— ¿Señor J..?
Mareado, miro a ambos lados. Giro sobre mis talones y a mis espaldas encuentro al hombrecillo. Tiene el pelo gris, barriga prominente, y la cara surcada de cicatrices de viruela. Parece de raza blanca, aunque tengo dudas razonables, sobre todo en un lugar donde hay un mestizaje del 70%.
—Sí, soy yo.
Me mira de arriba abajo, sonríe y pronuncia con cortesía.
—Roosevelt para servirle. He venido a llevarlo a su Hotel. Permítame.
Toma mi mochila sin aparente esfuerzo y le pregunto.
— ¿Siempre hace el mismo calor por aquí?
Asiente.
— ¿Y cómo pueden soportarlo?
Deposita la mochila a mis pies. Nos hemos detenido junto a un Peugeot destartalado. Abre la puerta trasera, y me dice.
— Sabe... A veces hace incluso más. Cuarenta o cuarenta y pico. Está de suerte, hoy solo son treinta y ocho, disfrute... Siéntese y espere. Debo recoger a dos más.
— ¿Dos más qué…?
—Pasajeros. Ahora vuelvo. No se mueva.
Entro en el coche. Cierra la puerta y se marcha. Permanezco en silencio, sin moverme un centímetro, con la mochila sobre mis piernas. Tal vez así... ¿disfrute? Una gota de sudor se desliza por mi frente, al cabo de unos segundos me encuentro empapado. Abro la puerta, dejo la mochila en el asiento, salgo y trato de respirar el aire fresco inexistente. Al cabo de unos minutos – dentro de lo malo – estoy mejor.
Roosevelt (no el presidente) aparece con dos ¿holandeses? Nos damos la mano. Subo delante.
Cuando el vehículo arranca la brisa que entra por la ventanilla restablece mi estado.
— ¿Mucho mosquito? Pregunta la irlandesa holandesa.
— No. Responde el chofer.
Y qué hay de la malaria aprovecho para intercalar. ¿Hay malaria por aquí?
Asiente con la cabeza y murmura.
— Sí, por desgracia. Pero sabe... A nadie le conviene decirlo demasiado, si no los americanos y europeos dejaríais de venir.
—Ya, comprendo. Humm... ¿Las pastillas de Malarone, funcionan?
— ¿El qué?
— ¿Las conoce?
—Sí.
— Y sirven... para algo...
— Sí por Dios tómelas. Si va a ir a la selva tómelas por lo que más quiera. No me gustaría que le pasara lo mismo que al americano de la semana pasada.
— Qué le ocurrió.
— Nada... o todo. Se fue unos días a al selva y cogió las fiebres. Se puso malísimo. Se lo tuvieron que llevar a la capital.
— Pues no me da usted ánimos. Pensaba ir a...
— Vaya... ¿De verdad? Merece la pena. Es maravillosa. Mire, mañana paso a recogerle y le llevo a alguna agencia. Por cierto, ya estamos en su hotel.
— ¿Es esta cosa?
— Que ocurre ¿no le gusta? También hablaremos de eso. Mañana a las nueve. ¿Le parece?
— De acuerdo.
En recepción me atiende un brasileño o tal vez portugués. Más tarde me entero de que se trata del dialecto que hablan allí. Una mezcolanza entre español y portugués.
Tras juguetear a intentar comprendernos durante cerca de media hora, me acompaña a mi habitación. Nada más abrir la puerta descubro una especie de antro con un par de ventiladores, sin ventanas exteriores. La verdad, no me agrada demasiado pero todo parece estar limpio y además ansío tomarme una ducha y acomodarme al amparo de la brisa de los ventiladores.
Una vez a solas me desnudo con premura, entro en el plato de la ducha, abro el grifo corro las cortinas y me dejo rociar con un agua templada, giro sobre mí y me congelo. En la pared, cómodamente instalada, acechándome desde que entré, distingo el bello espectáculo de una tarantulita peluda y simpática. Es curioso, hasta ese instante no se me había ocurrido pensar que la ciudad en la que estoy es una isla en medio de la selva, y es previsible – aunque yo no haya previsto nada – encontrarse sorpresas así. Salgo apurado, el bicho no se mueve un ápice de su posición. Agobiado abro mi mochila y revuelvo en su interior hasta encontrar el relec anti parásitos, y cuando me dispongo a rociar, observo que ha tomado las de Villadiego. El artrópodo es listo, o al menos lo aparenta. Rocío todas las paredes con relec, y cuidadosamente vuelvo a introducirme bajo la cebolla de la ducha.
