Estábamos en el frente, en las trincheras; llevábamos más de cinco años sin ver a una mujer. El cuerpo de una mujer. Su bendita o maldita sensualidad que logra que tu mente traspase su callada discreción y busques la perdición y el desasosiego. Pero allí, en la infame y helada Siberia, no había mujeres, en realidad no había nada por lo que mereciera la pena luchar. Todavía no entiendo como los hombres luchamos y morimos en lugares de semejante crueldad. ¿Por las reservas del oro negro? El último hidrocarburo de la tierra, dijeron. No… Yo, no lo creo. Más bien sospecho que fue lo de siempre: El maldito afán guerrero del ser humano. Había que alimentar y mantener en acción a un ejército de más de un millón de almas inactivas. Y luego, lanzarlo contra los orientales, aunque ellos fueran más numerosos. “Tenemos la tecnología,” nos aseguraron los politicastros… ¡Cínicos!
Y desde luego, cuando lo pienso, solo puedo reconocer que sin ti, amigo mío, sin tu valor jamás hubiera llegado a donde lo hice. Habría desertado o estaría ya muerto. No, ni siquiera recuerdo cuando empecé a reconocer en ti el modelo a seguir en estas tierras heladas, qué mecanismo suscitó que saltara tras ti en pos de una lucha inmerecida e irracional. ¿Cómo fui capaz de permitir que el mortal silbido de las balas hendiera a escasos centímetros de mi sien? Qué fuerza me ayudó a batirme como una fiera durante días y noches contra interminables hordas de orientales que se nos echaban encima fila tras fila, como fichas de dominó. Y, sin embargo, las hicimos frente una a una.
Luego, cuando empezaron las deflagraciones atómicas en la región oriental, comprendimos que nuestro ejército era superior en armamento nuclear. Pero las filas de orientales no disminuyeron; continuaban llegando a nuestras trincheras, aunque ahora se trataba de hombres jóvenes, sin experiencia, hasta ser muchachitos que ensartábamos como a anchoas en nuestras bayonetas kalasnikov.
Y un día, cierto día de gloria, cuando coreábamos la victoria, comenzaron a aparecer las mujeres soldado. Al principio no deseamos luchar, muchos alzaron sus brazos sobre las trincheras para recibirlas. Pero el mejor recibimiento que obtuvieron quienes no tuvieron la precaución de cubrirse, fue una andanada mortal. Sí, nos dimos cuenta de que si no lo hacíamos nosotros, ellas se encargarían con crueldad insuperable de llevar a cabo el trabajo. Mujeres… ¿Quién dijo que no sirven para luchar?
Después ocurrió lo de Serguei con la oriental. Se trataba de la primera persona a quien hirió; hasta ese momento Serguei nunca había herido a nadie. Acababa con los enemigos de un certero disparo. Debió de haberla rematado, tal como hacía yo para evitar, precisamente, caer en debilidades y en la traición.
Él en persona la acarreó hasta el hospital de campaña. A partir de ahí ya nada fue igual y comenzó lo preocupante. Empezó a interesarse por su estado y la visitaba. Iba a verla con frecuencia. Solía hacerlo por las noches, después de los combates que tenían lugar a diario. Aquello, tal como supuse, comenzó a trastornarlo y tuvo consecuencias en su actitud hacia el enemigo. Por ejemplo, más de una vez se olvidó de rematar a una mujer, y hube de ser yo quien se encargara. Caí en ello un amanecer; de pronto, Serguei parecía haber perdido su valor y el temple que lo caracterizaba. ¡Lo sorprendí implorando! Nunca había hecho algo así con anterioridad.
Peor resultó cuando la mujer se recuperó. Debía afrontar un tribunal, su destino estaba sellado: El pelotón de ejecución iba a ser su suerte...
Nadie… Nadie excepto yo presenció lo que sucedió aquella noche sin luna, la noche antes de la ejecución. Yo, como siempre, su ángel guardián. Y Serguei. Sabía deslizarse en la oscuridad con la elegancia de una pantera. Se hizo con las llaves del calabozo y la liberó. Luego, la acompañó hasta los límites de las trincheras, y antes de despedirse, en el cráter de un proyectil, lo hicieron. ¡Se amaron…! Dios. ¡Y cómo! De tal forma por primera vez entendí cuánto la amaba y tuve claro que él… jamás me amaría.
