Hacía un fío atroz aquella noche, caminaba tropezando por la calle mientras tiritaba, necesitaba calor. Vi la boca de un cine, desembolsé mis últimos euros y entré. Ella estaba sentada en una butaca de las de delante, sin compañía, igual que yo. Era la primera vez que la encontraba, en cambio yo estaba acostumbrado a encontrarme sin nadie a menudo, hacía tiempo que no tenía noticias del amor. Todas se iban y yo me quedaba esperando a no sé qué. Sudando por la fiebre le pedí permiso para acomodarme a su lado. Me miró de soslayo. De todas formas me senté, necesitaba compañía.
Se proyectaba la película “Las nieves del Kilimanjaro,” basada en el relato de Ernest Heminway. En las fotos que había visto el escritor me recordaba a mi padre en su vejez, con aquella barba gris de Padre Pascua, y una mirada angelical. Viví demasiado tiempo tratando de ser alguien para al final descubrir que ser nadie era lo mejor que me podía pasar, ya no tenía problemas económicos ni de identidad. Lo sentí por el protagonista, morir por una herida infame en un lugar tan fascinante. Siempre me gustó viajar, pero cuando me despidieron del empleo y se me terminaron los ahorros, se acabó la lección de historia, mi historia como ciudadano tipo A y comenzó la de tipo Sub C. Lo bueno de los Sub C es que no necesitamos papeles y si nos ocurre cualquier cosa, como al protagonista del guión, estamos listos, pero no acabamos en una preciosa sabana sino en la horrenda ciudad. Tampoco estamos bien acompañados, las chicas tipo A no buscan chicos Sub C y las chicas Sub C están todas ocupadas buscando chicos tipo A, quienes les pagan las copas y sacan bastante más que yo vendiendo folletines en la esquina de Argüelles.
Sin embargo aquella noche, sin proponérmelo, mi instinto me decía que había dado con una tipo A. Llegué a la conclusión de que todo podía cambiar y ser diferente.
Miré el rostro de la mujer. Se había recostado en la butaca y la luz de la pantalla brillaba sobre su cara de agradables contornos, entonces me di cuenta, tenía un sueño invencible. Se volvió y me miró, de reojo, con un rostro conocido, como el que había descrito para mis lectores en mis fracasados relatos de terror. Pero las chicas que yo imaginaba nunca mostraban esos senos deliciosos ni esas manos hechas para acariciar. Al mirarla y observar sus sugestivas facciones, me pregunté porqué no la había encontrado antes, y sentí que la muerte se me acercaba veloz.
Cuando me vaya -pensé-, tendré todo el tiempo que quiera. Estaba cansado. Demasiado cansado. Aunque tranquilo, tal vez la muerte tomara otro rumbo, probablemente otra calle, iba sola, como yo, marchaba en absoluto silencio por el empedrado.
Me sentí satisfecho de mi suerte, eran tantos los lugares en los que podría haber caído y había ido a parar precisamente junto a ella, la mujer de mis sueños. Toda una vida buscando y de pronto, estaba ahí. Muy cerca y podía oler y soñar su aroma a jazmín. ¿Demasiado tarde quizá?
Sentí el castañeteo de mis dientes, tiritaba. Tenía frío calor y la cabeza me ardía y daba vueltas, pero ahora no me importaba. Me eché de lado sobre la butaca y permanecí mirando su perfil en la penumbra. Sus hombros redondeados, su nariz graciosa y respingona, sus labios carnosos y su barbilla que se inclinaba primero hacía dentro y después hacia fuera formando una ese perfecta. No estaba solo, me sentí satisfecho. La vida no me había concedido mucho y en cambio ahora, todo cambiaba y me hacía este inmenso regalo. Alargué mi brazo y con suavidad puse mi mano sobre la suya, estaba caliente, la acaricié tembloroso. De pronto me miró de frente y lloraba. Me besó con ternura, yo la correspondí, como por ensalmo la fiebre desapareció. Entonces di un gran suspiro, un gran suspiro de alivio. Envolviéndome, escuche la brisa del viento, el trinar de los pájaros, los rumores de la sabana; amanecía, los elefantes barritaban. Estábamos solos; ella y yo. Solos por fin en el África…
José Fernández del Vallado. Josef.sept 2008.