Cuando salgo y comienzo a vestirme, me doy cuenta de la exigua eficacia del baño, me asfixio de nuevo. Enciendo ambos ventiladores al tiempo, el del techo y el del suelo, el cual enfoco hacia la cama procurando que alcance los puntos vitales de mi cuerpo. Una vez me aseguro, me acomodo y por primera vez disfruto de mi llegada ¿al paraíso?
La noche es lo más parecido a un infierno, escuchando los motores de los ventiladores como si fueran las hélices de un bimotor. Algo me pica en el tobillo, fuera del radio de acción del ventilador, quien causa mi primer tatuaje de guerra ¿será la preciosa arañita, o el famoso Anopheles gambiae? Me rasco y apuesto por el Anopheles.
A la mañana siguiente descubro la mesilla de noche donde dejé la envoltura de un caramelo y el estuchito con mi audífono infestado de unas hormigas tan diminutas como jamás las he visto.
El susto me lo llevo al abrir el estuche. Los insectos son tan minúsculos que han sido capaces de colarse por las ranuras de la cremallera, hasta alcanzar mi audífono abierto con la pila depositada a su lado, e incluso deben de haber entrado en él. Preocupado cojo el aparato y lo reviso de forma metódica. La situación es complicada; si no quiero perder mi oreja no puedo desinfectarlo con lejía ni rociarlo con antimosquitos. Cuando me aseguro de que está libre de bichos descubro un detalle que me sorprende. El instrumento parece estar milagrosamente limpio. ¿Es posible que las hormigas hayan devorado cualquier resto de cerumen o impureza hasta dejar el audífono limpio como nunca lo tuve? Superadas mis reticencias me lo pongo y salgo al pasillo.
En recepción descubro que lo del desayuno incluido es una falacia. Decido no ponerme nervioso; tampoco hay por qué. Me encuentro bien y tranquilo y además de momento ¡no sudo!
Pregunto al recepcionista donde puedo encontrar un lugar para desayunar. Me acompaña a la calle, y sin dejar de hacer aspavientos, me indica que caminando dos cuadras luego yendo a la derecha, para finalmente volver sobre mi izquierda – finaliza de informar satisfecho – encontraré el mercadillo de “Santas Pascuas.” Asiento como si no hubiera problema, pero estoy tan perdido como Jesucristo en el desierto.
Me pongo en marcha. Aún es temprano y caminar me vendrá bien.
Hace una mañana espléndida y además la ciudad que voy descubriendo no deja de sorprenderme; todo es nuevo y a la vez tan antiguo... Es como si hubiera retrocedido en el tiempo hasta principios del siglo pasado, y me encontrara en un lugar similar a, por ejemplo, Nueva Orleans. Hay casas preciosas con paramentos cubiertos de azulejos verdes, azules, marrones. Definitivamente esto no es el Perú, sino un lugar que se congeló en el tiempo tras la opulencia del caucho.
Doblo una calle y encuentro a los escribas. Maravillado permanezco observando como debido al analfabetismo, la gente recurre a ellos para que les redacten documentos y cartas.
Sigo caminando y al fondo de una calle diviso un bullicio exagerado. Instantes después me introduzco en un mercado que se extiende en variadas especialidades. Se venden desde retales hasta piezas de maquinaria, verduras, carne, animales y toda clase de utensilios irreconocibles. Pero es en la acera de la calle, evitando pisar a grupos de indígenas e indigentes que se arremolinan en el suelo, donde descubro el milagro. En un extremo de la calle hay pequeños mostradores con banquetas donde sirven café con jugos y dulces variados. Me acomodo en uno de ellos, y sin dejar de observar al cliente que se encuentra ami lado, excepto un café con leche en un tazón espléndido, pido todo lo que va encargando. El desayuno finaliza con un jugo de guayaba, plátano, mango, chayote y leche. Por apenas dos soles salgo nuevo y renovado como un Toro.
Nada más llegar al hotel me encuentro con Roosevelt esperando a la puerta. Le pido tiempo para arreglar la mochila, liquido el hotel y salimos a buscar un medio de transporte hacia la selva…
Continúa...