Disparé sobre ella cuando resollaba anhelante con él en su interior. En un primer instante permaneció desconcertado; pero no tardó en reaccionar, estaba acostumbrado. Volviéndose con agilidad me voló la oreja de un disparo. Entonces comprendí que era inútil decírselo. ¡Decirle cuánto lo amaba!
Me arrojé con rabia y fiereza, hundí la bayoneta en su estómago y la retorcí destrozándole las entrañas. Y eso fue lo que presenciaron los centinelas cuando llegaron, a un hombre de su ejército ensañándose con el cuerpo de un superior, porque Serguei era mi superior: El sargento Serguei Ivanov.
Son las cinco de la madrugada, no debe faltar mucho. Hace frío. Mucho frío, lo sé… Pero yo ya no lo siento. La ropa se adhiere a mi piel como harapos mojados, y sin embargo, tampoco siento. Un insoportable olor a orines me abruma y acompaña. Mis mandíbulas castañetean como si actuaran por inercia. Estoy rodeado por cientos de mujeres orientales, todas serán fusiladas. Me metieron aquí para reírse de mí, o para ver cómo ellas me despedazan. Me llaman el marica celoso. En cuanto a ellas, podrían haberse vengado y haberme atacado; supongo, pues saben lo que hice. Pero tanto ellas como yo ya sólo somos cadáveres andantes. En el fondo deseo morir de una vez porque ya no sé como es vivir sin Serguei.
Oigo correrse cerrojos, la puerta de la celda se abre y unos hombres nos sitúan en fila de a uno.
Salimos descalzos a un patio fortificado y blanco por la nieve. No siento los pies. Nos ponen frente a una pared; el suelo está rojo por la sangre coagulada. El capitán ordena la alineación del pelotón de soldados y a continuación, da la orden.
Suena una descarga. Siento calor por todo mi cuerpo. Vamos cayendo unos sobre otros. Ahora, mi cabeza está apoyada sobre la espalda de otro cuerpo y es entonces, cuando frente a mí veo un rostro y unos labios que se abren incitantes. Y descubro, que me gusta… no, ¡me encanta esa visión! Trato de dar una última orden a mi cerebro; como el segmento de una pesada oruga mi cuerpo obedece y se mueve hasta que logro besar esa boca que se abre provocadora. Siento un placer mil veces más intenso y sensible que el que nunca haya experimentado. La vida retorna a mí cuerpo y de pronto, ¡mis sesos arden! y se desparraman, cuando el oficial me remata dándome el tiro de gracia…
José Fernández del Vallado.josef. 2008.
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Y desde luego, cuando lo pienso, solo puedo reconocer que sin ti, amigo mío, sin tu valor jamás hubiera llegado a donde lo hice. Habría desertado o estaría ya muerto. No, ni siquiera recuerdo cuando empecé a reconocer en ti el modelo a seguir en estas tierras heladas, qué mecanismo suscitó que saltara tras ti en pos de una lucha inmerecida e irracional. ¿Cómo fui capaz de permitir que el mortal silbido de las balas hendiera a escasos centímetros de mi sien? Qué fuerza me ayudó a batirme como una fiera durante días y noches contra interminables hordas de orientales que se nos echaban encima fila tras fila, como fichas de dominó. Y, sin embargo, las hicimos frente una a una.
Luego, cuando empezaron las deflagraciones atómicas en la región oriental, comprendimos que nuestro ejército era superior en armamento nuclear. Pero las filas de orientales no disminuyeron; continuaban llegando a nuestras trincheras, aunque ahora se trataba de hombres jóvenes, sin experiencia, hasta ser muchachitos que ensartábamos como a anchoas en nuestras bayonetas kalasnikov.
Y un día, cierto día de gloria, cuando coreábamos la victoria, comenzaron a aparecer las mujeres soldado. Al principio no deseamos luchar, muchos alzaron sus brazos sobre las trincheras para recibirlas. Pero el mejor recibimiento que obtuvieron quienes no tuvieron la precaución de cubrirse, fue una andanada mortal. Sí, nos dimos cuenta de que si no lo hacíamos nosotros, ellas se encargarían con crueldad insuperable de llevar a cabo el trabajo. Mujeres… ¿Quién dijo que no sirven para luchar?
Después ocurrió lo de Serguei con la oriental. Se trataba de la primera persona a quien hirió; hasta ese momento Serguei nunca había herido a nadie. Acababa con los enemigos de un certero disparo. Debió de haberla rematado, tal como hacía yo para evitar, precisamente, caer en debilidades y en la traición.