Se proyectaba la película “Las nieves del Kilimanjaro,” basada en el relato de Ernest Heminway. En las fotos que había visto el escritor me recordaba a mi padre en su vejez, con aquella barba gris de Padre Pascua, y una mirada angelical. Viví demasiado tiempo tratando de ser alguien para al final descubrir que ser nadie era lo mejor que me podía pasar, ya no tenía problemas económicos ni de identidad. Lo sentí por el protagonista, morir por una herida infame en un lugar tan fascinante. Siempre me gustó viajar, pero cuando me despidieron del empleo y se me terminaron los ahorros, se acabó la lección de historia, mi historia como ciudadano tipo A y comenzó la de tipo Sub C. Lo bueno de los Sub C es que no necesitamos papeles y si nos ocurre cualquier cosa, como al protagonista del guión, estamos listos, pero no acabamos en una preciosa sabana sino en la horrenda ciudad. Tampoco estamos bien acompañados, las chicas tipo A no buscan chicos Sub C y las chicas Sub C están todas ocupadas buscando chicos tipo A, quienes les pagan las copas y sacan bastante más que yo vendiendo folletines en la esquina de Argüelles.
Sin embargo aquella noche, sin proponérmelo, mi instinto me decía que había dado con una tipo A. Llegué a la conclusión de que todo podía cambiar y ser diferente.
Miré el rostro de la mujer. Se había recostado en la butaca y la luz de la pantalla brillaba sobre su cara de agradables contornos, entonces me di cuenta, tenía un sueño invencible. Se volvió y me miró, de reojo, con un rostro conocido, como el que había descrito para mis lectores en mis fracasados relatos de terror. Pero las chicas que yo imaginaba nunca mostraban esos senos deliciosos ni esas manos hechas para acariciar. Al mirarla y observar sus sugestivas facciones, me pregunté porqué no la había encontrado antes, y sentí que la muerte se me acercaba veloz.
Cuando me vaya -pensé-, tendré todo el tiempo que quiera. Estaba cansado. Demasiado cansado. Aunque tranquilo, tal vez la muerte tomara otro rumbo, probablemente otra calle, iba sola, como yo, marchaba en absoluto silencio por el empedrado.
Me sentí satisfecho de mi suerte, eran tantos los lugares en los que podría haber caído y había ido a parar precisamente junto a ella, la mujer de mis sueños. Toda una vida buscando y de pronto, estaba ahí. Muy cerca y podía oler y soñar su aroma a jazmín. ¿Demasiado tarde quizá?
Sentí el castañeteo de mis dientes, tiritaba. Tenía frío calor y la cabeza me ardía y daba vueltas, pero ahora no me importaba. Me eché de lado sobre la butaca y permanecí mirando su perfil en la penumbra. Sus hombros redondeados, su nariz graciosa y respingona, sus labios carnosos y su barbilla que se inclinaba primero hacía dentro y después hacia fuera formando una ese perfecta. No estaba solo, me sentí satisfecho. La vida no me había concedido mucho y en cambio ahora, todo cambiaba y me hacía este inmenso regalo. Alargué mi brazo y con suavidad puse mi mano sobre la suya, estaba caliente, la acaricié tembloroso. De pronto me miró de frente y lloraba. Me besó con ternura, yo la correspondí, como por ensalmo la fiebre desapareció. Entonces di un gran suspiro, un gran suspiro de alivio. Envolviéndome, escuche la brisa del viento, el trinar de los pájaros, los rumores de la sabana; amanecía, los elefantes barritaban. Estábamos solos; ella y yo. Solos por fin en el África…
José Fernández del Vallado. Josef.sept 2008.
30 libros abiertos :
cada día mejor, cada historia un flash!!!!!!!!
mil besos
El beso de la muerte, y a volar.
Muy bueno otra vez.
Saludos.
Una muerte dulce cumpliéndose por fin los sueños del protagonista.
Buen final amigo Josef.
Un abrazo de Mos desde la ESFERA.
Este relato fue como estar metido en una película en blanco y negro llevada al color ... como la reina de África, Casablanca ... q dulce manera de pasar al otro lado.
Bello texto, de una excelente calidad poética.
No me extraña que sucediera viendo Las nieves del Kilimanjaro.
"No seas tonta. Ya me estoy muriendo. Mira esos bastardos —y levantó la vista hacia los enormes y repugnantes pájaros, con las cabezas peladas hundidas entre las abultadas plumas. En aquel instante bajó otro y, después de correr con rapidez, se acercó con lentitud hacia el grupo.
—Siempre están cerca de los campamentos. ¿No te habías fijado nunca? Además, no puedes morir si no te abandonas..." Las nieves de Kilimanjaro,ERNEST HEMINGWAY
Un abrazo
PS: La película no está mal, aunque es bastante libre con respecto al texto. La interpretación de Gregory Peck, Susan Hayward y Ava Gardner es genial.
