No me cuesta cerrar la puerta a mis espaldas y salgo a un día soleado; es viernes trece. No entiendo la relación de un número tan saludable con la mala suerte y el terror. Compro el periódico y encuentro noticias, al fin ya al cabo, propias de este mundo: “La ayuda al desarrollo dejará de pagar proyectos como el de Barceló.” “Mueren cinco niños afganos en un tiroteo.” “Siete víctimas en un ataque de las FARC.” “Accidente mortal en la A 46.” Todo normal, nada de otro mundo.
Subo al coche para ir al chiringuito de los filipinos a tomar mi café matutino, llevo recorridos tres kilómetros y me topo con un control policial. Me paran y me piden el carné. Seguro de tenerlo en regla no me inquieto en absoluto. Tranquilo, busco en mi bolsillo trasero y ¿dónde está la cartera? De pronto lo recuerdo. La he dejado olvidada en la mesilla de noche. Con cortesía trato de explicarles la situación, e incluso les digo que si es preciso puedo volver a por ella. Resultado: Multa de ciento cincuenta euros y, además, debo presentarme con los papeles en la dirección General de Tráfico en un plazo inferior a quince días.
En fin, todavía estoy a tiempo de evitar la multa, pienso. Trastocado, pero con la cabeza bien alta, continúo mi ruta hacia el centro comercial. Aparco y entro en el bar. Para desquitarme pido un desayuno completo. Termino y algo confuso soy consciente de la realidad. ¿Cómo puedo ser tan atolondrado? No llevo cartera y en el monedero apenas encuentro veinte céntimos, insuficiente para cubrir el desayuno. Bueno, eso tampoco es problema. Erik y Mónica, los dueños, son mis amigos, y me fían. Complacido tras tomar el desayuno alzo la voz con parsimonia y llamo a Erdi, el camarero. Le indico que quiero hablar con sus jefes. Me contesta que en ese momento no están. A la pregunta de cuándo volverán me responde con un anodino: “No sé.” Bajo la voz y susurro: “Dime, cuánto te debo.” “Son seis con cincuenta, contesta.” Me revuelvo sobre la banqueta y le digo: “Verás, no tengo dinero. Le dices a Erik que mañana pago sin falta ¿vale?” Mirándome fijamente, como si le acabara de contar un chiste sin gracia, contesta. “No, tu pagas ahora.” Asombrado le pregunto: “¿Cómo…?” “¿Por qué?” El me sonríe, trata de ser amistoso, y replica: “Porque jefes dicen que todos pagar ahora nada más terminar.” Extiendo los brazos en alto y aseguro. “Venga Erdi, si vengo aquí todos los días y pago religiosamente.” Me mira, sus ojos se desorbitan un poco, y ordena. “¡Tú pagas ahora! Jefes ya no fían.” Me levanto de la banqueta, y algo agitado, alzo la voz: “A ver si te enteras. ¡Mañana! Hoy olvidé la cartera. Estoy sin calderilla.” Desconcertado masculla. “Ahora…” Me doy media vuelta y avanzando apresurado me alejo y escapo sin hablar. A mis espaldas le oigo gritar: ¡Vuelve! ¡Paga o llamo a seguridad! Salgo fuera y entro en el coche de forma precipitada. Veo salir a un guardia, mira a ambos lados, busca entre los coches. Arranco, paso a su lado y suspirando de alivio, escapo. Necesito volver a casa. Tal vez escribir un poco me ayude a relajarme de nuevo.