José Fernández del Vallado. Josef. Diciembre. 2010.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
45 libros abiertos :
Hola cielo un interesante relato como siempre un placer
un beso corazon
No puedes imaginarte lo que he disfrutado leyéndote, cada descripción detallada, fresca, con la pausa precisa, me ha llevado desde el principio en una experiencia preciosa al punto de vivir esas sensaciones paso a paso, sin poder parar de leer.
Te digo que me impactó lo de los escribas, y bueno me hizo mucha gracia como nombras a la..."tarantulita peluda y simpática", hasta ternura sentí por ella, jejeje.
Tu relato es increíblemente bello, con una creatividad inmensa y desbordante. Te felicito. Un abrazo inmeso!!!
Definitivamente prefiero los blogs que el facebook. Aqui si se pueden leer ensayos a gusto. Allá chismes jeje, además de disfrutar de una exquisita creatividad en el template. Ya tiene rato que vengo pensando en cambiar el mio.
Saluditos :)
Ahhhh la tarántula me da miedo, no hubiera podido dormir Josef jajajajajaj...
Me encanta lo que escribes. A parte que me dio calor. El que hace falta por estos lares... Y por último decirte que me ha dado hambre con el desayuno!!! Así que me voy a asaltar mi nevera.
Un besito, me gusta tu nueva fotografía.
Feliz fin de semana
No, nunca dejarás de en cada relato sorprendernos,es una delicia gozar con esa lectura que es como una brisa un frescor que te caricia los más bellos sentimientos
Qué buen relato, JOsef! La verdad es que estoy contenta de haberte reencontrado. Es un placer leerte. Tus relatos atrapan, realmente.
Un beso grande y que tengas un lindo fin de semana!
Apasionante relato, José, estuve allí mismo gracias a tus estupendas descripciones, claro que de tan buenas se me incorporaron también la araña y las hormigas :)
Esos son los riesgos de visitar lugares, digamos... exóticos. Pero ¡qué lindo!
Besos.
De la primera a la última mantiene la tensión del relato.
Enhorabuena Modertato.
Un beso.
El relato, como siempre, bueno y detallado... Me encanta lo que leo aca, y releo... solo me queda el gusto a poco y esa palabrita que no me gusta pero soporto estoicamente: "continua".
Lo de la tarantulita peludita y simpatica me ha dado una risa que mejor no te digo...
Un Abrazo
De principio a fin mantines al lector pegado a la pantalla..... que me voy a quedar ciega chaval, jajaja...
Como siempre, querido Josef, relatas con pluma magistral. Una realidad que no me es ajena. Te abrazo con el afecto de siempre.
He viajado de mano de tus letras. Casi todo lo he recorrido y ahora, quedo a la espera...
¡Muchos saludos, Josef!
A pesar de todo, un buen comienzo. Me quedo con las ganas de seguir leyendo. Abrazos.
Me recuerdas cuando estuve en Venezuela.
A ver cómo sigue...
Besitos
Decían en una película que viajar es como cualquier otra cosa, sólo tienes que cerrar los ojos si sabes a dónde quieres ir...
Leer es igual, te transporta al lugar del relato que estás leyendo.
De hecho hace un momento me sentí como si estuviera en el lugar que describes.
P.D: Los alces son maravillosos, sin duda :)
Abrazos!
Esto sí que es real.
No me digas que no que me estás volviendo loca.
La araña...
¿Recuerdas mi escorpión?
Por curiosidad ¿Dónde fue?????
Un besote
Bueno la selva debe ser hermosa, pero creo que por esos lados no iría… seguro, la araña es inteligente sabe como son los seres humanos j, y esquiva el bulto, luego esas pequeñas hormigas que uno no sabe de noche que harán, si me meten en la cama, realmente josef, ya siento un escozor jajá, Hace un tiempo que no vengo por tu blog, y eso me da rabia, me pierdo todo, ahora seguiré porque esta fantástico este relato ,y quiero saber cómo te ira en medio de la selva llena de bichos y otras alimaña… pero que es bella ninguna duda, siempre tus narraciones de alto vuelo.
Besos
Me he quedado con las ganas seguir leyendo la continuación
Me gusta viajer leyéndote.
Sin calor, tarántulas ni mosquitos.
Mi espíritu aventurero se suicidó hace mucho tiempo.