Él en persona la acarreó hasta el hospital de campaña. A partir de ahí ya nada fue igual y comenzó lo preocupante. Empezó a interesarse por su estado y la visitaba. Iba a verla con frecuencia. Solía hacerlo por las noches, después de los combates que tenían lugar a diario. Aquello, tal como supuse, comenzó a trastornarlo y tuvo consecuencias en su actitud hacia el enemigo. Por ejemplo, más de una vez se olvidó de rematar a una mujer, y hube de ser yo quien se encargara. Caí en ello un amanecer; de pronto, Serguei parecía haber perdido su valor y el temple que lo caracterizaba. ¡Lo sorprendí implorando! Nunca había hecho algo así con anterioridad.
Peor resultó cuando la mujer se recuperó. Debía afrontar un tribunal, su destino estaba sellado: El pelotón de ejecución iba a ser su suerte...
Nadie… Nadie excepto yo presenció lo que sucedió aquella noche sin luna, la noche antes de la ejecución. Yo, como siempre, su ángel guardián. Y Serguei. Sabía deslizarse en la oscuridad con la elegancia de una pantera. Se hizo con las llaves del calabozo y la liberó. Luego, la acompañó hasta los límites de las trincheras, y antes de despedirse, en el cráter de un proyectil, lo hicieron. ¡Se amaron…! Dios. ¡Y cómo! De tal forma por primera vez entendí cuánto la amaba y tuve claro que él… jamás me amaría.
Disparé sobre ella cuando resollaba anhelante con él en su interior. En un primer instante permaneció desconcertado; pero no tardó en reaccionar, estaba acostumbrado. Volviéndose con agilidad me voló la oreja de un disparo. Entonces comprendí que era inútil decírselo. ¡Decirle cuánto lo amaba!
Me arrojé con rabia y fiereza, hundí la bayoneta en su estómago y la retorcí destrozándole las entrañas. Y eso fue lo que presenciaron los centinelas cuando llegaron, a un hombre de su ejército ensañándose con el cuerpo de un superior, porque Serguei era mi superior: El sargento Serguei Ivanov.
Son las cinco de la madrugada, no debe faltar mucho. Hace frío. Mucho frío, lo sé… Pero yo ya no lo siento. La ropa se adhiere a mi piel como harapos mojados, y sin embargo, tampoco siento. Un insoportable olor a orines me abruma y acompaña. Mis mandíbulas castañetean como si actuaran por inercia. Estoy rodeado por cientos de mujeres orientales, todas serán fusiladas. Me metieron aquí para reírse de mí, o para ver cómo ellas me despedazan. Me llaman el marica celoso. En cuanto a ellas, podrían haberse vengado y haberme atacado; supongo, pues saben lo que hice. Pero tanto ellas como yo ya sólo somos cadáveres andantes. En el fondo deseo morir de una vez porque ya no sé como es vivir sin Serguei.
Oigo correrse cerrojos, la puerta de la celda se abre y unos hombres nos sitúan en fila de a uno.
Salimos descalzos a un patio fortificado y blanco por la nieve. No siento los pies. Nos ponen frente a una pared; el suelo está rojo por la sangre coagulada. El capitán ordena la alineación del pelotón de soldados y a continuación, da la orden.
Suena una descarga. Siento calor por todo mi cuerpo. Vamos cayendo unos sobre otros. Ahora, mi cabeza está apoyada sobre la espalda de otro cuerpo y es entonces, cuando frente a mí veo un rostro y unos labios que se abren incitantes. Y descubro, que me gusta… no, ¡me encanta esa visión! Trato de dar una última orden a mi cerebro; como el segmento de una pesada oruga mi cuerpo obedece y se mueve hasta que logro besar esa boca que se abre provocadora. Siento un placer mil veces más intenso y sensible que el que nunca haya experimentado. La vida retorna a mí cuerpo y de pronto, ¡mis sesos arden! y se desparraman, cuando el oficial me remata dándome el tiro de gracia…
José Fernández del Vallado.josef. 2008.
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52 libros abiertos :
Uaaauu! vaya final...
Muy buen relato josef, bueno de verdad.
Te mantiene en vilo todo el tiempo y te sorprende al final.
Enhorabuena.
Besitos
Eres un genio para relatar
e impresionar,yo te daría
todos los buenos puntos a ti
solamente a ti!
♥♥♥besos♥♥♥
Wooouuu!! escalofriante escalada de violencia, hay que ver como los sentimientos frustrados pueden envilecer las mentes... guerra, celos, envidias, pasiones desenfrenadas que llevan a la perdición del alma.