Cuando llego veo un coche desconocido aparcado en la puerta. Entro en el jardín y encuentro a Roxana fregando el portal, me dice apacible. “Ha venido el chico del ADSL.” Como si hubiera recibido un calambre, me detengo, me rasco la cabeza y pregunto. “¿Cómo? ¿Qué... chico?” Me mira sonriente, está de buen humor, claro, el día es espléndido. “El del ADSL. Dijo que tiene que revisar el Router, y ver si todo va bien.” “¿Mi... Router?” Un escalofrío recorre mi espina dorsal. La miro a los ojos y balbuceo. “Yo no he llamado a nadie de telefónica...” Salgo apresurado a mi despacho. La habitación está encendida, pero en el ordenador no encuentro a nadie. Dando zancadas subo al piso de arriba, entro en mi habitación y descubro a un muchacho menudito hurgando en los cajones. Me dirijo corriendo hacia él y sofocado le grito. ¡Oiga usted! ¿¡Puede saberse qué está haciendo!? Me mira, se detiene, y se le escapa una sonrisa bobalicona. Lleva una bolsa de deportes. Histérico grito. ¡Devuélvame lo robado o llamo a la policía! Aterrado, temblequea y musita: No, por favor... Deposita la bolsa sobre la cama, la abre, y comienza a sacar objetos: Mi maquina de afeitar, una bandeja de plata, el viejo candelabro de seis brazos, la máquina antigua de escribir, mi mp4, las botas de montaña, ropa, varios cds con películas, etc. Sufro un arrebato de ira me abalanzo, lo agarro de un brazo y le grito. ¡Y fuera ahora mismo de aquí! Forcejeamos. Comienza a exclamar: ¡Vale, vale! Bajamos a trompicones las escaleras. Cuando está en la calle, a unos metros de distancia, se da la vuelta y envalentonado, me insulta. Me quedo en la puerta mirándolo con los ojos inyectados en sangre. Me doy cuenta de que Roxana está a mi lado, y me sujeta con fuerza para que no salga corriendo y la líe.
Cuando se ha ido revisamos la casa. Parece no haberse llevado nada. Una hora después continúo tan nervioso que soy incapaz de comer y menos, de escribir. Y permanezco sentado frente al word, mirando el documento que he abierto en blanco. Roxana entra en silencio y se despide en un susurro. Le digo que no se preocupe, no es culpa suya. A continuación me echo una siesta y me despierto aún peor.
Al anochecer mi hermano me llama y entusiasmado me invita a ver una película en su casa. Su mujer ha regresado muy cansada del hospital y ya está durmiendo, lo mismo que sus tres hijos. Confiesa que tal vez nos guste, pues ha oído hablar de ella, aunque no sabe bien de qué va. Por fortuna no tengo que coger el coche, su casa está muy cerca y prefiero ir a pie. Por fin, y tras respirar aire puro, llego más animado.
Lo tiene todo dispuesto. Sonríe y me dice que esta seguro, la película es de las que me gustan. Nos sentamos ante el televisor enciende el reproductor y comienza. Lo cierto es que al inicio promete, un coche circula por una carretera preciosa. Creo que al fin me podré relajar. No hay por qué creer estupideces acerca del viernes trece. Se titula: Funny Games:Importante:hacer clik aquí, el director es austriaco, un tal: Michael Haneke. Me centro en ella mientras concentrado disfruto de un delicioso refresco.
Suena el timbre de la puerta, miro a mi hermano y le pregunto. ¿Esperas a alguien? Extrañado, dice que no. Se levanta y sale de la habitación. Dudo un momento y grito: “¡No abras la puerta sin antes mirar por la mirilla!” Ya es tarde. Se oyen ruidos, voces acercándose...
José Fernández del Vallado. Josef. 2009.
Subo al coche para ir al chiringuito de los filipinos a tomar mi café matutino, llevo recorridos tres kilómetros y me topo con un control policial. Me paran y me piden el carné. Seguro de tenerlo en regla no me inquieto en absoluto. Tranquilo, busco en mi bolsillo trasero y ¿dónde está la cartera? De pronto lo recuerdo. La he dejado olvidada en la mesilla de noche. Con cortesía trato de explicarles la situación, e incluso les digo que si es preciso puedo volver a por ella. Resultado: Multa de ciento cincuenta euros y, además, debo presentarme con los papeles en la dirección General de Tráfico en un plazo inferior a quince días.