JOSEF:
Tus historias atrapan, escribes con pluma de oro.
Un beso y gracias por tu comentario.
Si no te molesta te he dejado enlazado en Mis Perfume para un Siglo. Aunque sólo enlazo Poesía, creo que tus textos son pura poesía.
Gracias.
Que envolvente tu escrito...hoy esta historia me produjo ganas de volar,soñar e irme al limbo.
Cariñuss Josef...gracias por tu meme...trataré de hacerlo cuando vuelva a escribir.Muy lindo el tuyo,ya lo leí,fue una linda forma de ahondar en ti.
beshusuuuuss!
pues... existen esos encuentros en la vida real? si es asi mi querido Josef, dicha la tuya de encontrate con ella...
Es que cuando te enamoras... hasta la fiebre se te puede quitar :)
Noray lo ha dicho todo,
mo obstante añado
que para mi,creces
de entrada en entrada
Eres el libro que quisiera
yo tener,para saborear
compartir,regalar,y
volver a leer una
y mil veces y otra vez!
♥♥♥besos♥♥♥
Atrapada en cada frase...por siempre.
Al menos fue "A" en la muerte...
Me gustó el relato, en realidad, todos tus relatos.
Un abrazo
Plas, plas plas! sólo puedo aplaudir y nada que añadir a lo que ya te han dicho.
Muuuuacks!
Me has erizado el vello, genial del todo el relato, te felicito por el poder que tienes de transmitir, de llegar...
Besoss y gracias por compartir :)
Muchísimas gracias por tu comentario Josef, me ha parecido precioso. Es genial que hayas llegado hasta a mí porque por lo poquito que he visto, tu blog desprende literatura por todas las esquinas :)
Me pasaré con calma (con mucha mucha calma) cuando acabe de instalarme en mi nueva ciudad. Nos vemos pronto, un beso.
Precioso.
Solos por fin...
Abrazo!
Un cine es un lugar muy mágico,
Me ha encantado la historia
Saludos
Coincido con Noray en que tus textos a pesar de ser relatos son pura poesía!
Excelente.
Un abrazo
Hermosa historia,senti el frio, me siento dentro de la historia....
Tu espacio esta muy chulo!!
Pero aunque soy nueva te recomiendo que los colores no son tan factibles para poder leer.-..
Hola JoseF,
Me recordaste mucho a una experiencia personal con esta historia...
Además esa frase de: "Viví demasiado tiempo tratando de ser alguien para al final descubrir que ser nadie era lo mejor que me podía pasar" me ha dejado pasmada.
Excelente historia :)
Besos chilangos
PS: Algunos e-books de Pratchett los tiene Bitter, pidéselos. Te aseguro que no te arrepentirás :D
y dónde quedó mi comentario??!!!
pffff.....
decía que era un post realmente erótico....
recordé cosas que creía olvidadas...pfffff
... sólo que yo no tengo ningún chico ruso, alemán, ucraniano o mexicano... ja....
Tu música es genial.... de verdad, llevo una hora escuchándola.... es genial..... así como tú.
Saludos mi querido Josef!!
solos por fin...
tus palabras enganchan, supongo que te lo habrán dicho millones de veces, pero es realmente cierto
un gran saludo, y gracias por visitar mi segunda casa
Una historia muy bonita que te atrapa de principio a fin,y ese disfrutar y envolverse con la película juntos...precioso.
Un beso
Extraño encuentro pero a mí me gustan esos encuentros, al menos en literatura!!
Soy Nadie, gritó Ulises y me gusta su estrategia...
Un saludo, Josef.
Jo
A mí lo más extraño que me ha pasado en el cine es que unos niñatos que discutían entre ellos lanzasen hacia las butacas de atrás el envase XXL de las palomitas creando una extraña nevada de maiz en los demás espectadores.
Ignoro lo que pensó aquel a quien le cayó el cartón, seguro que fue menos romántico.
Saludos, escritor
Me gusta la suavidad de tu pluma. El alivio de tu protagonista, de alguna manera, es contagioso...
:)
Hola!!!!!!!!!!!!
Bello como siempre, bello y suave, leerte es un placer
Estoy feliz por muchas cosas, la más importante volver por tu casa.
Un besote y abrazo de oso.
Sueños, realidades, deseos... todo flotando como entre espuma...
Mil cariños
Este texto es dulce!!!
"Los deseos de nuestra vida forman una cadena cuyos eslabones son las
esperanzas." Lucio Anneo Séneca
Un abrazo!!!
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