El relato es genial, genial y genial.
Gracias.
Saludos.
A pesar de que me ha costado llegar hasta aquí (se me han abierto un montón de anuncios) ha merecido la pena porque puedo decirte que tu relato (que no sé si tiene algo de autobiográfico) me ha encantado. Y la canción que abre tu Blog ¿quién es? Me encanta también.
Y las fotos.
Vaya, que ha sido un placer pasarse.
Un saludo.
Hoy que estoy mejor de ánimo y de anginas, me paso por tus páginas, da la casualidad que la cabecera que tienes en ella la tengo yo de fondo de pantalla, pero no era eso lo que te quiero comentar, he estado leyendo y la verdad que me ha gustado, así que por aquí me quedo.
Un saludo
aplausos pa'ti Josef, tienes duende y eso es innegable
FELICITACIONES!!!
un trabajo muy bien hecho , cero desperdicio de palabras y de descripciones sin razón
un abrazo grande y las mejores energías siempre
feliz domingo
Hola, muchas gracias por tu visita. Me tomaré mi tiempo para leerte con detenimiento, quiero saborear bien tus letras. Volveré para comentar. Ya te sigo.
Gracias por seguirme.
Un abrazo,
Andri
Quizás por eso (o por la edad vaya a usted a saber) hace tiempo que deje de aventurarme por lo aún natural (sonrío).
Gracias por visitar mi casa, como regalo de bienvenida un poema de Carlos Marzal en mi voz, pincha en: pluscuamperfecto de futuro
Hola, me ha gustado el relato. Ya quiero seguir leyendo. No suelo leer textos largos, pero creo que ya viene siendo hora de acostumbrarme. Así que la idea me agrada.
Bueno, interrogantes que tengoÑ
Qué es chayote?
Cuando estás en vena te bloqueas...qué es estar en vena?
Qué es la generación beat américa?
Me encanta Franz Kafka y eso que sólo he leído su biografía o lo que se sabe de él. Y eso que sólo me he leído su obra más conocida: "Metamorfosis" e "Informe para una academia" que es excelente. Me hizo vibrar; ese breve trabajo, fue algo magistral.
No suelo oír música de la clase que oyes.Tiendo a ir, musicalmente hablando, por un gusto más popular.
Coincido contigo en la escuela del absurdo, o por lo menos me gusta creerme eso. Aunque pienso mejor que tiendo al surrealismo.
Tienes una hermosa personalidad rabiosa y excitante debe ser una original combinación. La mía es irritable y excitante. El refrán al que haces referencia: "No hay mal que por bien no venga", está muy bien, bueno como filosofía de vida que no quiere complicarse mucho, y menos si no vale la pena.
Y amar es lo más lindo que se pueda hacer. Amarse uno mismo y amar a alguien más, llámese mamá,papá, un sobrino o sobrina...hasta una mujer, la tuya, una amiga...bueno, que es bonito amar.
Es que te he leído un poco. Ta mu bien tu blog.
Intentaré ser asidua.
Un abrazo,
Andri
Aquí estoy, esperando la continuación, con cara de Bogart.
Espero la selva, si la tarantulita asusta... claro que no es lo mismo donde esperas estar tranquilo y descansar que ir a buscar la aventura...
Como siempre nos dejas con ganas de más.
un abrazo y feliz semana.
LO más cerca que he estado de esa selva ha sido Río de Janeiro o Lima, donde las condiciones son bastante diferentes y los mosquitos se sustituyen por margaritas.
Qué angustia!
Salud!
Eres buenísimo relatando. Mantienes la intriga y el suspense de principio a fin. Narras los detalles de forma justa sin abusar de ellos, lo cual es de agradecer, a mí los escritores que describen hasta la punta de la hoja de un árbol me sacan de quicio. Ahora bien, también eres perverso, cuando más emocionada y metida en el relato estoy, sueltas eso de "continuará...", no sabes cómo te odio entonces (jajajaja).
Besos.
OoooooH!! con interés espero desenlace de la historia, ahora que te siggo no me lo pierdo
Saludos y gracias por tu visita y tus letras
Para hacer turismo en este tipo de lugares, hay que cambiar el chip... normalmente las comodidad son básicas ( a veces ni eso) pero la belleza de los panoramas, lo compensa...
Un besito.