En fin, todavía estoy a tiempo de evitar la multa, pienso. Trastocado, pero con la cabeza bien alta, continúo mi ruta hacia el centro comercial. Aparco y entro en el bar. Para desquitarme pido un desayuno completo. Termino y algo confuso soy consciente de la realidad. ¿Cómo puedo ser tan atolondrado? No llevo cartera y en el monedero apenas encuentro veinte céntimos, insuficiente para cubrir el desayuno. Bueno, eso tampoco es problema. Erik y Mónica, los dueños, son mis amigos, y me fían. Complacido tras tomar el desayuno alzo la voz con parsimonia y llamo a Erdi, el camarero. Le indico que quiero hablar con sus jefes. Me contesta que en ese momento no están. A la pregunta de cuándo volverán me responde con un anodino: “No sé.” Bajo la voz y susurro: “Dime, cuánto te debo.” “Son seis con cincuenta, contesta.” Me revuelvo sobre la banqueta y le digo: “Verás, no tengo dinero. Le dices a Erik que mañana pago sin falta ¿vale?” Mirándome fijamente, como si le acabara de contar un chiste sin gracia, contesta. “No, tu pagas ahora.” Asombrado le pregunto: “¿Cómo…?” “¿Por qué?” El me sonríe, trata de ser amistoso, y replica: “Porque jefes dicen que todos pagar ahora nada más terminar.” Extiendo los brazos en alto y aseguro. “Venga Erdi, si vengo aquí todos los días y pago religiosamente.” Me mira, sus ojos se desorbitan un poco, y ordena. “¡Tú pagas ahora! Jefes ya no fían.” Me levanto de la banqueta, y algo agitado, alzo la voz: “A ver si te enteras. ¡Mañana! Hoy olvidé la cartera. Estoy sin calderilla.” Desconcertado masculla. “Ahora…” Me doy media vuelta y avanzando apresurado me alejo y escapo sin hablar. A mis espaldas le oigo gritar: ¡Vuelve! ¡Paga o llamo a seguridad! Salgo fuera y entro en el coche de forma precipitada. Veo salir a un guardia, mira a ambos lados, busca entre los coches. Arranco, paso a su lado y suspirando de alivio, escapo. Necesito volver a casa. Tal vez escribir un poco me ayude a relajarme de nuevo.
Cuando llego veo un coche desconocido aparcado en la puerta. Entro en el jardín y encuentro a Roxana fregando el portal, me dice apacible. “Ha venido el chico del ADSL.” Como si hubiera recibido un calambre, me detengo, me rasco la cabeza y pregunto. “¿Cómo? ¿Qué... chico?” Me mira sonriente, está de buen humor, claro, el día es espléndido. “El del ADSL. Dijo que tiene que revisar el Router, y ver si todo va bien.” “¿Mi... Router?” Un escalofrío recorre mi espina dorsal. La miro a los ojos y balbuceo. “Yo no he llamado a nadie de telefónica...” Salgo apresurado a mi despacho. La habitación está encendida, pero en el ordenador no encuentro a nadie. Dando zancadas subo al piso de arriba, entro en mi habitación y descubro a un muchacho menudito hurgando en los cajones. Me dirijo corriendo hacia él y sofocado le grito. ¡Oiga usted! ¿¡Puede saberse qué está haciendo!? Me mira, se detiene, y se le escapa una sonrisa bobalicona. Lleva una bolsa de deportes. Histérico grito. ¡Devuélvame lo robado o llamo a la policía! Aterrado, temblequea y musita: No, por favor... Deposita la bolsa sobre la cama, la abre, y comienza a sacar objetos: Mi maquina de afeitar, una bandeja de plata, el viejo candelabro de seis brazos, la máquina antigua de escribir, mi mp4, las botas de montaña, ropa, varios cds con películas, etc. Sufro un arrebato de ira me abalanzo, lo agarro de un brazo y le grito. ¡Y fuera ahora mismo de aquí! Forcejeamos. Comienza a exclamar: ¡Vale, vale! Bajamos a trompicones las escaleras. Cuando está en la calle, a unos metros de distancia, se da la vuelta y envalentonado, me insulta. Me quedo en la puerta mirándolo con los ojos inyectados en sangre. Me doy cuenta de que Roxana está a mi lado, y me sujeta con fuerza para que no salga corriendo y la líe.
Cuando se ha ido revisamos la casa. Parece no haberse llevado nada. Una hora después continúo tan nervioso que soy incapaz de comer y menos, de escribir. Y permanezco sentado frente al word, mirando el documento que he abierto en blanco. Roxana entra en silencio y se despide en un susurro. Le digo que no se preocupe, no es culpa suya. A continuación me echo una siesta y me despierto aún peor.
Al anochecer mi hermano me llama y entusiasmado me invita a ver una película en su casa. Su mujer ha regresado muy cansada del hospital y ya está durmiendo, lo mismo que sus tres hijos. Confiesa que tal vez nos guste, pues ha oído hablar de ella, aunque no sabe bien de qué va. Por fortuna no tengo que coger el coche, su casa está muy cerca y prefiero ir a pie. Por fin, y tras respirar aire puro, llego más animado.