Genial, curo y crudo como la visa misma, felicidades, gran relato.
Besos, niño :) y PAZ en tu alma
Duro relato y soprendente final. Enhorabuena Josef. Saludos.
UN relato increible, relatas de maravilla, me adentro en tu relato y es como si lo estuviera viviendo, me gusta mucho leerte.
Un abrazo
finalista y con toda razón, me encanta leerte, tus palabras me hacen seguir y seguir, para descubrir todo lo que en ellas escondes
gracias por compartirlo con nosotros
enhorabuena
un abrazo
No entiendo que relato pudo llevarse el premio, quizás lo mereciera, pero me parece difícil que puede ser mejor que éste.
No soy ninguna autoridad, pero he leído sin parar toda mi vida, desde bien pequeño, y de verdad que alucino con lo bien que escribes.
Es una gozada siempre. Hoy tambíén por supuesto.
Mi aplauso y mi premio particular.
Saludos.
felicitaciones!!!
aunque yo de narrativa no sepa mucho
por lo que leí pude apreciar que el hilo conductor es contínuo y no salta en racontos
muakismuakis
por cierto excelente remate
eso se me había olvidado jajajaja
No me extraña que este relato sea finalista en un concurso ,¡es magnifico! y como lucha el amor por sobrevivir en medio de la guerra, y como mueren por el, tanto el amigo por estar con ella ,como el de rabia al verlos y actuar..
Se merece un primer premio :)
Besitos
El tiro de gracia...me ha encantado el relato, esos celos, ese desamor que le hace insensible a todo y ese beso final, sorprendente. Un afectuoso saludo.
Extraordinario relato Josep, como todos los que haces, me ha encantado.
Un beso y feliz tarde.
nos encontramos con todo un escritor como la copa de un pino, buen, que digo buen, fantástico relato
un saludo
Felicitaciones!
relatar, eso sí que es arte
pocos son los afortunados
un beso
p.d.:quería agradecerte muchísimo tus comentarios!
no había tenido la oportunidad de hacerlo antes
El premio es leerte a ti, desde el principio al final.
Y ya con ese beso de amor eterno dormiremos todos hoy en las nubes aunque sea llorando.
Me gustan los finales así. Felicidades maestro ;)
Muuuacks!
¡Excelente! Por cierto, ¿el primer premio se lo dieron a García Márquez? Porque de otra forma no entiendo como tú has quedado finalista.
Un abrazo
Pues creo que el comentario de Dianna lo dice todo.. duro y crudo como la vida misma.. un saludo!..
ME SENTE A DISFRUTAR_____TE
QUE FINAL !! ESAS COSAS ME GUSTAN...
QUIERO DECIR LO QUE ME SORPRENDE, NO? LO QUE NO ME MANTIENE EN LA CHATURA.
Y VOS SI QUE PUM ! SOS BARBARO.
GRACIAS POR ANDAR CERCA DE MI ESPACIO
BESOS
MILES
KLAU ♥
¡Excelentísimo relato! Atrapante hasta el final insólito.
Escribes de maravillas querido Josef.
Besitos♥
Buen relato,tu narrativa impresiona por el vilo continuo.
Felicitaciones!
Un abrazo enorme.
Menta
Un tema duro de tratar.
Te felicito por lo bien que llevas la historia, manteniendo el interés hasta el final.
Soprendente final, por cierto.
Un abrazo.
Me quede sin palabras...
Un amor tan fuerte que llega a matar.
El beso final y la muerte.
Gracias por este regalo.
Um beijo!
Genialmente genial
besos
Muchas gracias Patri mantener en vilo em gusta porque estás despierto al menos un rato del día y no medio dormido como a mí me sucede jejeje
Muchas gracias Mía no soy un genio, más bien tengo genio, soy intratable jejejeje. Un beso!
Muchas gracias DianNa_ a mí también me produce esclofríos como está poniéndose el mundo de asqueroso y violento y los paises ricos hale a vender armas... Un beso!
Muchas gracias yurena, no todos mis relatos son pastiche, me gusta hacerlos duros sorprenden más. Un saludo!
Muchas gracias amnesi no relato cuento relatos jjeeeje en realidad es lo mismo: me algra que te haya gustado...Un beso!
Muchas gracias auxi, Un placer tenerte por aquí también. Un saludo!
Muchas gracias torosalvaje. Naaa. NO exageres no es para tanto. Escribo y soy uno entre muchos que lo hacéis muy bien; tú también. Un abrazo!