Estupendo relato Josef. Vaya experiencias las que tuviste en tu viaje. A través de tus letras voy sintiendo todas las sensaciones que recorrieron tu cuerpo ante cada nueva sorpresa.
Maravilloso. Usas la pluma de manera magistral.
Te dejo un abrazo y espero la continuación
Sigo con mucho interés tus aventuras por estos lares! Me encanta que te decidieras por este viaje.
Besitos,
¡Qué fácil es viajar con tus palabras como transporte!
Un placer José. Dejo muchos besos.
Tú, sin dudas, eres de los que tienes don y encima te visitan las musas mientras trabajas. Cada uno de tus relatos es diferente y repleto de vivencias. Por eso me fascina introducirme y bucear a pleno pulmón entre tus historias, aunque la mayoría de las veces permanezca en silencio ante tanto derroche de imaginación y belleza.
¡Qué hermoso es ser escriba y posibilitar la comunicación con los demás!
Sabes que admiro tu capacidad para articular las palabras y el lenguaje para convertilos en relato.
Un fuerte abrazo.
Si uno le suma la música *encantadora* a las letras *encantadoras!!!*, se muere uno de las ganas de escuchar un idioma portugués ¿?, en medio de una población mestiza, anhelando llegar a la selva.
Lindo, lindo Josef!!!
PD.- Y nooooo, la Madre Patria no estuvo incluída, sólo Europa del Este!, en cuanto incursione en la habla hispana, te lo haré saber para ir a tomar un café. :)
Un abrazote!!!
¡Salta Valiente!
Leyendo tu relato, maginifico como siempre, no dejaba de pensar lo bien que vivimos y lo poco que lo valoramos en cuanto a insectos y arácnidos variopintos me refiero, lo siento, pero son superiores a mi...
abrazzzusss
Hemos quedado inmersas en ese primer día, acompañándote como si fuéramos tu segunda piel. Pero creo nunca hubiéramos ignorado lo que te picó, ¡Señor que sangre "fría"! y si a eso le añadimos lo de las hormiguillas...La aventura en la selva sera coser y cantar,aventuramos a decir...
Esperamos tus próximas aventuras.
Saludos.
No soporto los bichos, me pasaría asustada y gritando todo el tiempo:)
Ni imagino lo que encontrarás en la selva, miedo me da:)
Buen relato
Saludos
Lo dicho, José, no podría, no podría, no podría hacer un viaje así... Tu araña de la ducha me habría llevado ya a tener un ataque de ansiedad pues tengo fobia, pero fobia de verdad.
¡Cada día, conforme te voy leyendo, te admiro más!
¡Eres mi héroe!
Me ecanta leer este relato de tu viaje porque está escrito de tal modo que no me cuesta nada ocupar tu papel, aunque a veces, como hoy, me haga sufrir un poco pero merece la pena.
biquiños,
p.d.: y me quedo con ganas de más.
Es tan gratificante leerte que es imposible no pasar por aquí, por este, tú mundo, este mundo tan especial.
se te admira!
Veronica desde A 30 CUADROS
Josef, que fantastico relato, me gustan tus historias, bueno lo de la tarantula me hizo pegar un saltito. Yo hubiera montado un numerito antológico. Repito un paseo fantástico, espero el continuará con ansiedad.
Besos. Eritia
Gran relato !!!
Fantástico.Te saludo, Liliana
Vaya relato,
¡cómo he disfrutado!
unos minutos de verdadero placer,
tus letras son sublime
retrato literario
Hola, Josef.
Desde luego que el viajecito tiene miga. Lo de los insectos lo llevo fatal. Curiosísimo lo del audífono. Seguro que las hormigas microscópicas lo han dejado como la patena. ¡Dios! No quisiera imaginar qué harían si se introdujeran en el pabellón auditivo…grrrr…
Lo de los escribas me ha parecido curiosísimo. Hay una película, no me acuerdo del título, creo que “Estación”, o algo así, que me gustó muchísimo. Iba de alguien que escribía cartas a los demás en la estación de autobuses. Muy buena.
Después de lo leído, no sé si a mí me quedarían ganas de penetrar en la selva…
Voy a seguir con tu viaje.
Un beso.
Aquí estaré, a pesar de los insectos, a pesar del calor y de la intensa humedad que imagino.
Buen comienzo.
Saludos
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