Lo tiene todo dispuesto. Sonríe y me dice que esta seguro, la película es de las que me gustan. Nos sentamos ante el televisor enciende el reproductor y comienza. Lo cierto es que al inicio promete, un coche circula por una carretera preciosa. Creo que al fin me podré relajar. No hay por qué creer estupideces acerca del viernes trece. Se titula: Funny Games:Importante:hacer clik aquí, el director es austriaco, un tal: Michael Haneke. Me centro en ella mientras concentrado disfruto de un delicioso refresco.
Suena el timbre de la puerta, miro a mi hermano y le pregunto. ¿Esperas a alguien? Extrañado, dice que no. Se levanta y sale de la habitación. Dudo un momento y grito: “¡No abras la puerta sin antes mirar por la mirilla!” Ya es tarde. Se oyen ruidos, voces acercándose...
José Fernández del Vallado. Josef. 2009.
58 libros abiertos :
Sip, hay días así de malos, aunque no tengo que objetarle a los martes o viernes 13, jamás... aunque viva en un 1214 y en mi piso no haya ningún 1213, jajajajaja...
Para la próxima, nunca esta de más, tener el monto de un mcdonald en la guantera del coche.
Besos.
Recuerdo que Freud habló de esa clase de coincidencias en un ensayo memorable llamado "Lo siniestro" ("Lo extraño" o "Lo ominoso" según la traducción). El final está muy logrado. Un abrazo.
Un día más en el calendario.
Una casualidad que sumar al sinfín de ellas que se dan durante el resto del año.
"No abras, no mires, las sombras nos vigilan" ja,ja,
Mil besos
bueno te saludo. Te deseo buen fin de semanas. Perdoname moderato ya lo leere.
besitos y amor
je
Nunca he sido supersticioso, aunque despues de leer tu entrada.........sigo sin serlo,ja,ja.
Pero a partir de ahora mirare siempre por la mirilla antes de abrir la puerta.
Un abrazo
Parece que cuando le da por salir mal a todo, pues así sale. Pero si hay que ir con cuidado al abrir la puerta.
Saludos
jajajajaj, que dia más accidentado, espero que al abrir la puerta no os pase como la pelicula.jejejej
viernes 13, quien es supesticioso?jejeje
un saludo y gracias por tu coemntario. me hizo sonreir
No soy supersticiosa, pero desde luego que hay días que mejor quedarse en la camita¡¡jejejjee;)
TE DEJO UN BESOOO ENORMEEE¡¡¡¡
menudo dia....ahora toca la noche...aver mañana San valentin
feliz fin de semana
"Les jours se suivent
mais ne se rensablent pas"
Felizmente...
besos,mira tu correo :-)
Pero de qué voces se tratarán?? nos dejas así?
Un día tremendo, de esos para olvidar.
Espero que mañana, no por el día que es, si no porque será un nuevo día, te vaya mejor.
Un beso y como siempre genial
mj
no abrir la puerta...
la película de Michael Haneke es muy elocuente al respecto
cómo a partir de una situación apacible y aparentemente banal pude desencadenarse una violencia tan extrema y devastadora
un abrazo
Josef,
..una lluviecita de
bombones lanzados a este espacio por el tiempo extraordinario de amistad que siempre nos ha unido.Que los disfrutes :)
Un abrazo.
la verdad es que has tenido un dia pesimo, pero como nos dejas con la palabra en la boca y el final, eso no se hace ahora no puedo dormir pensando los diferentes finales
que pases un feliz fin de semana
saluditos
Te pudieron pasarle más cosas al protagonista de tu relato no lo dudes, pero ese final, uf, no quiero pesar...
No soy supersticiosa ni miedosa, no me afectan ni los martes ni los viernes ni los treces, pero me subyugan las historias de suspense.
Te dejo un beso.
En dos ocasiones he viajado en avión en día 13: comprobé que hay más plazas libres. Pensé que los demás eran miedosos... aunque tras leer tu historia me planteo si no habré sido una temeraria.
¿Lo mejor? Me has mantenido en vilo desde el principio y hasta he corrido contigo hacia el coche. ¡Casi no llegamos!