Gracias lichazul elisa por esas felicitaciones sientan hasta bien y todo!
Muchas gracias Esther, ya ves la cosa está tan reñida que todavía los hay mejores. Un beso!
Muchas gracias lobita esteparia me gusta que te haya encantado el tiro de gracia ajajaja.
Muchas gracias María. encantado de que te haya gustado.
Y Muchas gracias también a
te la má maria
nochestrellada
luz de gas
Noray
Blog_art
mentacalida
neli
Klau
kukilin
Luar
mi despertar
Gracias a todos una vez más por estar aquí un día más.
Sabéis una cosa, estoy empezando a apreciaros mucho a todos y a unos cuantos en especial... Saludos!!!!
madre mia!.
Que buen relatoooo.. sii..
Me ha gustado mucho.. Tiene tanta fuerza, drama acción.. jo! sii me mola..
Que estes bien.
Un abrazo.
Hola!!!!!!!!!!!
Tengo una buena noticia,si queres, hay un concurso de blogs en
http://www.20minutos.es/premios_20_blogs/
Sino anda hasta mi blog y en la columna derecha esta el link, tenes tiempo hasta el 12/10/08.....
Un besote y abrazo de oso y espero encontrarte.
Pues no sé que le pasa a ésos jurados. Para mí y sé que para muchísimos eres el número uno, sin exagerar, nunca pares de escribir.¡ Genial ! Me llevas de la mano suavemente, para llegar a un final impactante.Saludos
Nos cruzamos :)))
Que decir que no te hayan dicho antes?
Me metí de lleno en el relato. Sentí el frio, la admiración, el amor, los celos, la venganza, la resignación, el placer último...
La verdad es que es una de los mejores textos que he leído en mucho tiempo. Me decanto por los cuentos cortos, grotescos y este ha sido uno de los mas redondos que he tenido el placer de leer.
No le falto ni le sobro nada y encima, la música de Sigur Ros te sobrecoge a medida que uno se va adentrando en la relación de estos dos seres... una pasada.
Felicitaciones y besos.
Impredecible a mitad de lectura, y sorprendiendo con sentimientos que nacen con olor a guerra.Muy bien Josef...los sentimientos no tiene un mismo sexo o la debilidad lo hace también.;)
Cariñussssssssssssssssssssss!!!!
sorry mi tardanza ia?
Paseaba por aquí... besos, niño :)
Por los dioses que buena manera de "decir"!
Me atrapo, tus letras me hacen visualizar imagenes , son casi una pintura de palabras.
No entiendo a los jurados, no entiendo, que ven cuando ven.
Me apasiono, por favor sube otra belleza.
Buen fin de semana.
MaLena
...el último beso bien podría llamarse!
Con sobrada razón es finalista de un concurso.
Ganas y pasión a pesar de ser un relato belicista.
Magistral como siempre Josef.
Fuerte abrazo!
Impresionante. Es un relato estremecedor de principio a fin. Bien merecido tiene haber sido finalista en un concurso, aunque de haber sido yo jurado le hubiera dado un primer premio.
Un abrazo y buen fin de semana.
Mi querido amigo, este relato es uan verdadera joya!!
Te aplaudo de pie, te ovaciono!!
Mi abrazo inmeso, mi ENHORABUENA!!
No entiendo, quièn ganò el premio? Garcìa Màrquez? el propio Cervantes?
Pues no sé cómo no ganó tu relato. Me parece extraordinario y nos metes en la escena como pocos saben hacerlo.
Te felicito
Un abrazo
No tienes nada nuevo pero te dejo mis saludos deseándote una feliz tarde.
Un beso.
Vaya, me ha encantado! Me encanta como mantienes el hilo del relato y cómo sucede lo inesperado.
Abrazos,
Edmar.
Es excelente y único !!!!!
Un honor estar en este espacio.
Un abrazo Moderato_Dos_josef
María
Me quedo abrumado con ese final. Siempre sentí atracción por los relatos en primera persona y creo que un tiempo abusé de ellos. Con la primera el acercamiento al lector es mayor y relatos como este necesitan esa voz, porque lo que se cuenta puede estar muy lejos de la mayoría de los lectores. Un abrazo.
Un relato que deslumbra. Realmente muy bueno. Abrazos.
Me da miedo que también en el último momento, y antes de que me dén mi "tiro de gracia" sepa lo que en verdad quiero.
Son excelentes tus relatos.
"Genio es uno por ciento de inspiración y noventa y nueve por ciento de transpiración." Thomas Alva Edison
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