato...y describe a la perfección como los males de la globalización se van extendiendo.
Saludos!
Como siempre, tu relato crea una atmosfera intensa, uno podria hasta sentir ese calor, esa humedad... Es lamentable que nustros pueblos originarios esten siendo absorbidos por la maquina tan rapido... es una gran pena.
Un Abrazo
en este planeta todo acaba por adulterarse, comprendo lo que sentiste.
en realidad era como si representaran una obra de teatro.
biquiños,
Hola. He leído este relato y la verdad es que la sensación de calor se sintió. Y bueno, al mundo le quedan pocos lugares sin que el capitalismo lo haya tocado.
No he leído aún el relato anterior a este, no voy a poder hacerlo hasta la semana que viene.
Te dejo aquí un abrazo y un beso como recuerdo.
Andri
volvere para la siguiente entrega del relato..
siempre transportandome a lejanos lugares...¡¡¡¡
un abrzo moderato
Hola Josef, excelente tu relato, como siempre uno te lee y es como estar en el lugar.
Ahora me quedo pensando en que opciones les hemos dejado. Tal vez ellos no están atrapados, juegan el juego que saben que deben jugar, y por dentro mantienen sus culturas intactas.
¿no será nuevamente nuestra mirada materialista, la que nos ofrece una visión superficial de lo que tal vez no lo es?
Me quedo pensando en esa posibilidad.
Un abrazote fuerte y apasionante tu viaje!!!
Buufff, irse al otro lado del mundo para ver que casi es una copia de nuestro lado del mundo :-(
Genial la música.
Besos selváticos.
Pues ya ves..., tú esperabas ver la sorpresa en sus ojos y el sorprendido has sido tú. Ah! y no comprendo cómo es posible que sigas vivo después de un paseo con ese calor y tanta humedad, yo me habría muerto sin pensarlo dos veces.
Besos.
¡Qué gozada! te envidio, pero muuuuuucho...
Besos
Q decepción encontrar una cultura contaminada con la nuestra... nuestra expansión sigue alterando y destruyendo todo lo q toca, es muy triste.
Gran relato.
Un saludo.
Menudo VIAJE te estás pegando. En todos los sentidos.
Abrazos
Qué buen relato sobretodo por lo vivido. Es decir, un relato bien vivido.
Abrazos
Muchos "civilizados" deberíamos tomar buena nota de esos "salvajes".
Un beso, Josef. Un gustazo leerte, como siempre.
Es una verdadera lástima que se pierda la autenticidad, pero más aún que se pierdan los valores y principios. Por eso la decadencia.
Muy buen relato Josef como todos los que tan generosamente nos dejas.
Un abrazo
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