Un abrazo.
Che espero en serio que no sea nada, la próxima vez quedate en la cama o mejor debajo de ella y ni te muevas!!
Abrazo
PD: Por Dios o Pingocho espero que sea un cuento nada mas.
No creo en los martes, ni en los viernes 13; El dìa tan negro que haz tenido solo se debe a la casualidad.
Abrazos♥
PD: siento sobremanera perderme tus exquisitos escritos; estoy en un intríngulis, cuando mi madre me da un respiro, Internet se corta en todo momento.
voy contra reloj para poder dejar un coment...
Que historia mas intrigante...como si se confabulara todo en su contra...tienes una inventiva impresionante y haces que el lector se enganche y no pare hasta el final...es un don Josef...te mando un abrazo muy grandeeeeee
Sí, realmente fue un día terrible, y prometía aún ser peor... uuuff.
Besos salvajes.
piensa q despues de un dia malo siempre viene otro mejor q bueno
besitossss
Pues menudo dia......muy interesante.
un saludo
HOY LLEGO A DESEARTE UN FELIZ DÍA DE SAN VALENTÍN....YA MAÑANA VENDRÉ CON CALMA A LEERTE.
BESOS
Buena inventiva, Josef. Lo que prometía un día normal, radiante, soleado y sin pizca de trastocarse, se convierte en toda una pesadilla para el protagonista. Al final, lo de viernes trece, toma todo el sentido supersticioso que tiene entre la sociedad. Aunque aquí, nos "guiamos" más por el martes y trece.
Un abrazo de Mos desde la ESFERA.
Espero de corazón que todo sea ficción, pero MOderato es que lo cuentas de una manera que me cuesta creer que no sea real, por muy descabellada que sea la historia, ya se sabe que la realidad siempre supera a la ficción.
Valeinte plan los del bar, me imagino la que le liaría a los dueños al día siguiente y no quiero ni pensar en los que llamaban a la puerta, vamos que menos mal que lo he leido por la mañana bien temprano que si lo hago a noche a última hora no duermo, con lo miedica que soy.
BEsos
Esa película me puso malo.
Me dieron ganas de matarlos.
Que rabia.
Menudo día.
Para olvidar.
Saludos.
En el día del amor, un beso con mucho amor para ti
¡Uf! un relato digno de viernes 13, me ha encantado ;)
Muuuuuacks!
ufffff!!! las leyes de Murphy...ya se sabe, saludos!
No soy supersticiosa pero si que es verdad que hay días en que mejor hubiera sido no levantarse, aunque claro ¿quién lo sabe?, a pesar de todo yo no hubiera abierto la puerta después de semejante día.
Un abrazo Josef, feliz y tranquilo fin de semana.
Hola!!!!!!!!
Voy y vengo por la vida, voy y vengo por la cibernética, se que no soy tu visita frecuente, pero no necesitas mirar por la mirilla, “soy buena gente” y siempre regresaré a tu casa, jamás olvido a los amigos.
Un besote y abrazo de oso.
Josef, por lo visto fue todo un viernes 13! Pero visto desde otro ángulo, aún puedes evitar la multa, pudiste desayunar y lo mas importante, gracias a que no llevaste cartera, volviste rápido a tu casa para descubrir y evitar el robo de tus cosas! Jajaja!
Besitos y feliz día de la amistad!
Quizas solo fue pura coincidencia no???
Un mal dia lo puede tener cualquiera... pero...
Justo un viernes 13???
Naaaaa( bromita)
Las cosas pasan cuando deben pasar, ni antes ni despues.. la verdad no me pliego a la supeertición ... pero dicen "creer o reventar "
Besos llenos de luz cielo... espero que hoy si sea un buen dia!!!
¿Por qué nunca puedo llegar temprano a tu blog?
:S
Siempre soy el comen número 4747
Acá el viernes trece es de terror/horror, y el martes trece según es el día de mala suerte.... cosa que dudo mucho, ya que el martes 13/01/2009 fué increíble (suspiro) y ayer viernes 13/02/2009 lo más terrible que aconteció fue que llegó mi estado de cuenta =P
Acá la señora de la cafetería siempre me fía el almuerzo =D
Abrazos mi querido Josef!!
Lindo finde!
Salta Valiente!
Yo no soy supersticiosa...¡¡¡Sólo me faltaba eso¡¡¡
El relato... inmenso,como siempre. No me canso de decírtelo.
Un abrazo
Paso a darte un abrazo amistoso. Feliz día!!!
Shanty
Magnifico
Y me has hecho sudar
que yo pensaba que acababa peor
aunque no sé que da más miedo
porque pa mi que los que llegan son del CSI o algo asi...
ja
abrazos
Gracias a ti por el comentario y por dejarme una puerta a tu blog^^
jaja, yo pensaba que al ladron vendría a detenerle el guardia del café... jeje, muy bueno, yo soy de esas, creo más en el malfario del viernes trece que en el del martes 13. Será mi vena anglófila. Tengo yo por ahi un post de supersticiones...
Gracias por recordarmelo.
Te estaba leyendo cuando llegó tu comentario :D
Besos
Intento no ser supersticiosa pero si hay que serlo se es....
Las casualidades tienen una fea costumbre llegar juntitas y si coinciden con uno de estos días marcados históricamente..pues miel sobre hojuelas... fatídico viernes 13? no simplemente un día con muy mala fama...
Un beso
Yo tampoco soy superticiosa, pero como diria Murphy: si un dia empieza mal, no te preocupes, acabará peor.
Muy buena historia.
Me has acelerado el corazón, peor no podía ser!!
Estupendo relato, Josef, pero a esto ya nos tienes acostumbrados, eh!! genial del todo.
Besos
Fantastico relato amigo. Me uno al comentario de LUZ DE GAS y de TORO SALVAJE.
Un abrazo...!
Vaya con el viernes 13, a tono casi casi con la famosa película, (bueno, no tanto, menos mal). De todas formas, espero que todo fuera ficción.
Feliz día y fin de semana.
En mi caso el día tétrico fue el lunes día 9.
coche averiado, y andando por la calle, dos individuos en una moto me arrancan el bolso, con dinero documentos, DNI con la dirección de mi casa y las llaves de la misma.
Rápido después de poner la denuncia en la comisaría más cercana, voy a comprar una cerradura nueva, para poder cambiarla antes de que cayera la noche, por si a esos delincuentes se les ocurre pasar a ser rateros de calle, a rateros de hogares.
Qué más decirte? Me gustó tu relato, como siempre, y el final es fantástico, para guión de cine.
Un abrazo Josef:)
Hola Jose, Grave el dia viernes, yo la verdad ni me acorde que fecha era, pero hay un dicho que dice en martes o viernes trece ni te cases ni te embarques, por que sera? para el caso mejor hacerle caso
Besitos
Janeth
Me quede enganchado de principio a fin con tu historia... yo tb tuve una semana de "viernes 13" a inicios de este año :S, pero en dias sucesivos me fue fenomenal jeje... al parecer, solo fue una mala racha...
Saludos Moderato :)
Te sigo...
Hay días que es mejor no levantarse, o tacharlos directamente en el almanaque. Espero que las voces del final...en fin, que vierais plácidamente la película.
Abrazos
madre mía, qué estrés! los viernes deberían estar exentos de mal fario, que no se puede eempezar así el fin de semana.
Espero que haya mejorado todo, eh :)
Salud!
Hola guapetón, te informo de que tienes un premio en mi blog ;)
jajajjajajja...
Lo malo, es que siendo viernes 13 o no, hay días así, que mejor sería no levantarse de la cama ;)
Es curioso como hay días en los que todo se tuerce y tuerce...
Besos
¡Soberbio! Tienes un don que sólo unos pocos tienen: hacer de situaciones sencillas grandes relatos.
A veces parece que vivimos en un Viernes 13 continuo. Lo malo es que mucha gente no tiene ni tan siquiera mirilla para mirar al otro lado.
Un abrazo
buuufff vaya día eh, eso me recuerda que acá el día negro es el Martes 13, jaja.
mmh me he quedado con el sabor de la lectura, y tengo unas ganas tremendas de que tenga continuación....y a la vez no.
un abrazo
hermoso vibra el alma, canta el espiritu
abrazos
Blue
Me encantan los viernes... y más si son 13...
Abrazancos
El relato exacto para un viernes 13.
Besos
Genial. ideal para fecha, aunque he llegado pasada la fecha jaja, pero valió la pena entrar en la historia. Abrazo, maría
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